Tengo que confesarlo: primero vi la película.

Llegué 11 meses tarde a enterarme de la existencia de la película de “la mina que estaba encerrada y tenía que matar para sobrevivir”, en resumidas cuentas, porque así me contaron la historia.

Vi la película una noche de febrero y al otro día estaba en la puerta de la librería esperando para comprar el libro. Toda mi vida fui impaciente. No se qué significa tener que esperar. Y entonces fue cuando me puse en una mano Los Juegos del hambre y en la otra En Llamas (la segunda parte), y tomé mi decisión.

Me fui feliz caminando sabiendo que al fin iba a saber cómo seguía la historia de Katniss Everdeen, la chica en llamas. Si, compré el segundo libro sin haber leído el primero. Pero eso ya es tema de otro post. Pasaron unas semanas y ya había visto la película, me había comprado el segundo libro, y el tercero.

Vivo en Mar del Plata y suelo mudarme a Buenos Aires para trabajar en la Feria Internacional del Libro. Ese paraíso que solo aprecian y entienden los lectores empedernidos. Trabajaba mucho y sabía que estaba rodeada de libros. Era una oportunidad ideal para comprarme uno. ¿Cuál me compré? Si, ese libro con el cual tenía una deuda pendiente: Los juegos del hambre.

Duró en mis ojos poco más de dos días, no porque trabaja poco sino porque siempre encontraba el momento para leerlo, o me lo inventaba. Estaba enganchada. Además pensaba, si en una feria del libro no puedo leer, entonces ¿en dónde podré?

Los juegos del hambre, es el primer libro de la trilogía creada por Suzanne Collins, seguido por En Llamas y su última y tercer parte, Sinsajo. La adaptación libro-película es muy buena. Era evidente que Suzanne Collins, su escritora, había colaborado en la dirección de la película. Collins nos plantea el personaje principal de Katniss Everdeen, una joven de 16 años que vive junto a su madre y su hermana Prim, en el Distrito 12 de Panem. La historia se desarrolla en un futuro incierto, en un lugar que alguna vez fue Estados Unidos y que hoy se encuentran 12 distritos, gobernados por el Capitolio.

Todos los años, el Capitolio selecciona a 12 parejas de jóvenes, hombre y mujer, para representar su distrito y luchar o morir en los Juegos del Hambre: una arena en la que se desarrollan diferentes escenarios de supervivencia. Según el Capitolio, estos juegos son para honrar a su gobierno por haberlos salvado de la desolación en la que habían caído, luego de que Estados Unidos dejara de existir.

Solo Katniss lograba ver con claridad la situación: el sistema los controlaba a su antojo

El día de la elección de los representantes en los juegos había llegado, por lo que todos los jóvenes podían ser sorteados para ir a los juegos. La mujer seleccionada del Distrito 12 fue Prim, la hermana menor de Katniss, quien no pudo soportar la situación y se ofreció voluntaria para reemplazar a su hermanita. El hombre elegido fue Peeta Mellark, alias “el panadero”, y juntos con Katniss, partieron hacia el Capitolio, para someterse a esta locura existencial.

Los personajes conocen a sus contrincantes, jóvenes de los demás distritos, dispuestos a matar a quien sea con tal de salir ganador de la competencia. Solo Katniss lograba ver con claridad la situación: el sistema los controlaba a su antojo y nadie era capaz de notarlo y menos que menos, hacerle frente al poder totalitario de un Capitolio que vivía en la riqueza, dejaba en ruinas a los Distritos, y sometía todos los años a que 23 jóvenes mueran en vano y uno se consagre ganador de los Juegos del hambre. En esta primer entrega veremos como Katniss se vuelve el símbolo de la revolución, y la sociedad desamparada comienza a apoyar el derrocamiento del Capitolio.