Con el disco Artaud, Luis Alberto Spinetta comienza a desandar su idilio con los poetas y escritores surrealistas. Ya había demostrado su admiración por Arthur Rimbaud cuya obra leyó y plasmó en su poética. Pero quizás sea Artaud (1973), -en referencia al escritor, poeta y teatrista francés Antonin Artaud– el primer disco (solista en este caso pero lanzado como Pescado Rabioso, el nombre de la banda que lideraba) donde la mención de un autor y de una obra se fusionan con el rock.

De ahí en más, la unión de rock y grandes textos de autores argentinos e internacionales, fue de un trato casi frecuente. Reseñaremos aquí solamente aquellos que competen a músicos o escritores argentinos, pues es sabido que las más grandes bandas de rock internacional también tuvieron sus “romances” literarios.

Hay una canción de Los Fabulosos Cadillacs que se titula simplemente “Sábato” y hace clara referencia al autor de Sobre héroes y tumbas. Está incluida en el CD Fabulosos calaveras. La irrupción de Los Piojos con “San Jauretche” recupera el ácido humor del gran pensador nacional.

Pocos saben que el grupo Almafuerte, cuyo primer disco lleva el nombre del grupo (1998), está tomado del enfático poeta Pedro Bonifacio Palacios que firmaba con ese seudónimo. En el disco Bulldog incluyen un tema con el poema “Piu Avanti”, aquel que enseñaban en las escuelas: “No te sientas vencido ni aun vencido…”.

En el año 2012 el grupo Estelares dio a conocer su placa El costado izquierdo. Allí repasan poemas de Arthur Rimbaud y asoman otras figuras reconocibles: “Hey, te acordás de los libros de Rimbaud / que amábamos a Jean Cocteau nadie nos podía limitar / las canciones y el loco clamor y un otoño / con horas en cyan con Alonso, Berni y Paul Klee”.

El grupo Divididos lanzó una placa antológica: La Era de la Boludez. Allí incluyen una zamba rockera “Ortega y Gasés” en referencia, claro está, al filósofo español que nunca se hubiera imaginado con esas incontinencias tan humanas. En el mismo trabajo, homenajean a Eduardo Galeano con “Huelga de Amores”. Ya desde su primer álbum (1989) Divididos musicaliza un poema del poema del inglés T. S. Elliot: “Los hombres huecos” (“Somos los hombres huecos / Somos los atestados / Que yacen juntos…”)

El grupo Flema se inclinó por un poema etílico de Charles Bukowski. En “El Último vaso de vino” incluye un fragmento del autor de El amor es un perro del infierno, en la voz de Ricardo Iorio: “Mi alma, borracha de vino, es más triste que todos los árboles de Navidad muertos del mundo“. También Celeste Carballo se les animó a los poetas; en Celeste y la generación, su tercer álbum (1985) incluye un tema propio “Los poetas de Latinoamérica” donde desfilan frenéticamente Neruda, Pedroni, Martí, Víctor Jara, Guillén, Alfonsina y Cortázar

Los Caballeros de la Quema bautizaron su primer casette (¡otras épocas!): Primavera negra, título de un extraordinario libro que Henry Miller publicó en 1936. Diez años después, en el tema “Output-Input”, Andrés Calamaro invoca al Miller de “Sexus, Nexus, Plexus”. También ahí asoma Stephen King en “Lameme el orto”.

La española Nena Daconte se anima a decir que El Aleph, una versión más bien naif, se inspira en el cuento homónimo de Borges. Fito Páez se maridó con Truman Capote en “Música para camaleones” y con los surrealistas en su popular “Cadáver exquisito”. Finalmente, por poner un punto, creemos que es muy atinada la versión de Blues a dos mujeres (“Maga te descubrí sin querer / entre rayuela la lluvia… París no está tan lejos”) inspirada como se ve, en Rayuela, de Cortázar. La banda que se le animó es la chilena La Rue Morgue, nombre que remite inequívocamente a Edgar Allan Poe, pero eso queda para otra columna.