Aunque tuvieran el impulso de arreglar algunas cosas absurdas de la historia argentina, los jóvenes agentes del Cuartel del tiempo se guían por la ética del doctor Meier. Cada uno cuenta con un control con el que puede viajar al pasado, toda vez que se abre una brecha, para resolver asuntos que en el desarrollo de los acontecimientos pudieran parecer nimios pero que, si no se acomodan rápidamente, pueden desencadenar cambios violentos con efectos devastadores.

Es la tan temida patada de elefante (el aleteo de una mariposa quedaba demasiado corto para graficarlo). Pero además, preservar la estabilidad del continuum es la misión de la Corporación a la que pertenecen estos agentes, una entidad internacional con equipamiento de alta tecnología, integrada por mentes brillantes y coordinada por analistas expertos en sistemas y en historia, que operan en absoluto secreto para que nada, nada falle. Pero, por supuesto, algo falla.

Marisa Potes es la autora de El efecto elefante y su continuación, La ruptura del continuum, una saga de ciencia ficción editada por Del nuevo extremo y protagonizada por Laura, Mateo, Renata, Beto, Maru, Facundo y muchos otros que tendrán a su cargo la reparación de estas anomalías, pero que se completa con un elenco estelar en el que se cuentan Belgrano, San Martín, los soldados realistas que atacan a las tropas del Ejército del Norte, las familias del Éxodo jujeño y un sinnúmero de personajes que se cruzan en las líneas temporales paralelas provocadas por estos “errores”.

Si en la primera parte de esta historia la autora había logrado captar la atención de lectores y lectoras de todas las edades, con la segunda y última entrega se asegura de que cada uno de ellos dé vuelta la última página deseando encontrar en una caja olvidada uno de esos controles con el botón fucsia con forma de elefantito que te deposita en la cruz negra del Cuartel.

Con un ritmo, por momentos, frenético, las teorías más descabelladas o las más lógicas, una sucesión de hechos cuyas consecuencias cambian constantemente y con climas que van desde lo hilarante a lo agobiante, la saga de El efecto elefante no sólo es una invitación a vivir la historia con una lupa gigante, entendiendo que los grandes acontecimientos que figuran en los libros fueron protagonizados por personas con deseos, ideas y temores; sino que también es una oportunidad para llenar de imágenes y posibilidades el tan mentado interrogante que cualquiera se ha hecho alguna vez y que empieza con “¿Qué hubiera pasado si…?”.

Es cierto que toda la trama es imperdible -y con un desenlace a la altura de las expectativas-, pero el diverso grupo de personajes son la perla de esta saga. Con sus historias particulares, una multiplicidad de voces sostenida y creciente, y con características muy logradas, la autora construye personalidades bien compactas, que se vuelven cercanas, familiares y hasta cómplices en esta lectura.

Y esto es porque en las dos novelas la autora despliega un arsenal que domina a la perfección: el lenguaje que hablan los jóvenes actualmente, sus modismos, sus inflexiones, los temas, las perspectivas y los intereses que atraviesan a una generación. En cada diálogo y en sus elucubraciones constantes, Potes les da cuerpo en la trama de esta historia y a la vez los hace accesibles para quienes nos asomamos a su idiosincrasia provenientes de otras décadas.

¿Quién no quisiera tener un aparatito para viajar al pasado y así modificar ciertos hechos de su historia, la de su familia o, incluso, la del país entero? En El efecto elefante, Marisa Potes ya nos había hecho probar un poco de este dulce vicio de ver desde afuera el espacio-tiempo y acompañar a sus personajes a intervenir en los grandes acontecimientos de la historia. En La ruptura del continuum la autora completa una aventura apasionante, sin dejar nada librado al azar, y edifica una trama compleja para desenmascarar a los que quiere manipular la historia para su propio beneficio.