En el hotel donde se va a realizar la charla de apertura del Ciclo Verano Planeta en Mar del Plata no cabe un alfiler. Y afuera del Costa Galana quedó una gruesa fila de personas que se acercaron para escuchar a Felipe Pigna y Darío Sztajnszrajber hablar sobre Historia y Filosofía. En los minutos que tengo que esperar para entrar, escucho en incontables ocasiones que el guardia de la puerta responde con su incertidumbre a la pregunta “¿se va a repetir?”. Nadie se quiere perder este debate.
Algo raro pasa, entonces. O no. Tal vez no sea raro, pero resulta llamativo: algunas obras de teatro de revista y espectáculos diversos que proyectaban quedarse en la ciudad durante toda la temporada están reconsiderando su estadía por falta de público, y una charla que tiene como protagonistas a un filósofo y un historiador explota de gente. Es cierto que la entrada es gratuita, pero… ¿filosofía?
El responsable de este actual entusiasmo, o uno de ellos, es un tipo de apellido impronunciable y de discurso amigable, para tratarse de un filósofo. No usa anteojos gruesísimos ni viste riguroso traje. No lleva una pila de libros encima ni tiene gestos o salidas atribuibles a un genio loco. Es más, usa bermudas y una remera que lleva estampado un ícono de la mítica banda de rock nacional Los Redonditos de Ricota.
Después, durante dos horas y con la contextualización a cargo de Pigna, él mismo me va a cuestionar –a mí y a las más de 700 almas que atiborran la sala del Hotel- todas esas construcciones que hacemos y que conforman, de alguna manera, lo que ahora dudo en llamar “el imaginario social”.
Antes de entrar a la sala me promete unos minutos para una entrevista. Le creo. Entonces Nino Ramella los presenta y la gente en la sala silba, grita y aplaude como si se tratara de estrellas de rock.
Por un momento pienso que alguno va a sacar una guitarra y ejecutar un punteo memorable. Pero no. Sólo hablan. Y en cada intervención se genera aplausos, risas, murmullos.
Él tiene una remera de Los Redondos: no puedo tratarlo de Usted.
A Darío S. lo esperamos a la salida. Primero saluda a todos los que quieran saludarlo, sacarse fotos, llevarse su firma en el libro ¿Para qué sirve la filosofía? Siempre con una sonrisa, repite las fotos que salieron movidas y al final le recuerdo que me prometió unos minutos, pero antes posa con dos o tres chicas más.
Él tiene una remera de Los Redondos: no lo puedo tratar de Usted.
-¿Qué te producen estas charlas?
–Yo estoy muy contento de que un seis de enero, en plena temporada, en un día hermoso como hoy, venga tanta gente a escuchar una charla de filosofía e historia y que se genere un interés por saber, que es el producto de estos últimos años. Se fue abriendo el espacio para que esto suceda. Nosotros estamos chochos porque nos da la sensación de que lo que hacemos tiene alguien que lo escucha.
-Pero no solamente que los escuchan y los siguen, sino que además los reciben con una ovación… como a estrellas de rock: el aplauso inicial fue increíble.
–Fue hermoso…
-¿Qué te parece que está pasando como para que la gente quiera sacarse fotos con un filósofo o un historiador?
–Es raro, a nosotros nos da mucha satisfacción. Tampoco somos estrellas de rock así que no lo tomamos así, sino como que, realmente, lo que hacemos es la expresión de disciplinas que, cuando alguien se la apropia, lo ayudan a pensarse mejor a sí mismo y de librarse de ciertas ataduras conceptuales, cotidianas. No somos fanáticos de nosotros mismos, porque eso sería casi contradecir lo que hacemos, pero nos encanta que pase y es bienvenido.
Se nota. Darío S. está contento. Son las once y pico de la noche, pasó dos horas hablando sobre cuatro filósofos cuyas matrices de pensamiento marcaron diferentes épocas, dieron voz y argumento a cambios sustanciales y provocaron algunas revoluciones, lentas pero sostenidas en el desarrollo histórico. Así lo contó Pigna cuando le tocó hablar de Platón, Descartes, Nietzsche y Foucault, los cuatro pensadores seleccionados. Así lo explicó Darío S. cuando llegó su turno de expresar cuáles eran los problemas filosóficos que se habían planteado esos cuatro referentes.
Como desarrolla en el programa televisivo que conduce por Canal Encuentro, Mentira la Verdad, este profesor se refirió al concepto de Platón sobre qué es real y cómo se puede alcanzar lo ideal (respuesta: sólo muriendo). Muchas risas cómplices se escucharon cuando concluyó que, de acuerdo a los conceptos de Platón, todo amor es ideal, no es posible experimentar el amor real.
Cuando alguien nos habla alegando que la suya es “la verdad” hay que cuidarse
Después de repasar el método de la duda de Descartes, y alternando chistes con Pigna y Ramella sobre cumplir los tiempos de exposición fijados para cada uno, llegó el momento de hablar de Nietzsche y su cuestionamiento a la verdad absoluta: “la verdad es la mentira más eficiente. No hay hechos, hay sólo interpretaciones”.
Las personas que asistieron a la charla aplaudieron especialmente cuando Darío S. dijo que, cuando alguien nos habla alegando que la suya es “la verdad” hay que cuidarse porque este hablante no asume el lugar desde el que está hablando.
–Relacionado con el concepto de la verdad… esta semana en Revista Leemos abordamos el debate sobre la credibilidad de los medios de comunicación cuando es explícito su posicionamiento ideológico. En torno a esto se plantea que, esa idea ortodoxa que existe sobre el hecho de que los medios tienen que ser “objetivos”, pudo haber contribuido, de algún modo, a retrasar el desarrollo democrático…
–Puede ser, porque el que cree en la verdad absoluta y objetiva pierde mucho de democrático. Para que haya democracia no puede haber una verdad: la verdad tiene que ser múltiple. Si no, no hay manera de que el otro también pueda tener razón, que es la clave de la democracia. No sé si retrasar sería la palabra, yo creo que la de la objetividad también es una interpretación más. El problema es que no se asume como tal.
Esa es la pelea cotidiana que da lo que se llama la hermenéutica de los medios de comunicación. Creo que en los últimos años se fue evidenciando que todos hablan desde algún lugar y eso me parece incuestionable.
-¿Vos creés que es una idea que ya está instalada?
–No puede generalizarse, pero si me parece que hay una mayor predisposición y una mayor evidencia de esos posicionamientos. Después, cada uno toma la postura que quiere, pero evidentemente algo cambió. No digo que se asumió integralmente pero ha habido un cambio sobre todo desde que los medios se volvieron un espacio de conflicto. El conflicto ayuda a entender esa diversidad constitutiva de la comunicación.