Este viernes comienza el ciclo “De amor, de locura y de muerte” y Mauro De Ángelis es uno de los integrantes del interesante y heterogéneo panel de escritores que participará de este diálogo entre autores de diversos géneros sobre las temáticas universales de la narrativa contemporánea. Junto a Gabriela Margall y Kike Ferrari, estará en esta convocatoria de la Revista Leemos, Aula Abierta y Fundación OSDE, que continuará el último viernes de cada mes, a las 18.30, en el auditorio de Colón 2911, con entrada gratuita. Los autores compartirán esta charla con la moderación del periodista Bernabé Tolosa.

A horas de este encuentro, mantuvimos una breve charla con De Ángelis, autor de Vía Crucis, que reúne cuentos que escribió a lo largo de varios años y que publicó con la editorial independiente Letra Sudaca.

Escribiste poesía y cuentos. ¿Estás trabajando en alguna novela u otra serie de cuentos? ¿Podés adelantar algo? 

-Estoy corrigiendo un libro de poesía, Tierra Leve, que ganó el Premio Soriano 2011 y que estaría por salir este año. La demora, creo, favoreció al libro. Estoy escribiendo una novela corta.

¿Tenés una rutina para escribir? (momentos del día, todos los días)  ¿Sos de los que van anotando cosas que se le ocurren para, luego, usarlas en un cuento o una historia? 

-Intento tener una rutina pero no siempre lo consigo. Escribo cuando puedo. No uso agendas o libretas. Suelo anotar en la computadora detalles, apellidos que me divierten, frases.

Tu estilo tiene bastante de policial y humor,¿Te gusta experimentar con distintos géneros? ¿creés en la división estanca o encasillada que a veces se hace de los escritores o sus obras?

-Me gustan los libros que mezclan los géneros, que vuelven aún más difusas sus fronteras. Hay una tradición de esas indagaciones en nuestra literatura. Me parece que es importante intentar salir de la comodidad de lo que a uno le sale bien y probar caminos y formas nuevas.

¿Es una utopía vivir de ser escritor? 

-A pesar de haber sido un joven de cierto idealismo, no recuerdo haberme planteado vivir de la escritura. Fue una decisión acertada, considerando que publiqué mi primer libro a los cuarenta años y no me forré, justamente, de dinero. Tampoco era mi objetivo. Tengo un trabajo estable, ajeno a temas artísticos. La mayoría de los escritores que conozco subsisten con trabajos aledaños a la literatura: periodismo, talleres literarios, enseñanza. Otros, son médicos o abogados. Considero que cualquier trabajo está bien, mientras permita escribir.  Mis mejores poemas los escribí cuando vendía tarjetas de estacionamiento medido…