El francés David Foenkinos sorprende con una novela escrita en versos libres sobre la vida de la pintora alemana de origen judío asesinada por los nazis a los 26 años. Un texto que asombra, conmueve y moviliza. 

Empecé a leer Charlotte (Alfaguara) más interesada por la originalidad de la técnica que por la propuesta literaria. Me intrigaba el resultado de la limitación que el francés David Foenkinos se había autoimpuesto para contar la historia de la artista alemana, de origen judío, asesinada por los nazis a sus 26 años. ¿Habría logrado un texto profundo a pesar de la rigidez del formato? ¿Sería un libro ágil o pesado? ¿Habrá podido lograr algo estético quedándose a mitad de camino entre la prosa y la poesía?

A pesar de expresarse en frases de menos de un renglón, Foenkinos había logrado ser profundo, ágil y estético

Apenas leí las primeras líneas, las dudas quedaron disipadas. Un par de páginas después, ni siquiera recordaba habérmelas planteado. Porque sí: a pesar de expresarse en frases de menos de un renglón, Foenkinos había logrado ser profundo, ágil y estético. Pero también había logrado algo mucho más difícil aún: conquistar a sus lectores con una historia trágica como pocas, marcada por la muerte, la locura y la obsesión.

Un logro que solo puede explicarse en función de la propia obsesión de Foenkinos, quien tardó cerca de diez años en reconstruir la historia de Charlotte Salomón, esa joven artista a la que conoció “por casualidad” durante una exposición en Berlín y de la que quedó inmediatamente prendado, según sus propias palabras.

Durante su investigación, el propio Foenkinos fue tildado de psicópata: pasó meses vagando frente al antiguo domicilio de Charlotte en el barrio berlinés de Charlottenburg, persiguió a quienes pudieron ser sus vecinos y no dejó calle sin recorrer en Villefrance-sur-Mer, el pueblo de la Costa Azul donde la joven se refugió antes de ser delatada por un vecino y de ser capturada por los nazis, quienes no tardaron en mandarla a las cámaras de gas.

Como era de esperar, el resultado de esas investigaciones fue prolífico. Sin embargo, Foenkinos tardó años en decidir qué hacer con semejante caudal de datos. Durante años Charlotte fue una especie de fantasma que rondó las obras del autor de La delicadeza hasta que encontró la forma de canalizar su obsesión: los versos libres. “Decidí escribir así porque era la única manera de poder respirar al llegar al final de  cada frase” afirmó el escritor, quien aclaró que el suyo no es un libro de poesía ni tampoco una biografía. “Es una novela, aunque todo lo que cuente sea cierto”.

Charlotte Salomón fue rescatada del olvido tanto en Alemania como en Francia y el resto de los países donde el libro fue editado

En un principio, Foenkinos no depositó en su obra demasiadas expectativas comerciales. “Me conformaba con que algunas personas descubrieran a Charlotte” dijo en una entrevista. El objetivo fue cumplido con creces: la obra no solo ganó el prestigioso premio Renaudot y se convirtió en un éxito de ventas sino que Charlotte Salomón fue rescatada del olvido tanto en Alemania como en Francia y el resto de los países donde el libro fue editado. Además, la obra pictórica Leben? oder Theater? (¿Vida? o ¿Teatro?), viene de ser expuesta con gran éxito en Niza durante 2015 y será reeditada y los lugares donde la joven artista vivió serán señalizados con placas con su nombre.

En otras palabras, Charlotte es un libro que merece ser leído, no solo por la originalidad de la obra sino también por la reivindicación que conlleva. Y porque es uno de esos libros destinados a quedar grabados en la memoria, no solo individual sino también colectiva.