“Acá todavía”, la tercera novela de la narradora (Buenos Aires, 1979), está compuesta por dos capítulos: el primero llamado “Todavía”, en el que acompaña el proceso de enfermedad y muerte de su padre y “Acá”, en el que se traslada a Uruguay para llevar las cenizas de ese padre e intentar pensar en su porvenir ya no como hija sino como futura madre.

por Emilia Racciatti (*)

Paula prefiere definirse como “autora” porque dice que es un título que incluye su práctica como dramaturga, escritora y actriz. El próximo fin de semana se presentará su obra “Cimarrón” en el teatro Argentino de La Plata, que llegó después de “Fauna”, “El tiempo todo entero” y “Algo de ruido hace”, en las que también se encargó de la puesta en escena.

Su primera novela “¿Vos me querés a mí?” (2005) fue el tercer título que publicó la Editorial Entropía, que también fue la responsable de editar “Agosto” (2009) y ahora “Acá todavía”.

En esta oportunidad, Paula construye la voz de una narradora que asiste a la agonía de su padre en un hospital en el que a partir del vínculo con sus hermanos rememora su pasado, su rol como hija y encuentra puentes para pensarse en el más allá de esa instancia de duelo en la que está inserta.

-¿Estas novelas componen una trilogía?

– Claramente no hay un salto radical, y la voz es bastante parecida. Incluso creo que esta es un poquito más literaria en el sentido de ciertas decisiones estructurales, pero sin duda tienen una marca las tres. La anterior es sobre la adultez y esta es sobre la adultez más entradita.

– Sobre el título: también le da nombre a las dos partes de la novela pero de manera invertida: la primera parte es Todavía y la segunda Acá.

– Cuando decidí que ese fuera el título pensé en una frase que dice Rosa, la enfermera, a la protagonista: “¿Vos acá todavía?”, y me di cuenta que también podía usarlo para la estructura. Pensaba en la versión aristotélica del teatro que sucedía en la unidad de espacio, tiempo y lugar. Me gustó que sean adverbios de lugar y de tiempo. Además el “Todavía”, que es el nombre de la primera parte, sería “el todavía estoy vivo” en referencia a la salud del padre. Hay algo diferente en cada una de las partes: en la primera algo de retrospectiva, los hitos de la adolescencia y la infancia, lo que pasa con la agonía del padre, su devenir sexual. Y el “Acá” es puro presente, donde la narradora avanza sin juzgar las decisiones que va tomando y que tienen que ver los efectos que te dejan los traumas de una muerte. Es un duelo que te deja también en un lugar de mucha vitalidad en el que decís “Bueno, todavía estoy acá”.

– En la segunda parte hay una pregunta que queda sin respuesta que es la pregunta por el encuentro con el otro al que fue a buscar la protagonista.

– Sí, cuando debería empezar, termina.

– Vuelve a aparecer el Hospital Alemán en la ficción.

-Eso no tiene nada de poético ni literario: tuve un vínculo con ese hospital porque hay dos cosas biográficas que sucedieron allí. Mi abuela estuvo internada en ese hospital y la abuela de la protagonista estaba internada en ese hospital. Y mi viejo estuvo internado y se murió allí. Igual el hospital está ficcionado. También aparece Uruguay y un pueblo al que le puse Reartes porque hay un montón de nombres increíbles para el partido de la costa en Uruguay, pero no quería que fuera uno real porque cualquiera que conoce ya tiene un vínculo más real con ese lugar. Reartes es un lugar en Córdoba.

– En el libro se habla de “la década colorinche, mal cortada, cínica y bronceada”.

– Sí, es la década del 90. De hecho cuando lo escribí dije que era una década a la que no se iba a poder volver y después ganó Macri, y no sé si es tan difícil que eso suceda. Yo fui adolescente en los 90 y creo que eso influye, pero no sé cuánto porque no sé si hay un cambio tan grande, ya que creo que podemos hablar de una generación si hablamos de 30 años juntos, no de 10 años juntos.

– ¿Qué leés de literatura argentina?

– Tengo un hijo de un año y medio y entre todas las cosas que hago, leer es la que menos hago. Tenía pendiente hace mucho “El libro enterrado”, de Mauro Libertella, que me encantó. Leo a Iosi Havilio que me gusta mucho. Leí “Los residentes” de Camila Fabri. Me gusta Clara Muschietti que escribe poesía. Leí a Selva Almada.

– ¿Cuando empezaste a escribir la novela?

– La empecé a escribir después de “Agosto”, en 2010. Mi papá se murió en 2010 y yo sabía cuando estaba atravesando ese proceso que el único modo de soportarlo era saber que iba a escribir algo sobre eso y a fin de año empecé a escribirla. También quería escribir una novela familiar. Había lugares en los que quería entrar. Empecé a escribir sobre el embarazo y después quedé embarazada.

– ¿Por qué te definís como autora?

– En las tres cosas que hago, la literatura, la dramaturgia y la actuación, siento que puedo dar algo que tiene que ver conmigo y que lo que puedo ofrecer soy yo. Por ejemplo como actriz no soy súper maleable sino que lo que puedo dar es algo que tiene que ver conmigo, entonces siento que lo que puedo ofrecer es lo que soy yo. Por otro lado, ser escritor sacaría lo de ser actor y la posibilidad de dirigir teatro. En cambio como autora soy todas esas cosas. Como directora puedo ser autora, como actriz puedo ser autora y es una mirada más amplia que la de escritora.

– ¿Cómo es la relación con la literatura o la escritura para el teatro?

– Para el teatro no me pasa que tengo una idea y escribo. Trabajo casi por encargo para mí misma. Escribo y sé que voy a empezar a ensayar. Después viene el proceso de la puesta en escena donde seguís trabajando. Pero sé que el texto se va a encontrar con actores, con ese ser dicho, entonces son más acotados los procesos.

 

(*) Fuente Télam