Gloria Casañas se confiesa enamorada de la Navidad. Aunque no reniega de los aspectos más conocidos de la festividad por estas tierras –“me gusta fabricar adornos, engalanar la casa y amo leer historias navideñas” dice- también aclara que no es lo único que la atrae.
Otro aspecto que la fascina es que “el espíritu navideño” parece ser un denominador común entre distintas comunidades que se desarrollaron en diferentes espacios geográficos e, incluso, en distintas épocas. “La idea de renacer, renovar el espíritu y despojarse de lo viejo es común a muchas cultura” afirma la autora de “Noche de Luna Larga” –Plaza & Janes- quien añade que ese “fondo común entre distintas cosmovisiones siempre me intrigó y por eso suele aparecer en mis novelas”.
La autora hizo estas y otras afirmaciones durante un diálogo “a distancia” mantenido con Revista Leemos a pocos días de su presentación en la 13º Feria del Libro de Mar del Plata, que tendrá lugar el viernes 13 a las 20 en la Estación Terminal Sur -Alberti y Sarmiento-.
En la oportunidad, la escritora explicó que su última novela forma parte de una tríada integrada por tres historias independientes, pero ligadas entre sí por los personajes y por el tema de la Navidad. Al ser consultada sobre la inclusión de la temática indígena en dicho libro, la autora afirmó que es un tema que le interesó “desde siempre”, por lo que suele aparecer en sus textos: “el choque de culturas, la diferente concepción del mundo, el mestizaje, la frontera, son mis temas favoritos” afirmó.
El diálogo con Casañas comenzó con una consulta de Leemos sobre los orígenes de su confeso amor por la época navideña:
-La Navidad en mi infancia siempre fue sinónimo de reunión familiar, Papá Noel en persona, arbolitos y pesebres armados en conjunto, y una sensación de expectativa por el final de clases, las vacaciones, el verano, una suma de cosas lindas que yo disfrutaba mucho. Al paso de los años conservé ese espíritu y se lo transmití a mis hijos, recreando para ellos lo que yo viví. El mensaje de amor que nos trae la Navidad me sigue conmoviendo, y antes de que la electrónica nos invadiese, solía escribir decenas de tarjetas que enviaba por correo a mis amigos. Me gustan los preparativos, fabricar adornos, engalanar la casa, y como amo leer historias navideñas y ver películas de ese tema en las vísperas, quise escribir mi propia novela y ofrecerla a los lectores como regalo de fin de año.
-En este caso también aludís a una leyenda indígena que habla de una noche larga en la que se puede dejar atrás el pasado y tener un nuevo comienzo. ¿Qué te llevó a apelar a esa historia?
-La idea de renacer, renovar el espíritu y despojarse de lo viejo es común a muchas culturas. Hay momentos propicios para hacerlo. En la tradición algonquina y la de otras tribus del hemisferio norte que viven inviernos muy duros, la noche más larga del año es la más difícil: pueden morir de frío o faltarles el alimento si no están bien preparados, por eso se hacen promesas y ofrendas. A partir de esa noche, la tierra empieza a despertar, ya están en ciernes los brotes de primavera, el sol de a poco calienta más, es un renacer de la vida. Y la Lunarige esos ciclos: la siembra, las cosechas, los nacimientos, las mareas. Es una deidad antigua y venerada. La Navidad entre nosotros no está ligada a ese clima riguroso, pero tiene la misma significación de renuevo, es la oportunidad de renacer junto al Salvador, ser mejores, dejar atrás lo malo que fuimos o que tuvimos. Hay un fondo común en las cosmovisiones que siempre me intrigó, por eso suele aparecer algo de eso en mis novelas.
-Para escribir esta novela tuviste que investigar sobre las costumbres no sólo de otra época sino de otro espacio geográfico, como es el Este de Estados Unidos. Y también planteás un conflicto entre dos culturas, la india y la anglosajona, lo que también te debió llevar su proceso de investigación. ¿Cómo fue todo ese trabajo?
-El tema indígena es una constante en mi trabajo, me interesó desde siempre, por eso estudié además Antropología y por eso investigo mucho el asunto tanto en los tiempos coloniales y patrios de nuestra historia como en el presente, los conflictos que surgen. El choque de culturas, la diferente concepción del mundo, el mestizaje, la frontera, son mis temas favoritos. Tuve la oportunidad de conocer de cerca la cultura del Este de los Estados Unidos, la región donde nace la civilización misma de ese país, y de donde vinieron la mayoría de las maestras norteamericanas que trajo Sarmiento a forjar el Normalismo. Dicté dos cursos durante el semestre de otoño 2014 en Massachusetts, en la Universidad de Framingham, y vivir y trabajar en el corazón de esa cultura me inspiró mucho para escribir. De esa experiencia nació “La salvaje de Boston”, cuya protagonista femenina es Livia Cañumil, la pequeña discípula de “La maestra de la laguna”, convertida en mujer y maestra normal, que viaja para perfeccionarse en los jardines de infancia. La historia norteamericana me interesa, por eso escribí también “Por el sendero de las lágrimas”, la epopeya de los cherokee, y no descarto que en novelas futuras aparezcan otros procesos históricos de aquella sociedad. Hay mucho para contar.
-Este libro cuenta la historia de Juliana Balcarce, hija de la famosa protagonista de “La maestra de la laguna”.¿Por qué decidiste tomarla como personaje protagónico? ¿Podrías seguir escribiendo sobre personas cercanas a ese grupo familiar?
-La verdad es que siempre que intento dejar de lado a los personajes de la serie histórica, me surge una nueva idea con alguno de ellos. Y coincide con los pedidos de mis lectores, que tampoco los quieren soltar. Noche de Luna Larga tuvo como protagonista a Juliana Balcarce porque me gustaba su carácter y porque quería retomar también al personaje de la abuela, que todavía tenía cosas para decir y había figurado en novelas anteriores sin mucho protagonismo. Me pareció ideal que la nieta la acompañase en la época navideña en el hemisferio norte, ya que quise una Navidad blanca como la que recreamos de niños, con su nieve, sus bellotas, sus abetos y sus chimeneas. Aunque no sea la que nosotros vivimos, es la que leemos e imaginamos en la infancia. Las otras Lunas de la tríada transcurrirán en otras partes.
-Quiere decir que habrá más de una Luna…
-Si, es una tríada llamada “Tres Lunas de Navidad”. Son tres historias independientes pero ligadas por un tema, en este caso la Navidad y el espíritu que conlleva. No es trilogía, en el sentido de que no se continúa una en la otra, aunque sí están relacionadas por sus personajes. Por eso “tríada” me pareció la palabra que mejor reflejaba la idea. Cada historia puede leerse por separado, sin perjuicio de saber más sobre los personajes al leer las demás.
-El género histórico está pasando por un momento excepcional. No sólo desde la perspectiva romántica sino también desde otros géneros, como el policial. ¿A qué creés que se debe ese interés por la historia?
-Creo que cuando podemos entrar en la historia de la mano de los
personajes de la literatura, la vivimos en carne propia, la entendemos en un nivel más personal, y eso nos conmueve. Resulta imposible no interesarse por la historia, ya que es el protagonismo absoluto del hombre. Y además la historia es maestra, nos enseña mucho sobre la conducta humana. Una profesora que tuve en la adolescencia dijo una vez: “la Historia es toda la cultura”. Y tenía razón.
@limayameztoy