La marplatense El Gran Pez acaba de ser reconocida con el premio a la mejor librería del país que otorgó por primera vez la Feria de Editores independientes. Este espacio ubicado en San Luis 2130 de la ciudad de Mar del Plata abrió sus puertas durante los años del macrismo y desde entonces debió remontar vuelo en el medio de la crisis.
El grupo de amigos propietarios de esta librería está compuesto por editores y escritores, pero, en esencia, se identifican como lectores que se unieron por el amor a los libros y sus singularidades, las rarezas, los artesanales y los diferentes: de esos que “te vuelan la cabeza”, según palabras de sus propios protagonistas.
Letra Sudaca, La Bola Editora y Puente Aéreo eran los sellos que integraban los cinco miembros iniciales del grupo. Los dos primeros siguen en carrera, produciendo material que, de hecho, por estos días también habitan los stands de la FED21 que se desarrolla en la ciudad de Buenos Aires.
“Pusimos la librería hace casi 5 años en ese local de 18 metros cuadrados, que medio en chiste medio en serio decíamos que era la librería con más socios por metro cuadrado”, cuenta Santiago Fernández Subiela, uno de los integrantes desde detrás del mostrador, mientras su compañero Manuel Passaro reubica material y saca fotos para publicar en las redes sociales. “La empezamos porque hacíamos ferias juntos con las editoriales, invitábamos a otras editoriales para tener más libros porque teníamos pocos y, de repente, después de una feria teníamos tantos libros que dijimos los devolvemos o hacemos algo”. Así nació El Gran Pez, la librería marplatense que por estas horas y después de la premiación del viernes, ya está en la cabeza de toda la comunidad lectora del país.
El premio de la FED consiste en una considerable cantidad en efectivo para destinar a la compra de libros en los stands de la feria, por lo que es de esperar que en las próximas semanas los anaqueles del local de la calle San Luis en Mar del Plata se pueblen de novedades, perlitas y rarezas como las que atraen a estos libreros y sus clientes.
Cabe destacar que este es el primer año que el evento que reúne a más de 200 editores independientes premia a las librerías, y este es “el eslabón que faltaba en todo el armado de la Feria”, según destaca Santiago. Por reglamento, en la edición del próximo año la librería ganadora del 2021 integrará el jurado.
Podría decirse que como un grupo integrado por lectores, escritores, editores y libreros ya están de todos los lados del mostrador de la edición independiente. ¿Qué desafíos debieron enfrentar al elegir este camino?
Santiago: No sé si hubo grandes desafíos. Esta librería nació por el delirio de tres editoriales y siempre se sostuvo con una idea muy romántica de toda la industria del libro, y tratando de cerrar números y todo. Pero nosotros siempre fuimos un poco delirantes, que nos gustan los libros. Por ahí, ahora hicimos el salto del lugar y tuvimos que tomar algunas cosas más en serio, pero nunca se perdió la idea de que hacemos algo que nos encanta y la librería que nosotros queremos hacer.
Nuestros criterios son más del gusto personal que los criterios económicos, digamos. Quizás el desafío fue encontrar el equilibro en eso y no morir en el intento, más allá de los escollos que impuso el contexto de, primero el macrismo que fue cuando nosotros arrancamos, y, después, la pandemia que nos agarró en plena mudanza.
Siempre un poco movidos por el amor hacia los libros pero del tipo de libros que nos gusta, obviamente.
Que es un poco también en lo que editan en los diferentes sellos. ¿Qué tipos de acuerdos fueron necesarios para sostener el trabajo y que la librería crezca como viene creciendo, teniendo en cuenta que son muchos integrantes?
Santiago: Bueno, fueron muchos acuerdos, diversos y mutantes (risas). La librería la integramos Sebastián Chilano, Esteban Prado, Alejandra Rumitti, Francisco Casadei, Manuel Passaro y yo.
Manuel: Todo el mundo piensa que somos muchos, pero en realidad creo que lo que llama la atención acá es que es muy horizontal, porque en cualquier librería seis personas trabajando no es tanto. Lo que pasa es que ahí soles tener un solo dueño y los demás son empleados y no es nuestro caso. Nuestra librería en este sentido es sumamente convencional, lo único que cambia es ese carácter de horizontalidad total. No hay empleados, todos somos integrantes del mismo equipo.
Santiago: Quizás uno de los desafíos haya sido en eso encontrar una dinámica que nos funcione. La distribución se ha ido dando de forma natural. Hay alguien más relacionado a redes, alguien más en lo administrativo, alguien más en reposiciones. Y, después, lo bueno de ser seis es que cada uno tiene una o varias vetas de especialidad dentro de la librería en las que se siente cómodo y eso le da mucha diversidad.
Creo que cuando vas a una librería de cadena, por ejemplo, tal vez en el 80% de las veces sabés lo que vas a buscar o lo que vas a encontrar. En este caso, me parece, que es como más “vengo a sorprenderme”… ¿Puede ser?
Santiago: Si y no. Hay de todo, pero no creo que sea una característica de esta librería. Va un poco en la predisposición y en la forma de consumir libros de cada uno. Tenemos muchos clientes que ya saben lo que vienen a buscar y otros que vienen a mirar y ver qué hay, de curiosos. O nos preguntan “qué llegó nuevo de novela gráfica”, por ejemplo.
Recomendaciones te piden siempre, creo que como en cualquier librería, pero son círculos distintos. Por ahí vos ya sabés lo que podés esperar de una cadena y también sabés qué podés esperar de una librería que maneja editoriales independientes, hacés el proceso antes. Aunque puede ser un prejuicio, puede ser que vayas a una cadena y encontrar un libro raro que te rompa la cabeza. Eso es un poco lo que nos gusta a nosotros y tal vez por eso nos ha ido bien: por la bibliodiversidad y por haber dado lugar a proyectos más pequeños o alternativos, artesanales.
El Club Tifón y los detalles que marcan la experiencia
Entre las múltiples propuesta de esta librería que la FED premió y que forman parte de la identidad propia de EL Gran Pez se encuentra el Club Tifón, un club de vinos y libros que todos los meses entrega a sus suscriptores un libro de una editorial independiente y una botella de vino de bodegas pequeñas.
“El Club Tifón es la apuesta a ciegas”, cuenta Santiago y aclara: “Aunque, habiendo tantos clubes, también podés hacer la elección previa. Ves las cosas que sacaron antes y ya sabés por donde viene la mano”.
El empaque del Club Tifón en la librería La entrega del mes de septiembre
¿El Tifón sigue un poco esa idea que les planteaba sobre saber que te vas a sorprender?
Santiago: Sigue la línea de El Gran Pez porque, salvo algunas excepciones, casi siempre fueron novedades pero son cosas raras. La idea de Tifón es dar un libro que sabemos que no vas a ir a comprar, a buscar, o por ahí ni siquiera te cruzás. Pero un libro con relevancia, no cualquier cosa. Lo mismo con los vinos, vinos de bodegas tal vez no tan conocidas, singulares.
Tifón es otro ejemplo de esos delirios que surgen de la amistad y que son llevados a cabo con cierta metodología que hace que subsistan, pero no dejan de ser una especie de juego llevado al extremo.
Y también a una apuesta fuerte a lo que podemos llamar “el under”, esos otros proyectos que por ahí no tienen la difusión, la circulación o la distribución…
Santiago; Si, pero no es que renegamos de lo mainstream. No tenemos todo ni pretendemos tenerlo, porque para eso están las librerías con material más de best seller, pero sí cumplimos en la medida que podamos esa demanda también. No es que queremos ser una librería ultra-selecta de editoriales solo para snobs. Es otra cosa.
Manuel: También hay que tener en cuenta que la mayoría de la gente no percibe la bibliodiversidad que hay. Hace 15 años explotó la producción de libros y los puentes con otros países por lo que cada vez tenemos más acceso. Pero es algo que está pasando en todo el mundo, las librerías se empiezan a diversificar. En países con mucho desarrollo económico y social tenés librerías de fotografía únicamente, por ejemplo, algo que acá es impensado todavía. Pero es hacia lo que va el mundo, a esas especificidades. Librerías como la nuestra existen en muchos lugares y son las que resisten a embates como los de Amazon, por ejemplo, que solo puede trabajar con editoriales con stock.
Santiago: Se hace más evidente que a estos cambios las librerías que subsisten son las que ofrecen algo más en términos de experiencia, digamos. No es solo ir a comprar el libro, porque el libro lo podés comprar por internet pero, en ese sentido, creo que estamos atentos a lo que nos interesa. Viniendo acá te das cuenta de muchos detalles y todo junto hace un plus, que de algún modo es lo que premia la Feria de editores: no solo la librería sino también la relación con otros aspectos de la cultura, actividades y la injerencia en la comunidad durante el año que pasó.
@trianakossmann