“Un retrato implacable del alma femenina”. Así resume editorial Alfaguara la esencia de Diez mujeres, el último libro de la chilena Marcela Serrano que llegó a mis manos hace un par de semanas.
Reconozco que tardé en leerlo mucho más de lo que tardo habitualmente con cualquier libro. Y es que apenas lo comencé comprendí que esas diez historias eran algo así como diez tragos fuertes y que no podían leerse de golpe: sabía que debía tomarme mi tiempo para leerlas, degustar lentamente cada capítulo, saboreándolo y sufriéndolo simultáneamente.
Con esa idea fui dosificando la lectura hasta que recordé que se acercaba el 8 de marzo. Entonces decidí que era hora de apurar el trago, como una humildísima adhesión –a título personal y de Revista Leemos– al Día Internacional de la Mujer.
Simbólicamente, lo terminé apenas unos días antes del Día de la Mujer, después de derramar no pocas lágrimas, esbozar algunas sonrisas y asentir miles de veces con la cabeza, como si cada una de esas diez mujeres fuera el reflejo de una parte de mi misma o la de alguna de las numerosas mujeres que me acompañan y que, por ende, me definen.
Radiografías del alma
Aunque se presenta como una novela, Diez mujeres también podría presentarse como diez cuentos, diez reportajes ficcionados o diez radiografías de distintos prototipos de mujeres, algunos de ellos personificados, incluso, en una sola persona.
Algunos personajes femeninos están notablemente creados y reflejan la inmensa capacidad de Serrano de ponerse en la piel y en la psiquis de diferentes mujeres.
La novela consta de un prólogo, un epílogo y diez capítulos, cada uno de ellos protagonizados por una mujer diferente. Algunos de esos personajes femeninos están notablemente creados y reflejan la inmensa capacidad de Serrano de ponerse en la piel y en la psiquis de diferentes personajes.
Esa habilidad se luce especialmente en capítulos como el dedicado a Layla, una mujer descendiente de palestinos que durante un viaje a la tierra de sus ancestros es violada por soldados israelíes. Fruto de ese abuso nace un hijo, lo que produce en Layla tal conflicto interior que la hace caer en el alcoholismo. De esta manera, Serrano utiliza un solo personaje para representar a varios tipos de mujeres: la abusada, la inmigrante y la que padece una adicción. El resultado es un capítulo notable, profundo, desgarrador, de esos que tras leerlo, tuve que dejar pasar varios días para poder digerirlo.
Serrano también hace gala de una inmensa empatía al ponerse en la piel de Guadalupe, la joven lesbiana de 19 años que lucha por ser aceptada tanto por su familia como por su entorno. O en la de Mané, una actriz que supo gozar de una belleza extraordinaria y de un amor de novela pero que se enfrenta al deterioro de la vejez en absoluta soledad.
Pero sin duda uno de los capítulos más conmovedores es el de Luisa, la mujer de origen campesino cuyo marido es secuestrado por la dictadura de Pinochet y que se pasa décadas simulando haber sido abandonada por su marido para que sus hijos no carguen con el doble estigma de no tener padre y ser hijos de un detenido desaparecido.
El resto de las historias también están resueltas con gran profesionalismo aunque con resultados desparejos en lo que se refiere a la credibilidad de los personajes o al atractivo de las historias. Este desbalance se nota especialmente en la historia de Natacha, la terapeuta, lo que lamentablemente le quita fuerza al libro dado que se trata, justamente, del único elemento común entre las diez mujeres y cuya existencia -deficientemente relatada- da sustento al libro.
Dejando estos detalles de lado, no cabe duda que Diez mujeres cumple con las promesas realizadas desde la contratapa: no solo la de ser un retrato implacable del alma femenina sino también la de aportar “una mirada reveladora y valiente sobre las relaciones humanas en el mundo de hoy”.
En el Día de la Mujer, no cabe duda que el libro de Marcela Serrano es una lectura más que recomendada. Porque, como dice la autora, todas las mujeres tenemos una misma historia que contar.
Y esa historia puede hallarse en Diez mujeres.