No la venían pasando bien. La crisis económica desatada por las políticas implementadas por el gobierno de Mauricio Macri las tuvo entre sus principales víctimas. Algunas, incluso, debieron cerrar. Las que lograron mantenerse a flote, lo hicieron con la mirada puesta en el 2020 y la reactivación –aunque suponían lenta- que traería aparejado el cambio de modelo económico.

Entonces…  llegó el coronavirus. Y las librerías vuelven a quedar al borde del abismo.

Así surge de un relevamiento realizado por Revista Leemos entre referentes de algunas de  las librerías de la  ciudad, quienes reconocieron que la situación que enfrentan es preocupante. Por no decir dramática.

Giselle Ale, representante de la cadena de librerías Libros de la Arena y de Fray Mocho, explicó a Leemos cómo el sector fue sintiendo, de manera paulatina, los golpes de la crisis sanitaria.

“Fuimos tomando medidas progresivas –explicó- siempre siguiendo las indicaciones de las autoridades:  pusimos alcohol en gel y productos desinfectantes a disposición de nuestros empleados, limitando la cantidad de personas dentro del salón, otorgamos licencias a las personas de riesgo, achicamos las horas de trabajo a la mitad y finalmente cerramos al público respetando el aislamiento obligatorio”.

Alé advirtió que el “el impacto económico que traerá aparejado este momento será enorme, sobre todo para una actividad que ya viene bastante golpeada desde hace algunos años” recordó y adelantó que “estamos evaluando medidas alternativas, como la venta online o las entregas a domicilio, siempre en sintonía con las indicaciones de las autoridades”.

Lo paradójico es que todo esto se produce en un sector cuyo rol social podría ser fundamental. Ale coincidió en el diagnóstico. “Los libros juegan un papel muy importante junto con otras actividades recreativas que se pueden hacer en casa –reflexionó-: mantener la mente ocupada y cultivar el espíritu son importantísimos en estos tiempos de angustia e incertidumbre”.

A modo de ejemplo mencionó que “a pesar de la cuarentena obligatoria, recibimos mensajes permanentemente en nuestras redes de gente que nos pide por favor que busquemos la manera de acercarles un libro para pasar estos días”.  Y aunque por el momento esa posibilidad no está entre sus posibilidades, la representantes de una de las principales cadenas de librerías de la ciudad consignó que seguirá atenta a las disposiciones gubernamentales. “Por el momento solo podemos esperar” concluyó.

Un diagnóstico similar hizo Lucio Cuschnir, de la firma Palito, también con varias sucursales en la ciudad. Describió que en primer lugar, la firma comenzó extremando la limpieza en sus sucursales, incentivando el lavado de manos constante del personal y mandando a sus hogares al personal en riesgo. Hasta  que llegó la hora del cierre definitivo.

Pero aún antes de la decisión del gobierno nacional, la actividad había caído drásticamente. “Las sucursales estaban casi vacías  en un momento en que deberían estar repletas, porque marzo es el mes del inicio de clases” recordó.

Cuschnir explicó que desde el inicio de la crisis lo que sí creció notablemente fue el aumento de la venta en su sitio online. “Primero implementamos los envíos a domicilio a través de aplicaciones dentro de la ciudad y por mercado envíos fuera de ella” relató y añadió que tras la orden del aislamiento “seguimos realizando operaciones y cuando se levante la cuarentena la gente podrá retirar sus libros en nuestras sucursales o se los enviamos a domicilio”.

También el representante de Palito consideró que lo que está sucediendo es paradójico dado que “el rol de los libros debería ser primordial tanto para regocijo personal como para contarle cuentos e historias a los más chicos”.

También las librerías de viejos o usados sintieron el impacto fuerte. Cuando empezó la crisis del coronavirus, Marcelo, del Centro Cultural El Ventanal, tuvo lo que parecía una buena idea: prestaría libros gratis a las personas que no pudieran pagarlos. La propuesta tuvo amplia aceptación y muchas personas aplaudieron la decisión en redes. Pero a las pocas horas llegó la orden de cuarentena. Y la cadena de préstamos se cortó. También en este caso, la única opción es esperar.

Por el momento, el sector está en pausa. Una situación similar a la del resto de los rubros económicos, pero con el agravante de que se trata de una actividad que ya venía siendo castigada. Qué pasará una vez que se supere la crisis del coronavirus, es la gran incógnita. La respuesta va a depender de cómo reaccionen tanto el gobierno nacional -que podría implementar varias medidas de apoyo, algunas de las cuales ya habían comenzado a ser pensadas- como el mercado, una vez que la rueda vuelva a ponerse en marcha.

Las librerías, y las personas lectoras, estaremos esperando ese momento con ansiedad.

@limayameztoy