Emotiva, reflexiva, cercana, humana. Así es El funcionamiento general del mundo, la última novela de Eduardo Sacheri que, como todos sus títulos, fue publicado por Alfaguara.
Terminado de escribir en plena pandemia, el libro implica un retorno del escritor al terreno en el que se siente más cómodo: el de los hechos pequeños y cotidianos que se vuelven épicos y universales; el de los lazos familiares y la lealtad entre amigos; el de las injusticias que hacen hervir la sangre y esos momentos únicos que hacen que queramos seguir estando vivos.
Y lo hace a través del fútbol, ese universo que conoce tan bien y que, a través de su pluma, se convierte en un pretexto para reflexionar sobre los vínculos humanos, las miserias y grandezas de las personas, las luces y las sombras de cada acontecimiento individual y colectivo. En otras palabras: el fútbol como gran metáfora del funcionamiento general del mundo.
La novela tiene el formato de diario de viaje -un viaje geográfico pero también personal- y transcurre en dos tiempos: por un lado la actualidad, en la que Federico Benítez es un hombre separado a punto de emprender un viaje a Cataratas del Iguazú con sus dos hijos adolescentes.
En la otra punta de la ruta temporal aparece 1983, año en el que Federico es un adolescente promedio, ni del grupo de los populares ni de los intelectuales: un chico más de los que se confunden entre la multitud hasta que algo -un torneo de fútbol, por ejemplo- lo saca del letargo. De la misma manera que en la actualidad un llamado inesperado lo obliga a cambiar sus planes y marchar hacia la Patagonia.
En algo más de 500 páginas, Sacheri volverá a demostrar su capacidad para captar los “espíritus de época”: a través del adolescente Federico, su grupo de amigos y la participación en el Primer Torneo Interdivisional de Fútbol del Colegio Nacional Normal Superior Arturo Del Manos hablará sobre una sociedad todavía marcada por la dictadura, la violencia, el autoritarismo (“daba bronca, impotencia, miedo, asco” dirá sobre un profesor de Matemáticas) y la naturalización de las arbitrariedades.
Pero también reflejará el despertar de una sociedad en su transición hacia la democracia, la importancia de las luchas colectivas y la sensación embriagadora de libertad tras años de represión.
Por su parte, el diálogo con sus hijos Candela y Joel durante los cuatro días de viaje por las rutas patagónicas servirá para reflexionar sobre el presente, los nuevos códigos sociales y las relaciones a veces difíciles entre padres e hijos, sin dejar de lado las nuevas violencias y las injusticias que aún hoy se siguen planteando.
Así como retoma la complicidad con sus lectores varones a través del fútbol, en su nueva novela Sacheri emite guiños explícitos de complicidad y apoyo hacia las mujeres y sus luchas. Lo hace a través de dos personajes fuertes: en primer lugar aparece Marta Muzopappa, la profesora de plástica, la heroína sacheriana de turno, la figura anónima capaz de cambiar las vidas de quienes tienen el privilegio de (re)conocerla.
Por otra parte se destaca Candela, la hija adolescente cuya mirada contestataria y feminista le hará descubrir a Federico las marcas que el machismo y el patriarcado dejaron en la sociedad en la que a él le tocó crecer: “no lo había pensado, tenés razón, fue injusto” reconocerá al revisar una decisión que benefició a los varones y perjudicó a las mujeres.
Escrita de manera ágil y coloquial, la novela cuenta con algo más de 500 páginas en las que el autor de La pregunta de sus ojos, La noche de la Usina o la reciente Lo mucho que te amé se sumerge en esos momentos transicionales de la historia -en este caso, con la Guerra de Malvinas y la consolidación de la democracia como telón de fondo- en los que, casi sin darnos cuenta, pueden definirse grandes cosas: desde la personalidad de un adolescente retraído hasta el futuro de un país.
@limayameztoy