Escuchaba una larga y riquísima entrevista a Roberto Bolaños (1953 – 2003). Su novela más conocida, Los detectives salvajes, ganó el Premio Herralde en 1998 y el Premio Rómulo Gallegos en 1999. Su último texto, publicado póstumamente, es 2666 (una novela de más de mil páginas).  Gran lector de poesía y poeta él mismo (tiene 6 libros de poesías), cuenta en esa entrevista que espié por youtube: “A veces uno lee a poetas que parecen muy malos, o muy buenos, y al cabo del tiempo tienes una opinión totalmente diferente. Envejeces, o tras una quinta o sexta lectura la poesía, cambia. La buena  poesía no envejece, se conserva viva al cabo del tiempo.”

Este comentario, que muchos hemos experimentados, viene a cuento pues a veces, algún lector díscolo, dice “no me gusta tal” y de pronto se descarga con una diatriba hacia un escritor que uno adora, admira o lee. Y también se da el caso contrario. Siempre cuento que me llevó muchos años “entender” a Borges, respetarlo. Ahora es mi lectura cotidiana. Demoré años en entrarle a Reynaldo Arenas, y luego me deslumbró. Hay poetas que no nombro que amé en mi juventud, y hoy me parecen triviales. Por eso evito leerlos. Creo que hay un lector para cada edad, cada momento, y otros que son la compañía de toda la vida.  Nunca sabremos de antemano cuál es cuál, pero ¿quién nos quita lo leído?

por Nerio Tello