La escritora Silvia Plager estará este sábado en Mar del Plata para presentar su nueva novela, Pequeña Viena en Shangái, editada por Plaza & Janés, en la que narra la vida de la comunidad judía en Shanghái, a través de la odisea de una familia de refugiados austríacos durante la Segunda Guerra Mundial.
La actividad de este sábado se llevará a cabo a las 11.30 en el nivel cines del Shopping Los Gallegos –Rivadavia 3050- y contará con la coordinación de Mercedes Giuffré y la moderación de Iñaki Rubio.
Antes de su llegada la ciudad, la autora de Amigas, Prohibido despertar, Boca de tormenta, El cuarto violeta y Boleros que matan, entre muchas otras, charló con Revista Leemos sobre la narrativa actual y la relación entre ficción y realidad.
En su nuevo libro, Plager cuenta una historia ubicada en el año 1938 y que protagoniza un médico judío. El personaje comprende que la única salvación posible ante la persecución que sufre su comunidad es conseguir la visa del consulado de China en Viena y huir con su familia hacia un destino que lo espanta.
De esta manera, la novela describe “la vida de la comunidad judía dentro del gueto de Hongkou y del barrio llamado “Pequeña Viena” por sus nostálgicos almacenes y cafeterías. Un sitio en el que los refugiados austríacos y alemanes intentaron mantener sus costumbres a pesar de las hambrunas y las restricciones”.
Usted contó que esta historia le llegó por medio de una amiga… ¿Cuántas veces se encuentra con gente que le pide que cuente su historia? ¿Qué anécdotas o ideas le han quedado pendientes y cree que merecerían ser retomadas?
-Es frecuente que la gente te relate una experiencia de vida para que la escribas pero solo en dos oportunidades la historia transmitida prendió en mí y se concretó en una novela. De mis veinticuatro libros solo dos han tenido ese origen: La rabina, finalista del premio Planeta 2005 que se editó por ese sello y años después reeditó Sudamericana y Pequeña Viena en Shanghái que, como anticipo en la dedicatoria y en el agradecimiento, nació del pedido de mi amiga médica, Donata Chesi, que había viajado a un congreso en Shanghái y, a su regreso, no dejaba de bombardearme con links referidos a la presencia de miles de judíos en Shanghái y el rastro que habían dejado en China. Es obvio que tuve que investigar mucho en ambas ocasiones.
Por qué piensa que tantas personas creen que su historia (o una que escucharon o conocieron) son dignas de convertirse en novela? Qué idea de la relación entre realidad y ficción cree que se esconde detrás de esas propuestas y cómo vive usted esa relación?
-La realidad y la ficción se nutren mutuamente. Muchas veces alguien comenta de otro “tuvo una vida de novela”, como metáfora de una existencia plena de aventuras, pero sabemos que hay novelas excelentes que son lo contrario. Por ejemplo, La conciencia de Zeno, de Italo Svevo, Ulyses, de James Joyce, la mayoría de la obra de Clarice Lispector y de muchos autores importantes en las que el cómo es más seductor que la historia en sí misma.
El deseo de trascender la inevitable finitud es inherente al ser humano y aquellos que no pueden o no quieren poner por escrito su biografía recurren a quien tiene el oficio para hacerlo. Incluso hay quienes contratan a un escritor fantasma. No es mi caso. Debe existir una atracción por el tema para que termine imbuida de ese misterio hasta hacerlo carne y volcarlo en una novela.
Hace algunos años que en nuestro país, por lo menos, se ve un crecimiento exponencial de escritores de novela histórica, o bien novelas románticas ambientadas en diferentes períodos de la historia, y es uno de los segmentos que mayores ventas tiene en el alicaído mercado editorial actual. ¿Por qué piensa que se ha dado este boom en torno a este tipo de argumentos que recuperan, por decirlo de algún modo, desde un lugar más cotidiano los tiempos pasados?
-Es un boom que hace poco ruido, el de la novela histórica.
Primero deberíamos plantearnos qué es novela histórica, para mí, no lo es Pequeña Viena en Shanghái. La trama transcurre durante la Segunda Guerra Mundial en China y la defino lisa y llanamente como novela. ¿Acaso es novela histórica lo que hace Padura en Herejes? Hay un marco histórico que se respeta, eso es todo.
Nos vemos excedidos por la realidad cotidiana por eso, tal vez, vamos al pasado para comprender nuestro presente.
¿Cómo ve la narrativa argentina actual, las nuevas generaciones de escritores? ¿Qué y a quienes lee actualmente?
-Como dije irónicamente en una nota que publiqué hace años, soy una lectora promiscua. Quiero significar que leo a autores jóvenes, viejos o ya muertos que me interesen o que crea indispensable conocer. Y también me interesa la relectura de los que, como Borges, nunca terminamos de desentrañar y de disfrutar.
@trianakossmann