Mucha gente que escribe, que piensa escribir o que sueña con escribir se sumerge con afán en las biografía de los escritores. Algunos por admiración, otros por fisgonear en la vida de una celebridad y otros porque quieren encontrar alguna clave que les ayude a pasar ese primer párrafo que los trabó hace semanas.
En una entrevista publicada en La Nación (27/01/17), el gran Abelardo Castillo (en mi humilde opinión, el escritor argentino vivo más relevante) dice que “si alguien quiere conocer a un escritor, tiene que recurrir a su ficción y no a sus diarios”. Y pone el ejemplo de su admirado Edgar Allan Poe, a quien –sostiene– se conoce más leyendo “La caída de la casa Usher”, que inmiscuyéndose en sus desventuras de alcohólico irremisible.
Dice Castillo que Thomas Wolfe “sostenía eso con vehemencia”. Precisamente el gran Wolfe fue frecuentemente señalado de escribir sobre sí mismo, de ser “autobiográfico”. En su novela El ángel que nos mira, hay una advertencia: “Si el escritor ha empleado la arcilla de la vida para crear su libro, no ha hecho más que emplear lo que todos los hombres deben usar, lo que nadie puede dejar de usar. Ficción no es realidad, pero la ficción es una realidad seleccionada y asimilada, la ficción es una realidad ordenada y provista de un designio.”
Quizás como dice Castillo para conocer a cada uno de nuestros escritores favoritos deberíamos sumergirnos con vehemencia en su obra; las biografías o auto biografías son, al parecer, otras forma de ficción.
*Nerio Tello es periodista, escritor, editor y docente universitario. Autor del blog Letra Creativa.