Entrevista a Diego Javier Rojas
“Hoy en día los chicos llevan a los padres a la librería”
El autor de Una respuesta para Alicia pasó por Mar del Plata para presentar su nueva publicación: Los amigos de la Luna. En esta entrevista nos cuenta cómo fue su inserción en el mundo de la escritura y el gran presente del género infantil en la Argentina.
A raíz de su trayectoria como docente de educación primaria y bibliotecario, Diego Javier Rojas tiene un contacto cotidiano con chicos y chicas que llegan a la lectura por diferentes caminos. Él mismo reconoce no haber tenido una experiencia relacionada con la literatura infantil, género en el cual se ubica como escritor.
“Yo tengo 40 años. En mi época no había una literatura infantil o juvenil como ahora”, dice mientras charlamos esperando que se haga la hora de presentar su último libro, Los amigos de la luna. “Yo leía a Julio Verne, Mark Twain, Emilio Salgari, literatura que hoy no es considerada para chicos. Lo más infantil que leí es a María Granata. Pero el libro que me marcó mucho fue Alicia en el País de las Maravillas de la colección Robin Hood. El primero que me compré con mis propios ahorros”.
A este joven escritor nacido en Olavarría lo sorprende gratamente la gran difusión que tuvieron en los últimos tiempos los géneros literarios enfocados en niños y adolescentes. Entonces, le comento que la Cámara de Libreros del Sudeste de la Provincia de Buenos Aires dice que, en todos los rankings de ventas de la Argentina, la literatura infantil está en segundo lugar después de la novela y el segmento juvenil ocupa el tercer puesto.
-¿Cuáles pensás que serán los factores que potencian el acercamiento de los chicos a la lectura?
-El principal factor hoy es la escuela. Si no se lee en casa, la escuela es el único lugar donde el chico tiene acceso a la lectura y creo que hay muy buenos mediadores, muy buenos docentes que se preocupan por fortalecer ese vínculo. Pero, además, porque los chicos reciben muy buenos materiales, especialmente por los envíos que hace el Ministerio de Educación. Yo los veo y me doy cuenta de que hay muchos chicos que no pueden creer que existan esos libros.
-También hay, tal vez, una mayor apertura de los adultos para que esto ocurra…
-Nosotros siempre pedimos que los padres lleven a los chicos a la lectura y me parece que hoy se está dando a la inversa. Son los chicos los que están llevando a los padres a la lectura. Lo veo trabajando como docente y como bibliotecario en escuelas y con los hijos de mis amigos, que me dicen “me llevó a la librería”. Quedan sorprendidos porque tal vez no sea una visita que un padre tenga programada para un sábado a la tarde, por ejemplo. No. Vas al circo, al cine, al teatro, donde sea, pero no vas a la librería. Y ahora se da: Hoy en día los chicos llevan a los padres a la librería.
Se va acercando la hora de la presentación y con su sexto libro publicado en la mano, Diego me cuenta que no puede ubicar en una etapa clara de su vida el paso de ser lector a formar parte, también, del mundo de la escritura: “Uno se vuelve tan lector, tan lector, que en algún momento todas esas palabras empiezan a dar vueltas y las tenés que volcar en algún lugar”.
-¿Y cómo decidiste dar el paso de escribir a publicar?
-En un primer momento, no le mostraba a nadie lo que escribía, porque todo me parecía una copia. Y es que al tener tanta lectura adentro sentís que ya viste algo así. Pero eso es hasta que encontrás esa partecita de originalidad que creés tener y bueno… cuando lo das a alguien a leer y ves que el material es publicable, ahí estás yendo por buen camino.
-En el género infantil hay una cuestión ineludible que es la ilustración. Porque cuando vos y yo éramos chicos, los libros prácticamente no tenían ilustraciones…
-¡O tenían unas muy pobres y a un solo color!
-¿Coincidís en que el desarrollo del dibujo, de lo visual, también contribuyó al boom de la literatura infantil? ¿Cómo fue tu experiencia en llevar tus cuentos a imagen?
-Creo que es un elemento fundamental. Fijate que a los pequeños lectores el libro les llega por los ojos… Después van por el camino de la historia que se cuenta y esta asociación entre autor e ilustrador es algo que el lector lo va palpando. Yo tuve de las dos experiencias, la de no haber hablado nunca con el ilustrador porque la editorial no lo permitía y ver solamente el producto finalizado; y tengo la de haber trabajado personalmente con el ilustrador, por ejemplo, con este libro (Los amigos de la luna). Pero bueno, me pasó con Una respuesta para Alicia, que las primeras ilustraciones que me propusieron eran horribles: no era mi Alicia, porque el encargado de darle una cara no había entendido la esencia del cuento. Después cambiamos de ilustrador y cuando vi las primeras pruebas me dije que sí. Y ahora no se me ocurre ponerle otra cara. Cerró perfectamente el concepto… por eso yo creo que los ilustradores y los escritores tenemos que esforzarnos por hacer cada vez mejores libros.