El dramaturgo, actor y director de teatro, Guillermo Yanícola, se encuentra inmerso desde hace varios meses en un proyecto que denominó Siete experiencias sobre el espacio, donde explora y propone descubrir diversas miradas a través de diferentes piezas teatrales que pondrá en escena a lo largo de 2019, y que lo tienen como autor y director.

El pasado 5 de enero estrenó la primera de ellas, Los 5 grandes del mal humor, en Taller Lascano ubicado en España 2031; y este jueves 10 subirá a escena la segunda propuesta, Festival Salvatti. Será a las 21 en El Séptimo Fuego, ubicado en Bolívar 3675. Ambas obras continuarán a lo largo de toda la temporada de verano.

En este marco, Guillermo charló con Revista Leemos sobre esta experiencia de macroteatro y el proyecto que lo tiene a tiempo completo entre bambalinas: “Se me ocurrió poner todos los procesos escénicos que estaba trabajando bajo una misma lupa y tratar de compartir cosas que a mí me pasan como director. Creo que cuando trabajas en simultáneo empezás a ver relaciones, vínculos entre los distintos proyectos que vos no te planteaste pero que aparecen”.

¿Qué cosas ves que tengan en común estas siete obras?

-No hay un hilo argumental. La persona que se encarga del vestuario y la escenografía de todas las obras me preguntó si había una intertextualidad, como universos que se cruzan. Mi respuesta fue que si hay intertextualidad, es involuntaria. Es un juego que se plantea así: son siete trabajos independientes que lo único que tienen en común es que los dirijo yo y que se van a estrenar en 2019, nacieron con procesos creativos casi en simultáneo. Como cuando un artista plástico expone sus cuadros que pintó en un lapso de tiempo acotado.

Además, los siete textos son míos aun cuando uno, Prometeo en situación de calle, es una adaptación libre de Prometeo de Esquilo, pero lo único que tomo de ahí es el mito de Prometeo, donde Zeus lo castiga expulsándolo de la sociedad. Acá lo que hicimos es que Zeus lo castiga dejándolo en situación de calle”, explica el dramaturgo marplatense.

Yanícola agrega que las piezas tienen un orden de estreno pero “no es que hay que mirar primero una y después la otra. Es como que pusiéramos 7 estampas. Los primeros son los dos que estamos poniendo en escena en enero, que son los que salieron primero del horno, ese es el orden de aparición”.

El elenco de Festival Salvatti, que sube a escena todos los jueves de enero y febrero

¿Qué vamos a ver en Festival Salvatti, todos los jueves de enero y febrero? ¿Quién fue Salvatti?

-Salvatti es un dramaturgo olvidado, vilipendiado y ninguneado por el mundo teatral argentino. Tulio Salvatti es ítalo-argentino. Como nunca se estrenó una obra de él, en este Festival Salvatti estrenamos dos obras breves: su ópera prima y su canto del cisne, la primera y la última que escribió. Pero también se trata de contar la historia de Tulio, como para introducir al espectador. Él estuvo en Mar del Plata entre los años 1980 y 1983, y de algún modo se convirtió en una gran influencia para los teatreros de la época, dejó su impronta en la particularidad del teatro de Mar del Plata. Digamos: es culpa de Salvatti.

Todas las obras van a estar en escena en diferentes espacios, ¿cómo decidiste eso? ¿Qué tipo de cosas te interesa explorar en ese sentido?

-A mí me interesa ese tema desde hace tiempo: hice una obra con recorrido, donde los espectadores se tenían que trasladar; otra donde los espectadores no se podían sentar… hice locuras de ese tipo y ahora me interesa que está puesto en la lupa, que el espectador se lo pregunte, vea qué pasa con eso de los espacios. A veces es sutil, casi imperceptible, pero está ahí.

En este proyecto de siete obras, en algunos casos es determinante el espacio y en otros no tanto. Eso también es un tipo de trabajo con el espacio: hay obras que están agarradas y que si las sacás de ahí pierden, están muy imbricadas, y otras que no, que permiten que por su diseño se pueden hacer en diferentes ámbitos. Me parece interesante el juego entre el espacio ficcional, que es el espacio que crea el mundo de la obra, y el espacio concreto.

Los 5 grandes del mal humor se presenta todos los sábados del verano en Taller Lascano

Además de que el elemento aglutinador de estas obras sos vos como director y autor, ¿hay una cuestión de género, o de tono, si se quiere?

-Sí, es algo que me interesa. Aunque en los 7 trabajamos en un tono diferente, hay cosas en común que son cosas que me atraen como el absurdo, la comicidad. Por ejemplo, en estos dos trabajos que estamos poniendo en escena, en Festival Salvatti es más grotesco y abordamos un lenguaje farsesco. Hay una aceptación salvaje de la falsedad, porque detrás de asumir esa falsedad, aparece una verdad que es conmovedora también porque aparece algo que está girando, por lo menos en mostrar todo lo que es falso. Y en Los 5 grandes del mal humor hay mucha absurdidad y hay personajes muy particulares, pero está trabajado de una forma más de comedia dramática, con mucho de absurdo, de comedia y con drama: hay cosas más poéticas también, hay momentos en que te reís y otros más emotivos. Y esto se sostiene en las siete obras, cada una tiene su tono.

El ensayo como papel

¿Como es tu modo de trabajar el texto? ¿Hay producción en solitario o viene de la escena?

-El proceso es diferente siempre. En algunos casos son textos que yo tomo de la propia escena, el ensayo como papel. Un actor que improvisa o pasa algo en la escena que dispara una situación. Lo que menos hago es la dramaturgia de autor, el autor en soledad en su casa. Se escribe desde el ensayo, pero de los 7 uno escribí en soledad, que fue la adaptación de Prometeo, pero también se fue modificando a partir de los ensayos. Trabajo en esos dos modos: el texto desligado de la escena y después qué pasa cuando se vincula con la escena.

Yo acuerdo con algo que dice Mauricio Kartún y que viene de Ricardo Monti que es que las ideas no van a priori en el teatro, sí después la obra se convierte en algo que genera ideas. También algo así dice Haroldo Conti. Pero ir al teatro es la experiencia, por eso mi trabajo se llama Siete experiencias sobre el espacio. No es solo la anécdota, es una vivencia, un acontecimiento.

Es un poco la magia del teatro: está escrito, está ahí. Pero cada puesta, cada función, es una cosa diferente…

-El teatro es el acontecimiento de la función, todo lo demás es soporte. Yo escribo una obra de teatro, pongo “Fin” y la obra de arte no está todavía. Tiene que venir un director, convocar a actores, ensayar seis, diez, quince meses, ponerla en escena y la obra se concreta cuando llega a los ojos del espectador, reunidos todos en el mismo espacio y al mismo tiempo. El teatro sigue siendo reunión. Cuando estás en la obra, ves al actor que escupe, pensás “está en el borde del escenario, se puede caer”. Y en estos tiempos de tanta tecnología, el teatro se ha convertido en un reducto donde se pide que se apague toda la mediación tecnológica y que estemos juntos, aquí y ahora.

@trianakossmann