Felipe Pigna se niega a caer en la tentación de aventurar qué diría José de San Martín sobre hechos de la actualidad, pregunta que (dice) suele plantearle mucha gente. Sin embargo, tampoco duda al permitir que el análisis de la figura del prócer derive en reflexiones sobre temas de actualidad. Por ejemplo, la supuesta grieta que dividiría, una vez más, a los argentinos y argentinas.

El concepto de grieta que se instaló en los últimos años es fascista” advierte, enfático, cuando el tema aparece en la conversación. Y luego agrega, como para no dejar lugar a la menor duda: “Regímenes como el que tuvimos hasta diciembre fomentan los racismos, la homofobia y la misoginia. Es el modelo de (Donald) Trump en Estados Unidos, de (Jair) Bolsonaro en Brasil o de (Sebastián) Piñera en Chile. Por favor, no volvamos a permitirlo”.

Pigna dejó inaugurado el ciclo Verano Planeta 2020.

La actualidad se cuela en la conversación que mantiene con Revista Leemos, un par de horas antes de presentar su último libro, Los cuentos del Abuelo José, en la inauguración del ciclo Verano Planeta 2020, donde será entrevistado por el periodista Martín Kobse frente a una sala -previsiblemente- colmada.

A pesar de que ya lleva concedidas varias entrevistas y que decenas de personas ya lo esperan -a pesar de la tormenta inminente- haciendo cola en la vereda del hotel, el historiador está relajado y predispuesto a la charla, en la que no solo hablará de su nuevo libro sino también sobre su próxima publicación, que será sobre Carlos Gardel y se llamará Volver -“con toda la intención de que vuelva, porque creo que está un poco ido” adelanta-, su relación con los personajes sobre los que trabaja -”a veces hasta sueño con ellos”-, su fascinación con Evita – “ella en sí misma es un sueño”– y el proyecto a mediano plazo en el que está trabajando: escribir una Historia de la Infancia.

San Martín, ese ser entrañable

En este libro lograste reconstruir a un San Martín entrañable…- le comento en el inicio de la charla, aludiendo a Los cuentos del Abuelo José, en los que recrea las historias que San Martín pudo haberle contado a sus amadas nietas Mercedes y Pepita durante sus últimos años en el exilio europeo.

-Es que lo es -responde rápidamente-. En todo caso lo que yo tuve que hacer fue recordarlo. La realidad es que es una persona muy empática, muy humana, con mucho respeto por los otros. Cuando construí la biografía ‘La voz del gran jefe’ encontré muchas referencias a sus nietas. Sabía que pasaba mucho tiempo con ellas, que eran muy pícaras y le preguntaban por muchas cosas de su vida, así que me pareció lógico que una persona lectora como él les fuera respondiendo en forma de cuentos.

-Es tu primera vez en la ficción. ¿Cómo fue la experiencia?

Muy buena, la disfruté mucho. Fue un placer hacerlo con (el ilustrador) Augusto Costhanzo con quien nos fuimos imaginando cómo sería tal o cual escena o cuento.

¿Te planteaste explícitamente el objetivo de humanizar la figura de San Martín?

Pigna buscó que el relato respetara la forma de vivir y de narrar de San Martín.

-Si. Si vos observás los cuentos te vas a dar cuenta de que nunca hay una exaltación del yo. Porque él no era así. Hubiera sido un fraude, algo falso. Sus relatos eran siempre colectivos, haciendo hincapié en la gente que estuvo con él, siempre exaltando a sus compañeros y sus colaboradores. Era la forma que tenía él de encarar la vida. Por eso fui muy cuidadoso al trabajar la narración, que tuviera en cuenta la forma que tenía de transmitir y de vivir.

-Es un libro con una importante presencia femenina…

-Es que las mujeres tuvieron un papel muy importante en la vida de San Martín. Y fue por decisión de él. Hay que tener en cuenta que él tenía cuarenta y pico de años en el momento de su partida. Y con el nivel de machismo del que estamos hablando en esa época, él podría haber elegido dejar a su hija con su suegra y seguir con su vida. Sin embargo, asume su paternidad y se va a Europa con esa nena de 7 años con la que tendrá una relación muy hermosa.

-Tratás con muchísimo cuidado la figura de Remedios y la sacás de ese lugar un tanto sufrido en que la pusieron algunos relatos…

-Si. Es que en el último tiempo mucha gente salió a cuestionar esa relación, por la diferencia de edad entre entre ellos. Llegaron a decir que San Martín era un perverso. Y no era así, en primer lugar porque en 1812, que es cuando se conocen, las chicas se casaban muy jóvenes, a los 13 o 14 años, y enseguida empezaban a parir. Nadie dice que estaba bien, lo que estamos diciendo es que era otro contexto y otro mundo. Y en cuanto al rol de Remedios, nunca fue pasivo. A los 13 años ya estaba apoyando a la Sociedad Patriótica y siguió muy activa después de casada, en Mendoza. Si no hubiera sido así, sus descendientes no hubiesen sido lo que fueron.

El fantasma de los fascismos

Donald Trump

-También se deja en claro que ese San Martín que hoy creemos que está por encima de cualquier diferencia política en su momento fue denostado por un grupo importante de la población…

-Claro, eso lo destaco en la introducción. Porque hay que situar que este hombre no estaba haciendo turismo en Europa: fue perseguido, tuvo dos intentos de asesinato, espionaje, filtraciones de correspondencia y sufrió un destrato muy grande por parte de la autoridad máxima de ese momento que era Bernardino Rivadavia. Ese es el contexto en el que se va este hombre tan maravilloso que tuvimos en nuestro país.

-Pienso que es un ejemplo de los costos que acarrea dejar que se generen grietas en nuestras sociedades…

-Si, en general yo estoy en contra de la palabra grieta porque considero que es una palabra aviesa que han instalado para que nos dividamos. Hablaría mejor de las diferencias muy fuertes que hubo a lo largo de la historia. Pero si hablamos en términos de grietas, la verdad es que él era un “antigrieta” total. En esa época, el nivel de confrontación era muy alto: San Martín siempre trataba de bajarlo y los otros iban por más. Hay innumerables ejemplos: en lo que hacía a la política exterior era un hombre muy cercano a (Juan Manuel de) Rosas, su yerno había sido un diplomático rosista y su mejor amigo, Tomás Guido, era nada menos que el Canciller de Rosas. Pero aún así recibió de buen grado a (Domingo) Sarmiento, a (Juan Bautista) Alberdi y a mucha gente que lo iba a ver. Él nunca lo dirá, pero se siente un poco el padre de la Patria y sabe que está por encima de todas esas miserias internas.

-Un poco lo que se está buscando ahora: bajar los niveles de enfrentamiento en la sociedad.

Es que con un nivel de enfrentamiento y antagonismo muy altos es difícil construir algo. Es nocivo, le conviene a pocos. Evidentemente hay un interés en que nos peleemos. El concepto de grieta como se instaló en los últimos cuatro años es fascista. Regímenes como el que tuvimos hasta diciembre fomentan eso: los racismos, la homofobia, la misoginia. Es el modelo de Trump en Estados Unidos, de Bolsonaro en Brasil o de Piñera en Chile, que tanto ha sido elogiado. La verdad es que yo creo que hay mucha gente que hoy, con todo lo que está pasando, debería llamarse al silencio.

Evita, Gardel y una posible “historia de la infancia”

Carlos Gardel es el protagonista del nuevo libro de Pigna.

-Mi próximo libro, que saldrá a la luz en breve, es sobre Carlos Gardel y se llamará Volver, con toda la intención de que vuelva, porque creo que está un poco ido. Es un personaje hermoso y es una lástima que lo perdamos, que no le demos la importancia que tiene. Es un tipo que cambió la cultura argentina, que le dio conocimiento y lustre internacional. Una persona que cambió el tango al posicionarse no solo como cantante sino como intérprete: es una persona que entiende lo que está cantando y lo transmite. Una muy buena persona, muy generosa, llena de anécdotas, que ayuda a todo el mundo. Y una persona a la que no le interesaba la política, lo cual desespera a muchos biógrafos (ríe) que necesitan encasillarlo: que era conservador, que socialista, que golpista… Nada que ver. Era una persona que hacía de la música y de su carrera su guía.

-Y si ese libro ya está terminado ya debés estar con algún otro proyecto…

-Tengo muchas ganas de encarar en algún momento la historia de la infancia. Estoy investigando mucho. Lugar al que voy y encuentro algo, lo compro. Pero la verdad es que no hay mucho material. Es sorprendente lo poco que que sabemos sobre la historia de los niños y las niñas.

-Es un tema muy interesante, más teniendo en cuenta lo mucho que ha cambiado el concepto de niñez a través de la historia.

-Totalmente. Y también lo mucho que han cambiado los niños y las niñas. Se ha adelantado la adolescencia y acortado la niñez. Yo creo que es una etapa maravillosa de la vida, que hay que alimentar. Hay que mantener la niñez, no adelantar los períodos ni los procesos. A veces los adultos apuran esos procesos, se nota cuando dicen “mirá lo que hace” o “mirá cómo sabe”, destacando cosas que corresponden a otras etapa.

-También tiende a sexualizarse la niñez desde un lugar adulto.

-Si, tal cual. A las niñas las pintan, las visten de mujercitas. Y todo eso produce un daño enorme, sobre todo porque los chicos y las chicas abordan con mucha más naturalidad ciertos temas que los adultos. Un ejemplo son los cambios en las familias. El otro día fui a un colegio en el Gran Buenos Aires y una nena me dijo: “me hablaron de un compañero diferente y yo no entiendo por qué es diferente”. Es maravilloso. Ni hablar de los temas relacionados con el sexo, que está absolutamente naturalizado. Yo creo que la ESI ayuda pero estaría bueno que no dependa tanto de qué docente te toque sino que sea una cosa mucho más orgánica.

Hace poco dijiste que te interesaba Alberdi…

-Alberdi, Rosas… Personajes no me faltan (ríe)

-¿Cómo es tu relación con los personajes que investigás?

Eva Perón, sueño para algunos, pesadilla para otros.

-Muy intensa. Entablo una especie de amistad. A veces hasta sueño con ellos. A Evita, por ejemplo, la soñaba.

-Como tantas personas…

-Es verdad. Para algunos un sueño lindo. Para otros, una pesadilla.

-Con San Martín debés soñar seguido, teniendo en cuenta que este es el segundo libro que le dedicás…

-(Risas) Si, pero nunca me siento en condiciones de hablar en su nombre, porque me parece una falta de respeto. A veces la gente me pregunta qué diría San Martín sobre esto o sobre aquello. Yo siempre respondo que más que traerlo a San Martín al presente (cosa que les puedo asegurar que no va a hacer) debemos ir nosotros hacia él. Todo lo que pensaba está escrito.

Y así, en una especie de conversación circular, nos despedimos hablando nuevamente sobre el Gran Jefe. Su voz, advirtiendo sobre los peligros de las sociedades permeables a los nuevos fascismos, queda flotando entre nosotros. Como un sueño que puede volverse pesadilla.

@limayameztoy