Hace dos días se conoció el resultado de la 23° edición del Premio Clarín Novela 2020, un galardón que este año tuvo como jurado a Liliana Heker, Martín Kohan y Clara Obligado. Poco antes la organización había dado a conocer la lista de las finalistas y entre ellas se encontraba Manola, firmada entonces bajo el seudónimo María Teresa -por exigencias del concurso- pero que en realidad se trata de una obra presentada por Nicolás Carangelo, un marplatense de 35 años.
El ganador del Premio fue Ignacio Arabehety por su libro Asomados a un pozo. Y la novela de Nicolás quedó entre las diez mejores de las 1.046 que se presentaron este año a uno de los más reconocidos certámenes de narrativa de nuestro país.
El autor recibió a Revista Leemos en su casa en la zona del macrocentro de la ciudad, y contó su impresión sobre los resultados: “Que Kohan haya leído mi novela, para mi, ya es un sueño. Me vuelvo loco”.
¿Cómo te decidiste a participar?
Hace cuatro o cinco años que vengo presentando obras. Ahora, mirando para atrás, me digo ‘y claro que no la iban a elegir’. Uno tiende a pensar: ‘Estos no saben nada de literatura, ¿Cómo no eligieron mi obra?, ¿Qué están pensando?’. Pero si ves para atrás, te das cuenta de cuánto laburo les faltaba. Y yo siempre quise participar y siempre insistí, en este y en otros concursos.
Esta novela la escribí el año pasado, el periodista Emilio Cico me hizo un informe de lectura, que es como una instancia previa a una corrección y me hizo muchas observaciones. En base a eso, la replanteé toda durante los dos meses que me quedé varado en la casa de mi hermana en Estados Unidos. Cuando pude volver a Mar del Plata, la reescribí completamente, contando los días para llegar al Premio Clarín, era mi deadline.
¿Y cómo fue ese trabajo de reescritura?
Más que nada quité, saqué, borré. La primera vez la hice toda en tercera persona, entonces ya sabía lo que pasaba: muchas situaciones en simultáneo, los diferentes personajes. Y la segunda vez que la escribí tomé la perspectiva del personaje principal, que es Manola, y desde ahí me empecé a conducir, sin que ella supiera lo que se estaba tramando a su alrededor. Pasarla de un narrador omnipresente en tercera persona a una primerísima persona es un replanteo completo.
¿De qué se trata Manola?
Manola es una mujer de sesenta y tres años que pierde a su hija de cuarenta, ya perdió a toda su familia y tiene un bienestar económico. Pero está sola. Una noche de frío, cuando vuelve de velar a su hija, ve a un linyera, una persona en situación de calle, que está en el baldío de al lado de su casa y lo invita a pasar la noche. Pero este hombre vive en ese baldío, así que lo empieza a ver todos los días, le hace encargos, y de a poco se va metiendo en su casa y en su vida. Pero además, Eneas, el linyera, es el que cuida los coches en la cuadra y tiene otros amigos… y de a poco se van sumando otros personajes.
¿Sucede en Mar del Plata?
Todo pasa en Mar del Plata. Usé varios lugares: donde viví en San Lorenzo y Corrientes; un baldío que está acá cerca, sobre Rivadavia. Y cuando ya la había empezado a escribir todos los días me levantaba temprano y veía por la ventana que enfrente de mi casa había una persona en situación de calle y la gente de la casa de al lado todos los días le abría el garaje para que guarde sus pertenencias. A la noche sacaba todo y volvía a dormir en la calle. Ahí me dije ‘esto que estoy escribiendo está pasando’.
¿Cómo reaccionaste cuando te enteraste de que la novela era finalista?
Una mañana prendo la compu, abro el Facebook esperando la noticia como todos los años, que presento cualquier cosa que no vale la pena. Fue un choque. Scrolleando me dije ‘A ver quién quedó’, pero miraba y no podía comprender lo que estaba viendo, Manola ahí. Me quedé helado.
¿Escribís desde siempre?
Si. Hubo un momento en que tomé una decisión y me propuse dedicarme más de lleno. Yo trabajaba como empleado en una farmacia y renuncié y busqué trabajo en una librería. Quería estar rodeado de libros y así fue como conocí a Mariano (Taborda) y Emilio (Teno), y yo ya sabía que ellos se habían leído toda la librería (risas).
Contame sobre tu experiencia en el Taller de Narrativa…
Me había metido en otros talleres, pero no sentía que fueran los espacios que necesitaba. Y ellos son unos grosos. Te guían en todo. Yo venía escribiendo, de toda la vida en realidad, pero cosas que no puedo ni pensar ahora, y ellos me agarraron como un nene de las axilas y me pusieron en el camino. Con ellos siempre trabajé el cuento y creo que fue una buena manera de arrancar porque te permite ver un resultado inmediato. Esto funciona o no. Ahí hay que prestarle atención. Yo tengo la teoría de que un texto bueno es un texto que gusta. Puede estar mal escrito, pero si gusta, está bien. O puede estar muy bien escrito, pero no llegar a nada. No va a ser bueno aunque esté bien escrito. Las palabras tienen que fluir, y esas críticas te las puede hacer cualquiera.
Si no fuera así, Roberto Arlt no hubiera existido. Y no habría mucho por donde entrarle a la literatura, sería más o menos siempre ‘lo correcto’…
Pero, además, también me di cuenta estos años de taller que hay que prestarle mucha atención a la voz. Una buena voz mata el tema. Es algo que aprendí con los chicos en su taller. Y también dejame decirte que hay que elegir el taller que uno hace, hay opciones, no hay que agarrar lo primero que encontrás o quedarte en cualquier lado. Es un tema sensible. Yo hice talleres con Gustavo Nielsen, con Guebel, con Romina Paula, que también hace teatro, y creo que hay que saber que mucha gente que escribe trabaja de dar taller y van a estar contentos de trabajar con tu texto. Si vos lo elegís, vas a tener un mejor resultado.
Y ahora, ¿A dónde va Manola?
Yo creo que esto es un empujón muy grande. Todos los años del Premio Clarín participan unas 600 novelas, y este año hubo 1046. Manola quedó entre las diez primeras. Para mí es un shock, porque alguien que admiro me está diciendo que algo que escribí tiene valor y un poco todavía no lo puedo creer. Pero pasó hace dos días, así que no sé, me gustaría volver a probarla en otro concurso. Me gusta ese desafío.
@trianakossmann