Dos hermanas separadas en la juventud se reencuentran en un pequeño pueblo de Mallorca para vender una pequeña panadería y un molino que han recibido, en herencia, de una desconocida.

¿Por qué sus vidas tomaron caminos tan diferentes? ¿Qué las hizo interrumpir el contacto que, a pesar de la distancia y los destinos en un tiempo intentaron mantener? ¿Qué lleva a una, sin saber bien por qué, a no querer desprenderse de esa herencia inesperada? ¿Qué secretos familiares alguien quiere seguir manteniendo secretos y por qué?

Esas son algunas de las preguntas que Cristina Campos va respondiendo en “Pan de limón con semillas de amapola” (Planeta) su primera novela. Campos es española (nació en Barcelona), vivió varios años en Alemania y trabaja en el sector audiovisual. (Y pudo plasmar sus conocimientos del rubro en esta novela, que fue seleccionada por la Berlinale para llevar al cine y lo hará pronto, con la dirección de Benito Zambrano).

Para escribir este libro Campos se instaló en uno de los pequeños parajes de Mallorca e imbuirse en el paisaje, rememorar el ser de los isleños y aprender a preparar el pan de limón con semillas de amapola que a lo largo de las líneas se convierte en un protagonista más de la novela.

Anna es la hermana mayor, pocas veces ha salido de la isla, se casó joven, es miedosa, tímida, apegada a las “normas” de la alta sociedad mallorquina, soporta a un marido inescrupuloso y ausente y trata de afianzar la relación con su hija adolescente.

Marina, es la hermana viajera. A los 14 años su familia decidió mandarla a estudiar a un prestigioso colegio estadounidense, se recibió de médica ginecóloga y pasó la mayor parte de su carrera profesional yendo de país en país, de crisis humanitaria en crisis humanitaria, trabajando para Médicos Sin Fronteras, junto a su pareja, Mathias, un médico alemán.

La herencia cambia para siempre la vida de las hermanas. Se reencuentran, revisan su pasado, saldan viejas diferencias, destapan traiciones, descubren secretos y, en el camino, reencuentran el amor, renuevan pactos de pareja, disfrutan de las amistades sinceras que han sabido cosechar y las que descubren en el interior de la isla. Mientras, la novela transita por temas como la forma de encarar la madurez y una enfermedad inesperada, la violencia de género, las desigualdades y falta de oportunidades en Etiopía, la burocracia española para lograr una adopción y el triunfo de la verdad.

A todo esto ¿Cuál es el secreto que esconde el pan de limón con semillas de amapola? No es la idea de este espacio contar todo el libro, sino despertar curiosidad por la lectura y, por supuesto, por algunas de las recetas que en ellas encontramos.

En este caso, es muy fácil. Cristina Campos inicia cada capítulo de su novela con una receta, la que le da el título, obviamente es, la más significativa y, por ello, nuestra protagonista:

Se necesitan: ralladura de 2 limones (la receta aclara que deben ser “del árbol de la abuela Nerea”) / 30 g de semillas de amapola / 350 g de harina integral / 200 g de azúcar moreno / 250 ml de leche entera / 200 g de manteca / 3 huevos / 1 sobre de levadura en polvo / 1 cucharadita de sal.

La preparación según la indica textualmente su autora: “Mezcla la harina, la levadura y la sal. Bate por separado los huevos, el azúcar moreno y la ralladura de limón. Cuando esté bien batido, añade la leche. Derrite a fuego lento la mantequilla e incorpórala a la mezcla húmeda poco a poco mientras bates. Una vez hayas conseguido una masa uniforme, agrega el contenido del cuenco de la mezcla seca. Por último, mezcla las semillas de amapola con la masa, entreteniéndote sin prisas… Introduce el bizcocho en el horno precalentado a 180 °C durante una hora”.

Como la receta era para un “pan” –en realidad es más parecido a un budín– bastante grande, la hice con la mitad de la cantidad de ingredientes señalados (aunque huevos puse dos) y reduciendo el tiempo de cocción. El resultado, está en las imágenes que acompañan estas líneas. Para experimentar el sabor… tendrán que animarse a prepararlo.