Vino a Mar del Plata para presentar Las huellas del rencor en el ciclo Verano Planeta, pero acá se encontró con la noticia de que se reeditará toda su obra poética.

 

El ciclo de charlas Verano Planeta tiene una característica específica para Revista Leemos y es que, en el marco de las entrevistas que se pautan con los escritores, siempre nos toca el último turno antes de la charla. Puede resultar una desventaja si consideramos que el o la escritora en cuestión ya se pasó todo el día respondiendo las mismas preguntas una y mil veces a los diferentes medios de la ciudad. Pero también es cierto que, por el mismo cansancio de la reiteración, la persona que nos recibe está más  suelta, más abierta a otros temas que no se restringen necesariamente al libro que viene a presentar.

Por eso entro a la biblioteca del hotel donde se dan las charlas haciendo bromas sobre esta condición de ser la última y cómo ser creativa o movilizadora con las preguntas ante un Santiago Kovadloff, que se limita a sonreír y representar con gestos mis comentarios.

“Hablemos del libro… pero, principalmente, hablemos de poesía”, pruebo cuando aún no termina de sentarse. “No sabés cuánto te lo agradezco”, dice y suspira. Y yo también. Entonces me cuenta del libro que se editará en breve y que se llamará Hombre Reunido, donde se condensarán los 10 poemarios que ya se han publicado de este filósofo, poeta, traductor y escritor de literatura infantil, entre otras actividades intelectuales.

Lo escucho terminar la frase con un “Estoy feliz” y yo me olvido de felicitarlo por esa noticia porque quiero saber qué le pasa con sus propios lectores, los mismos que vienen a escucharlo en su charla. “Es muy emocionante y conmovedor. Es difícil seguir el periplo que va desde el momento en que uno se sienta en su mesa y toma una pluma, desde ese instante a este instante en que hay gente que viene dos horas antes para escuchar a un escritor. A uno lo llena de gratitud y es muy difícil identificarse con el personaje que logra eso. Yo, por lo menos, no puedo, no termino de entenderlo. Y desearía comprender mejor por qué la propia palabra llega tanto. Qué es lo que uno dice”.
-Y eso mismo, ¿no le pasa cuando lee? Por ejemplo, uno cierra un libro y piensa: “cómo es que este tipo dice estas cosas y me hace sentir así…”

-“Es  bien cierto lo que vos decís, la gratitud que uno siente hacia un escritor… yo la conozco, para empezar, por William Shakespeare o los griegos. Y es que uno advierte, cuando lee a un gran escritor, que uno ya fue dicho. Hubo alguien que, aun antes de que naciéramos, supo expresar lo que nos ocurriría. Entonces, eso genera una vivencia de gratitud y alegría infinita, porque encontrarse en la palabra es darse la posibilidad de discernirse. Estamos hechos de palabras.”

-Hay un otro que se reconoce en estas palabras y es cierto que compartimos una experiencia, en un tiempo, en un momento y una lectura sobre eso, pero no deja de ser sorprendente porque no hay nada más subjetivo que la palabra, ¿cómo es que encontramos un punto común? ¿Cómo se da eso?

-“Es muy filosófico esto: ¿Cómo puede ser que un elemento tan intransferiblemente personal sea, al mismo tiempo, colectivamente te significativo? Yo creo que hay una pequeña posibilidad de respuesta y es que lo que motiva la palabra es un repertorio de vivencias compartidas. Aun cuando el registro sea personal, la dimensión de lo común irrumpe en esa palabra personal. Yo creo que lo inmensamente subjetivo no deja nunca de formar parte de un patrimonio compartido”.

Me cuenta, a grandes rasgos, el tema que aborda en la charla, así como las personalidades de la cultura que retoma en su libro Las Huellas del rencor, el mismo que viene a presentar y al que resume como un análisis sobre “el efecto que la construcción del otro como enemigo tiene en una sociedad sin recursos institucionales sólidos para moverse en un espacio republicano y democrático”. Kovadloff, que actualmente se desempeña como asesor ministerial en el gobierno nacional que encabeza Mauricio Macri, dice que el kirchnerismo constituyó un estado paternalista y un espacio en el que muchos de los seguidores “encontraron por fin una referencia en la construcción posible de un país”.

-¿No es posible identificar, en este contexto, una corriente de empoderamiento de la juventud?

-“Si, también. Yo creo que efectivamente algo de eso hay. Pero a mí me parece que hace mucho tiempo los adultos no jugaban un papel paternal como los Kirchner. Y todo esto en una sociedad fuertemente debilitada desde el punto de vista institucional en el que, fatalmente, la ley termina supeditada al poder. Y yo creo que eso es una delimitación del kirchnerismo”.

Llegados a este punto –si vamos a hablar de vida institucional en Argentina pienso irremediablemente en dos fechas exactas: 24 de marzo de 1976 y 19 y 20 de diciembre de 2001- le planteo si considera que ese debilitamiento de las instituciones democráticas y republicanas ha sido constante desde la última dictadura cívico-militar o si reconoce en el proceso histórico algún intento de resurgimiento de lo institucional. Kovadloff me cuenta que, de acuerdo a su parecer, “la dictadura terminó de debilitar los valores cívicos y republicanos, los arrasó” -y agrega-: “también los arrasó la guerrilla”. Concluye que el kirchnerismo vino a capitalizar esa  profunda desarticulación institucional “para crear nuevos modelos de liderazgo y de organización y que los jóvenes encontraron allí un espacio posible de reconstrucción de su propia identidad política en un marco donde la democracia y la república no habían contribuido de forma notable, después de la dictadura, a reflotar esos valores”.

Mientras los minutos en la biblioteca avanzan, nos concentramos en “los jóvenes”. En cuanto a lo político, reconoce que se logró una recuperación en tanto que herramienta para la construcción democrática, y sentencia: “Me parece que ahora sí vamos hacia otro tipo de política y, al mismo tiempo, basados en la necesidad de una reorganización republicana en el marco de la convivencia y no de la exclusión, en el orden ideológico, que todavía está por verse”.

Otros cambios sustanciales, simultáneos a estos que Kovadloff interpreta en el ámbito de lo político, se evidencian en las producciones literarias y, específicamente, en la poesía joven: “En estos momentos, lo que prepondera en la poesía joven es una fuerte abstención de la intención narrativa. Hoy opera por sintagmas casi audiovisuales: una superposición de imágenes que tienen una finalidad de despliegue visual y emotivo pero no articulada en un discurso con una intención predominantemente narrativa. Es más bien la transmisión de emociones donde la desarticulación es la línea dominante. Si está bien o mal, no lo sé, pero sin duda responde a una necesidad”.

-¿Qué otros elementos distintivos encuentra en la nueva poesía, respecto de su generación?

-“Yo creo que mi generación es, posiblemente, la última generación que sintió interés en sus predecesores. Los jóvenes hoy pueden sentir que son un punto de partida sin deuda con el pasado. Si esto es sólido o no, no lo sé, pero me parece que esta presunción de que no hay deuda con el pasado ni hay detrás de ellos nada que merezca una consideración particularmente admirativa, es muy fuerte”.

-¿Desde algún punto, narcisista?

-“Si, autorreferencial. Para nosotros, quienes nos precedieron son maestros. Necesitamos volvernos hacia ellos para avanzar. A mí me parece muy interesante que los poetas jóvenes no tengan esa necesidad. A lo mejor porque la continuidad generacional se rompió, que es lo que hablábamos en lo político también. Hay una transversalidad que ya no existe y que en el orden tecnológico es muy evidente porque se produjo un cambio subjetivo”.

-¿Le parece que los avances tecnológicos propiciaron esta ruptura en la temática y la esencia poética también?

-“Creo que hay una transfiguración de la subjetividad -potenciada por los mecanismos de comunicación- en los conceptos de tiempo, de espacio, de diálogo, de  encuentro, de la simultaneidad, de síntesis en el lenguaje y de prescindencia de recursos expresivos como los signos de puntuación. Yo todavía tengo la propensión a escribir en español”.

-¡Qué antigüedad! (risas) …Entonces, ¿asistimos a una poesía más cinematográfica?

Fuertemente. Los jóvenes parecen tener la necesidad de darle a lo audiovisual un protagonismo que entre nosotros estaba asociado a la metáfora, pero como recurso de expresión de un concepto. Son cambios. Yo todavía pertenezco a una generación que se muestra sensible, en forma expresa, en términos de tiempo y de espacio y de la muerte. Del amor también. El amor ha sufrido un cierto descrédito en las generaciones jóvenes”.

-Es que nos deshicimos de muchos mandatos…

-“Ya lo creo. Con mis hijos lo veo. Con los dos más grandes, que tienen más de 40 años, todavía comparto un repertorio de valores comunes. Pero la más joven, que tiene treinta, se mueve en otro universo axiológico”.

-En cuanto a la percepción del género, ¿le parece que en esta poesía del Siglo XXI hubo un quiebre? ¿Dejó de ser un género fundamental?

-“Dejó de ser un género colectivamente reconocido. Fundamental creo que sigue siendo. Pero no solo para quienes la escribimos, sino para quienes la leemos. Yo encuentro en la poesía la condensación máxima del valor de la expresión literaria. Y ese nivel de condensación exige, al mismo tiempo, por parte de la sensibilidad del que lee una enorme  capacidad de dejar que las palabras operen  como una lámpara de Aladino que se abre y convoca todas sus emociones. La prosa, sobre todo la prosa narrativa, despliega y abre lo que en la poesía se condensa y cierra. Pero sin poesía la prosa no vive, no necesariamente debe ser un género literario: la prosa es prosa y es bellísima, pero sin la poesía no hay aliento en la palabra”.

Con esa frase compruebo que ser la última en el orden de las entrevistas pautadas por la editorial para difundir las charlas del Ciclo no es, definitivamente, una desventaja.

Como periodista, no puedo evitar ir por ahí preguntándome cuál es la noticia de cada cosa que veo o cada encuentro que tengo. Esta charla me brinda una respuesta que me sorprende: la noticia no es el libro, ni el personaje detrás del libro. En este caso, la noticia es la palabra, la palabra de un Hombre Reunido.