Barcelona fue la ciudad que me abrió la puerta a Europa. Llegué de noche y esa postal del Mediterráneo bajo el cielo estrellado, donde solo algunos yates se iluminaban sobre él, es algo que no se olvida fácil.

Barcelona es una ciudad donde convive lo nuevo con lo medieval y Gaudí. Se trata de una pequeña ciudadela romana que luego fue rodeada por una ciudad del medioevo para luego ser envuelta por una ciudad moderna. Sobre todo esto se encuentran  las “no formas” de Gaudí poniéndole su “encanto”. Creo que por eso es una ciudad donde a uno le cuesta registrar el paso del tiempo. Es un lugar donde pareciera que todos tienen tiempo y donde todos esperan algo. De ayer o de este  hoy.

Y si de esperar hablamos, por esos días, los catalanes esperaban que le reconozcan su  declaración de Independencia prontamente. Una gran mayoría lo añoraba. Una gran mayoría traía viejas realidades históricas para argumentar la espera.

En la plaza frente al Ayuntamiento, muchos y diversos grupos locales se reunían para pensar y reactivar aquellas ideas. Informaban a turistas y curiosos, así como en asambleas decidían los pasos a seguir. Cataluña es una nación histórica, con una cultura y un idioma propio, por consiguiente, la voluntad de independizarse no es un capricho de última hora. Mucho tiempo atrás tiene su origen. Muchos hablan del siglo XVII.

Ver el énfasis y la necesidad de esa mayoría por reclamar el reconocimiento de su independencia era casi contagioso. Era animador y crítico. Por algo otros temían tanto al resultado de aquello que se daba en Barcelona. Sea lo que fuese.

Dice George Orwell en su Homenaje a Cataluña, “…en todo esto había mucho que yo no comprendía y que, en cierto sentido, incluso no me gustaba, pero reconocí de inmediato la existencia de un estado de cosas por el que valía la pena luchar”.

Homenaje a Cataluña (1938), son las memorias del propio Orwell mientras peleaba en el cuerpo de las Brigadas Internacionales que combatieron allí durante la Guerra Civil Española. Su experiencia recorre desde 1936 a 1937, sus vivencias como miembro del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), de carácter anti-estalinista.

Orwell relata así, día a día, todo lo ocurrido en esos dos años. Desde su llegada él reconoce su admiración por cómo los anarquistas habían logrado modificar, siguiendo sus principios, los espacios y los hábitos de la población. “Por primera vez me encontraba en una ciudad donde la clase trabajadora llevaba las riendas”, asegura.  Sin dudas era el momento de mayor  reconocimiento de la revolución libertaria en la historia de la ciudad, y Orwell no deja de reconocerlo, así como de  admirarlo.

Con un lenguaje sencillo, claro y muy crítico, sobre todo hacia el final del libro, el autor narra y describe en forma de crónica fiel,  los días en que los comités libertarios dominaban la vida diaria de Barcelona.

Luego narra sus días en el frente, de enero a mayo de 1937, hasta que es herido y enviado nuevamente a Barcelona. Aquí comienza, quizás la postal más crítica de Orwell. Comienza allí a describir como el autoritarismo estalinista del Partido Comunista se lleva por delante los logros del anarquismo. Y así en mayo de 1937 comienzan a perseguir a los miembros del PUOM, él agrega a trotskistas  y anarquistas, y es cuando decide abandonar España. Exactamente en junio de 1937 y  lo hace cargado de pena. Se lo lee cansado y desengañado. Él mismo sostiene que son más los recuerdos buenos que se lleva de los españoles que de la propia España.

Crudamente y muy en el estilo de Orwell, uno encuentra allí detalle a detalle, sincera y conmovedoramente lo ocurrido en esa época. En ese período revolucionario barcelonés.

Orwell cuenta lo que vivió, dice lo que piensa y critica y desnuda lo que llevó a perder esa oportunidad en la historia. La gesta es la protagonista, los intereses y las traiciones sus antagonistas.

Él fue con la idea de escribir artículos periodísticos. Sin embargo terminó embarcado en la defensa de esa experiencia promisoria de reconstrucción social que pusieron en marcha los libertarios mediante una multifacética práctica autogestionaria.  Dice para finalizar, “…esta guerra, en la que desempeñé un papel tan insignificante, me ha dejado recuerdos penosos. No obstante no me arrepiento de la experiencia”. Un Orwell en todos sus cabales. Un sincero Orwell que nos instruye afirmando también, “…cuidado con mi parcialidad, mis errores fácticos y la deformación que inevitablemente produce el que yo solo pueda haber visto un solo aspecto de los hechos. Pero cuidado con lo mismo al leer cualquier otro libro acerca de este periodo de la guerra española”.

Lectura para entender. Para aprender. Para acercarse, sin dudas, a la genialidad del estilo Orwell. Estilo que demuestra que no solo, para contar algo, hay que saber explicarlo o reconstruirlo, sino también, y sobre todo, haberlo vivido, haberlo sentido en cuerpo y alma.

Recorrer la Rambla de Barcelona, parar por el hotel Continental, donde paró Orwell y su esposa, o ingresar al Hotel Rivoli, donde funcionaba el Comité Ejecutivo del PUOM impone pautas de lectura para Orwell y para la historia de Barcelona. Pautas de aquel presente que les tocó ayer. Pautas de este presente que nos toca hoy.

Por último, algo anecdótico. En el corazón del barrio Gótico, encajada entre la calle Escudellers y la calle Aviñón de la Ciutat Vella de Barcelona, se encuentra una pequeña plaza que lleva el nombre de George Orwell. Allí descansé de una larga caminata y allí releí alguna de las páginas de Homenaje a Cataluña, mientras se veían banderas locales colgadas de los balcones que la rodean. Dicho  nombre se lo dieron en el año 1996. Sólo hay una chapa que lo indica en una de las esquinas. Lo paradójico y lo anecdótico es que, con bastante ironía, ese fue el primer espacio público de Barcelona controlado por cámaras de seguridad de bio-vigilancia municipal. Una especie de pequeño Gran Hermano que, como dice Cervantes, nos indica cual es el tiempo de la historia que contamos para poder afirmar que existimos. Aunque ese tiempo ya existiera desde hace mucho en las ideas de los grandes escritores y en sus libros.

@bernabetolosa