La temporada trae a Mar del Plata espectáculos para todos los gustos. Y entre esas numerosas propuestas también trae historias nuevas, historias repensadas, historias que cuentan sobre nuestra historia. En ese mismo tren está Merceditas Elordi, actriz, directora y dramaturga que este verano pone en escena dos obras de su autoría: La música del viento, que además dirige; y El Legado, que interpreta bajo la dirección de José Toccalino.
Es marplatense pero desde hace varios años vive y trabaja en Buenos Aires donde, cuenta, nunca ejerció como Bióloga, que es su “otra profesión”. Allí se dedicó de lleno al teatro, y así vuelve con el calor de estos meses a Mar del Plata. Con historias que contar.
“Cuando me fui entrené con Agustín Alesso y con Marcelo Savignone, y trabajaba en la compañía de Mariano Moro. Después entré al elenco de Marcelo y trabaje seis años con él. Hacíamos obras de Chéjov, hermosas. Pero con esas obras no pude venir a Mar del Plata. Recién pude hacerlo autogestionándome”, dice mientras intenta destapar su botella de agua fría.
El año pasado ganó el premio Estrella de Mar en teatro alternativo con Entropía o el orden de lo vano. Este año tuvo dos nominaciones, una en la categoría “autor nacional” por La música del viento y otra en “Actuación protagónica femenina de drama” por El Legado. Se llevó la estatuilla por esta última.
-¿Cómo fue el paso de poner el cuerpo a las obras y los personajes de otros a hacerlo para tu propia construcción, tus propios personajes?
-Es paso a paso. Yo primero fui actriz y esperaba siempre que alguien me convocara para trabajar. Después empecé a dirigir y llegó el momento de que la que convocaba era yo. Empecé a intentar escribir en 2012, hice un seminario y escribí tres obritas. Me sirvió un montón pero no me gustó ninguna como para llevarlas al escenario. Hasta que me pasó algo que me llevó a decidirme y decir ‘basta de ensayos’: estaba ensayando una obra con una actriz y un actor, la obra era de un autor mexicano y el actor me había dicho que él tenía los derechos. La obra no me gustaba mucho pero me copé con el proyecto. La cuestión es que, cuando estábamos por estrenar, me enteré que había que pagar derechos. Y ahí es cuando me cuestioné por qué me embarcaba en proyectos que no me convencían del todo, por qué no empezar realmente a escribir y hacer mis propias producciones. A partir de ahí escribí Entropía o el orden de lo vano. Fue la primera que escribí y monté, y que dirigí. Hicimos dos temporadas en Buenos Aires, una acá y fue seleccionadas para un festival en Colombia, muy bien para teatro alternativo.
-¿Hay obras que escribís pensando si es para Mar del Plata o para Buenos Aires?
-Creo que hay obras que son más para temporada pensando en la mirada del turista. Por ejemplo, La Música del viento es una comedia dramática, es divertida, el espectador la va a pasar bien, puede ir con toda la familia, van a disfrutar de un buen teatro. No es intelectual o encriptado. En cambio, El Legado, es un drama. Y yo no sé si todo el mundo quiere ver ese tipo de espectáculos cuando está de vacaciones. La estrené acá, no es la obra ideal para la temporada en Mar de Plata, pero el teatro es teatro. La oferta es múltiple y el espectador es el que va a elegir qué quiere ver y qué no. Yo cuido al espectador, le doy un valor enorme al público que viene a ver la obra, es lo que te sostiene.
-¿Cómo te posicionas frente a una idea nueva, para empezar a escribir? ¿Frente a los temas, las historias que querés contar?
-Cada proyecto es diferente. No hace tanto que soy dramaturga. A veces sale de un trabajo previo con los actores, voy viendo algo que se va gestando, una potencialidad y eso me impulsa a escribir. Eso me pasó con Entropía. Surge de ver un trabajo creativo, un proceso, y empiezan a aparecer personajes, situaciones, una historia para contar.
-Entonces es una constante intertextualidad…
-Totalmente. La música del viento la escribí en el marco del seminario de Kartun, así que fue un trabajo armar escenas, elegir, descartar. La obra fue apareciendo de casualidad y se sigue reescribiendo hasta ahora. Porque incluso, la que traje a Mar del Plata este verano tiene cambios en la estructura dramática con respecto a la que presentamos en 2017 en Buenos Aires. Sobre la marcha pulimos algunas cosas del texto que se podían modificar, pero para eso necesitaba tener un tiempo de trabajo y de ensayo con los actores.
Merceditas Elordi cuenta que realizó un trabajo concreto para escribir la obra El Legado. “Surgió de un deseo de escribir sobre un tema que funciona muy fuerte en mí, que es el de la ancianidad”. Me explica que en ese momento estaba a punto de ser abuela y se le juntaron “dos cuestiones: quise escribir sobre una abuela que busca a su hija y a su nieta, pero que está muy vieja y sabe que no puede seguir buscando”.
En esta puesta, que ella escribió e interpreta bajo la dirección de José Toccalino, sube a escena todos los sábados en la sala teatral Cuatro Elementos, ubicada en Alberti 2746. Cuenta la historia de Carmen, un personaje que Merceditas construyó inspirada en testimonios y datos reales que obtuvo a través de diferentes entrevistas personales en la sede de Abuelas de Mar del Plata. “Yo sabía que quería escribir un personaje que generara empatía”, dice.
“A pesar de que se habló mucho sobre este tema me di cuenta de que hay mucha gente que le escapa. Y yo pienso que tiene que ser un mensaje universal. Y creo que eso se cumple en la obra, está cuidado al mínimo detalle, no cae en lugares comunes”.
-¿En quiénes pensabas cuando escribiste esta obra?
-En teatro se dice que la fila tres es en la que está siempre el ojo crítico. Entonces, al crear cada uno se imagina a quien tiene sentado en su fila tres. Yo senté ahí a todos los que no piensan como yo. Te podría poner nombre y apellido. No es un mensaje partidario, pero es para todos los que no quieren seguir hablando de este tema, los que dicen que ya está, que ya fue. La obra habla desde el amor y desde la vida, no desde la venganza ni nada de eso.
-Vos lo dijiste, la palabra es empatía.
-Exacto. Yo quiero que ellos estén sentados. Me encantaría que estuviese sentado el Diputado Massot ahí, y estoy segura de que se sentiría transformado. Estaría buenísimo eso, y no tengo anda en contra de él. Pero creo fervientemente en el poder de transformación de lo que uno hace.
-¿Los premios sirven?
-A veces sí, y a veces no. A veces genera lo contrario, alguien se lo cobra. Pero, en general, sirve porque el espectador tiene una referencia y eso suma a la hora de que el espectador entre las 200 o 300 obras que tiene para ver, se le acote un poco. Y en Buenos Aires, bueno, te suma antecedentes. A la obra y a la persona, porque es muy duro después conseguir la sala, presentar proyecto, conseguir un subsidio para producción de obra, etc.
-Siempre es un volver a empezar.
-Es el trabajo del artista, el que pinta, el que escribe, uno trabaja por proyectos y un proyecto se va ensamblando con otro. No se termina nunca.
@trianakossmann