En El Equilibrista, el libro que Federico Andahazi vino a presentar a Mar del Plata, en el marco del ciclo Verano Planeta, hay una recopilación de historias, textos y registros que reflejan la naturaleza de las columnas que el autor desarrolla en el programa de radio que conduce Alfredo Leuco.

Aparecen allí –y en el libro- los cuatro perfiles con los que Andahazi se identifica y a través de los cuales construye su relación con las y los oyentes, que en este caso busca traspolar a las y los lectores. No es lo mismo, no es simplemente trasladable de un soporte a otro, pero este psicólogo de 54 años se define como un “escritor de radio” y eso es lo que ofrece en esta publicación de Editorial Planeta.

Es un libro que tiene la lógica de la radio– me dice cuando lo acompaño mientras almuerza un lunes ardiente, cerca de las cuatro de la tarde-, yo hace poco tiempo descubrí un oficio nuevo, un espacio para mi inexplorado y El Equilibrista es mi personaje radial: Los lunes hago sátira política, los martes hago psicología, los miércoles literatura, los jueves historia y después hago el psicódromo que es el consultorio abierto a los lectores. Yo siempre me moví en esos cuatro grandes registros”.

Hay una ruptura en el libro que, para mí, aparece a partir del tercer segmento, el que dedicás al psicólogo. Es un quiebre importante en el tono, en el registro, en todo…

-Si, es otro libro. Es cierto. Es lo que sorprende también al oyente de la radio.

Sorprende que el mismo tipo que me cuenta cómo fue que Belgrano murió pobre me diga como tengo que tratar con mis hijos adolescentes… ¿Te interesa indagar en esa disrupción?

-Me parece que está buenísimo. Por lo menos a mí me aburre mucho la gente previsible, la gente que hace siempre lo mismo. En todo sentido. Esa gente que hace el mismo programa de radio durante 40 años me aburre infinitamente, me aburre la gente que se apega al primer éxito, a la primera canción, me aburren los músicos que tocan sus temas de los años 60. Me aburre…

¿No te parece valorable lograr esa vigencia?

-Me parece un valor el ser auténtico. Si no te surge hacer una cosa distinta, bueno… Yo podría estar escribiendo El anatomista décimosexto. No lo haría. Como tantos otros escritores que empiezan a hacer esas sagas interminables que, si son auténticas me parece bien, pero si son una fórmula… se empieza a notar.

Y además, yo soy esto. Yo soy así: un día me levanto y escribo un capítulo de una novela, y otro día escribo una sátira política, y otro día tengo ganas de no escribir y no escribo. No pasa nada.

 

¿Por dónde pasa tu búsqueda en cuanto a lo estético?

-No es algo en lo que yo me detengo a pensar, de verdad que no. Todo depende de lo que quiera contar y qué herramientas y recursos me sirven para contarlo. No me gustan las comparaciones pero cuando salió El Anatomista, viste que Google te dice qué otros autores buscaron las personas que buscaron tu libro, y a mí me aparecía Umberto Eco, Marguerite Yourcenar, evidentemente la búsqueda iba por ahí. Cuando Las Piadosas salió en Inglaterra una de las mejores críticas  la hizo Tom Holland, autor de Fuego Persa, que era un escritor que yo leía y siempre decía “cómo me gustaría ir por donde va este tipo”… el autor que yo tanto admiraba. Imaginate lo que significa para uno, y cómo todo lo que terminas escribiendo tiene que ver con las lecturas que has hecho. Son esas cosas que te señalan por donde venís. Eso el autor no lo sabe, lo sabe el lector y sobre todo el tiempo.

Podemos decir que hay un constructo que es “el lector” y hay un constructo diferente que es “el oyente”… ¿vos creés que en El Equilibrista se encuentran?

-No sé. La relación que se establece con el oyente es misteriosa, es extraña. El tipo necesita escuchar tu voz. No sé si es necesariamente un lector, pero es un tipo que en general está solo, que busca compañía, sobre todo el oyente de AM, necesitan que le hablen, que le cuenten cosas. Es un tipo que establece un lazo sentimental tremendo. El tipo da la vida por vos. Es una cosa emocionante, nunca lo había experimentado. Es muy fuerte. El lector, te pide otra cosa, es más exigente. El lector es como una novia media hinchapelotas…

Alerta de comentario machista…

-Te pide, te pide, te pide. Y te pide que vayas por acá, que esto sí, que esto no. El oyente te perdona todo, con tal de que le hables. Vos te sentís Sherezade de Las mil y una noches. Tiene esa cosa más primitiva la radio, completamente primaria, que es la tradición oral. La radio es literatura, yo no concibo sentarme en un micrófono y hablar boludeces de cómo está el tiempo. Yo todo lo que digo lo escribo, soy un escritor de radio. Y es más elemental, es como una criatura el oyente de radio, es un chico que necesita que la madre le cuente una historia.

Es bastante peligroso lo que decís…

-No, no sé. La gente no es manipulable. Yo los peores momentos los viví con la literatura. A mí una lectora casi me quema vivo, había leído Las Piadosas: yo estaba entrando en el auto y siento que me derraman agua hirviendo. Un dolor tremendo, me di vuelta y era una mina que me estaba vaciando una jarra de agua hirviendo, porque decía que en esa novela yo estaba hablando de ella y sus hermanas.

¿Sería una de las mellizas Legrand?

-¡No! (risas), viste que La Chiqui no fue la única que se sintió agredida. Terminé en la guardia de un hospital. Lo que sobreviene en mí es el lector posesivo, el de la radio no es así, es un tipo paciente. Aprendés a hacerlo esperar.

¿Qué preguntas te hacés antes de sacar un libro como El Equilibrista? ¿Cuáles son tus criterios para determinar si vale la pena? Si es un libro o no, o son cuatro libros…

-Para mí el criterio es uno solo: yo tengo una cantidad de libros que no pienso publicar porque no están escritos para un lector. Están escritos para mí. Me pasó que se llevó al teatro uno de esos textos inéditos pero no sé si la gente terminó de compartir ese espíritu de exploración que yo tenía. Es algo que yo había publicado en V de Vian.

Es la Revista que fundó Sergio Olguín, ¿Trabajaron juntos?

-No, fue eso. Pero con Sergio tenemos muy buena relación, él quedó de un lado y yo de otro. Pero nos respetamos mucho como escritores.

 

Y hablando de estar de un lado o de otro… ¿Cómo te llevas con el mote de “intelectual macrista” que te han puesto?

-Ya no me importa, no me gusta ni intelectual ni macrista. Yo sencillamente apoyé al gobierno y lo hice público en la campaña electoral. Creo que el espejo de lo que podríamos haber sido es Venezuela, y lo digo con conocimiento de causa porque yo viajaba todos los años a presentar mis libros hasta que no viajé más porque ya llegó un momento en que no había plata para imprimir libros. Y ese fanatismo ya lo había visto en Venezuela.

¿Definís tu posicionamiento político por oposición o ves algo positivo en el proyecto de gobierno y el proceso actual?

-Definirte por oposición es inevitable, siempre hay algo que querés superar. Y yo creo que en esta coyuntura había algo que había que superar y es el gran problema de América Latina y del que nunca salimos que es el populismo. Y ahí estaba el Kirchnernismo levantando la bandera Venezolana. Pero no es que yo apoyé al macrismo porque me opongo exclusivamente al populismo. Yo creo en la construcción de una república, de un país que funcione más o menos normal. Y creo que esta es la última oportunidad que tiene este país para salir de las manos del régimen que nos gobierna que es el sindicalismo, los moyano, que es el peronismo que es antediluviano, es tiránico. Son ladrones, vienen a saquear.

Igualmente me decís la palabra república y este proceso que empezó en diciembre de 2015 no deja de faltar a las máximas del republicanismo. Vos intentás definirte positivamente por esta opción, en contraposición a lo anterior, pero el único concepto claro que saco de todo esto es “república”. Sin embargo es algo que sigue sin aparecer…

-Bueno, de a poco va apareciendo. Hay algunos elementos… yo no podía entrar a los medios públicos, pero no para ir a un programa. No podía entrar. Hay cosas que siguen pasando, lo de Triaca es grave, no se interviene un sindicato para hacer lo mismo que viniste a remover. Me parece que este es el problema que tiene el gobierno. Hay que superar estas cuestiones y no se puede convivir con estos fósiles, Triaca es hijo de Triaca, los Moyano que cuando se ven amenazados dicen que van a ir a la cárcel con tu papá, entonces: los Moyano contra los Macri, hay una lógica de familias mafiosas y es lo que hay que empezar a sustituir.

@trianakossmann