Recorremos algunas novelas que abordan aquel fatídico fin de año que dejó decenas de muertos y un país sumergido en una profunda crisis institucional.

Hay infinidad de debates sobre si la literatura tiene o no una función social. Están quienes afirman que  se trata de una búsqueda estética sobre cuya base se construyen luego –o no- diferentes sentidos éticos, morales, políticos, etcétera; mientras que otros afirman que la intencionalidad es eminentemente política (en el sentido amplio), entre muchas otras posturas intermedias. Lo que es indudable es que las y los autores no escapan a una realidad que los interpela y los constituye como miembros de un grupo, en un lugar y un momento determinado.

Hace 15 años, ese lugar volaba en pedazos:desocupación desesperante, confiscación de los ahorros,pobreza, paros, movilizaciones, estado de sitio, represión, incidentes, asesinatos en plena calle. ¿Cómo no construir una mirada literaria sobre una realidad tan apremiante? Hay varios escritores y escritoras que decidieron no evitarlo y, en muchas ocasiones, muestran una interesante versión-ficción, desde diferentes puntos de vista, de aquellos duros días.

Si bien hay una gran cantidad de libros que se enfocan en esta etapa de nuestra historia, es de destacar que, luego de tres lustros, el 2001 y sus consecuencias se constituyeron en escenario y marco de acción para personajes de historias que se conocieron este año, como es el caso, por ejemplo, de La mala fe de Romina Doval o el ganador del premio Alfaguara de novela, La noche de la Usina de Eduardo Sacheri.

Ficción de hoy sobre la explosión de ayer

Doval acaba de publicar La mala fe junto a Editorial Bajo la luna. Tras su excelente debut en la novela con Desencanto-que en 2007 ganó el segundo premio del Fondo Nacional de las Artes-, la autora escribe esta vez la historia de dos jóvenes estudiantes de carreras humanísticas que conviven en un barrio de Buenos Aires. En las postrimerías del año 2001, Victoria y Paulina apenas logran sostenerse económicamente cuando la crisis les estalla en la cara.

Una de ellas se vuelca a los pequeños robos para subsistir, mientras también tiene que luchar contra el descreimiento que le brota y que su amiga había experimentado prematuramente; todo ello se devela en la lectura a los ojos y en la experiencia de dos mujeres que son parte de una generación marcada por el despojo y la pérdida.

Eduardo Sacheri, por su parte, en La noche de la Usina aborda las desventuras de un grupo de damnificados por el corralito que confiscó los ahorros de miles y miles de personas para evitar el colapso bancario. La medida gubernamental los sorprende cuando estaban a punto de llevar a cabo una movida que los sacaría de la pobreza y por ello planean una venganza redentora.

Desesperación y barbarie

Un libro prematuro sobre esa época es Plop, ópera prima del fallecido Rafael Pinedo, con el cual obtuvo en 2002 el Premio de Novela Casa de las Américas y fue publicado por InterZona.  Algunos críticos consideraron esta obra como un “festival antropológico de la degradación” y es mencionada como una novela de culto.

Cuenta los destinos de un grupo de sobrevivientes liderados por Plop, nacido literalmente en el barro, y que guía a su clan en una “sociedad” donde los hábitos se han modificado drásticamente y los consensos perecieron. Con una perspectiva cercana a la idea de barbarie, el relato  propone una lectura sobre la construcción del poder desde las ruinas.

Por otro lado, un escritor que podríamos incluir en la categoría de los “consagrados” y que ofreció una particular visión sobre este período es Pedro Mairal, quien publicó en 2005 El año del desierto (Emecé). Comienza en Plaza de Mayo, justamente, y a partir de allí lleva al derrotero de la regresión.

En este libro el autor de la reciente y aclamada novela La Uruguaya (Planeta), aborda la vida de María, una secretaria de 23 años que se ve afectada, como todos los que la rodean, por la devastación y el caos que parece devorarse la ciudad entera, y que se traduce como una condena perpetua al pasado.

En 2009 Gustavo Ferreyra publicó Piquito de oro, editado por Seix Barral. Los hechos que narrase suceden una vez transcurrido el estallido social de diciembre y aborda especialmente el clima político y social que siguió, cuando todo parecía volver a encaminarse hacia un nuevo comienzo del “viejo molde”.

Tiene como protagonista a un sociólogo desocupado y militante que intenta beneficiarse con un plan social y para ello se empareja con una reciente viuda y madre de cuatro hijos. A través de este personaje, Ferreyra despliega una crítica mordaz sobre aquella sociedad de la crisis.

En tanto, Florencia Abbate hace lo propio en El grito, editado por Emecé en el año 2004 y donde, a través de las voces de cuatro personajes muy diferentes se cuela la desazón, el malestar y la melancolía.

A través de esta novela coral, la autora construye una mirada sobre la angustia propia del momento histórico que se vivía, luego de una década de políticas liberales que llevaron a un país con una alarmante desocupación, así como la tensión social latente que termina estallando.

Este escueto recorrido por algunas novelas que abordan aquella situación política, económica y social no puede eludir Las viudas de los jueves –Alfaguara- de Claudia Piñeiro, por el cual recibió el Premio Clarín de novela y en el que propone una mirada sobre una parte de la clase media alta argentina, la misma que en el libro encarnan cuatro familias que viven en country y a las cuales parece explotarles la burbuja que las contenía y amalgamaba.

@trianakossmann