Era un adolescente de mirada triste y clara. Su rostro delgado y su pelo revuelto acentuaban sus aires de poeta. Esa imagen y pocas más, perduran de Arthur Rimbaud. Publicó su primer libro de poemas a los 17 años: El barco ebrio (1871). Allí leyó Verlaine: “Yo sé de los cielos que estallan en rayos, y de las trombas / y de las resacas y de las corrientes: / ¡yo sé de la tarde, del alba exaltada como un pueblo de palomas, / y he visto alguna vez, eso que el hombre ha creído ver!” y se conmovió, y quiso conocer al joven poeta.

Paul Verlaine tenía 26 años y una bien ganada fama de poeta. Su Gustave-Courbet-Portrait-of-Paul-Verlaineimagen juvenil la registró el pintor francés Courbet. Allí se ve a un joven reconcentrado, de frente ancha y abundante cabellera que enmarca su rostro serio. Había escrito cuatro libros muy significativos del naciente movimiento simbolista: Poemas saturnianos (1866), Los amigos (1867), Fiestas galantes (1869) y La Buena canción (1870). “Tú crees en el ron del café, en los presagios,/ y crees en el juego; / yo no creo más que en tus ojos azulados”, había escrito.

La poesía de Verlaine se destaca por la musicalidad de su verso. En su obra, luna, nieve, viento y lluvia son símbolos sutiles de un alma delicada y una vida plácida. Hasta ese momento.

rimbaud2Rimbaud en cambio era el prototipo del genio, de una precocidad admirable. Escribió desde los diez años. Sus actitudes provocadoras y sus modales lo hacían odioso y atractivo a la vez. Y a los 17 ya había vagabundeado por varias regiones.

¿Qué pasó en ese año en que los dos jóvenes poetas se conocieron? Cuando el niño rebelde entró a la casa de Verlaine, éste quedó hipnotizado. Los ojos claros del muchacho y su pelo revuelto cautivaron al poeta mayor. Pronto descubrió el placer de las fiestas y las borracheras, y se introdujo en el mundo de las “hierbas” llevado por su joven amigo.

La amistad devino en apasionado romance y el escándalo llegó a la casa de Verlaine. Una querella judicial iniciada por los padre del autor de Liturgias íntimas (1892)alejó momentáneamente a Rimbaud de París.

Verlaine sin embargo no se conformó y le escribió rogando su regreso. Ambos combinaron reunirse en Bélgica, por lo que Verlaine abandonó a su joven esposa que además estaba embarazada.

La pareja se lanzó a vivir su propio idilio liderada por el inefable “príncipe de los poetas” como lo llamaron sus colegas después de su muerte. Verlaine lo llamó “el ladrón de fuego y suelas de viento”.

La familia Verlaine viajó a “rescatar” a su hijo. En principio parecían haberlo logrado pero los jóvenes escaparon a Londres. Allí estudiaron inglés y daban clases de francés. Rimbaud ya escribía sus Iluminaciones.

Decepcionada, la mujer del poeta inició los trámites de separación al tiempo que Rimbaud partía para Roche, donde su familia tenía una residencia. Allí escribiría Una temporada en el infierno (1873), su obra cumbre. Tenía 19 años.

Los desplantes del joven Arthur vuelven intolerable la relación por lo que Verlaine decide regresar a Francia y tratar de reconciliarse con su esposa. Rimbaud lo sigue. Allí, en un ataque de ira, Verlaine le dispara con un arma y lo hiere en la mano.

Verlaine fue condenado a dos años de cárcel; Rimbaud se recluyó en Roche. La obra posterior de Verlaine denota un profundo arrepentimiento, Rimbaud completó su Temporada… Un año más tarde se publica Iluminaciones, una recopilación de poemas de distintas épocas.los poetas malditos

Intentaron algún reencuentro que siempre terminó con discusiones cuando no con peleas a puñetazos. Poco después serían conocidos como Los poetas malditos (1884) tal el título de una obra en prosa de Verlaine donde honra a seis poetas, entre ellos, el amado Arthur.

Rimbaud dejó de escribir a los 20 años, se fue a África y sus pasos se perdieron. En 1891 regresa a Francia con un tumor en la rodilla que nadie podrá curar: muere el 10 de noviembre a los 37 años.

Verlaine, consumido por las drogas, la cirrosis y el reumatismo deambula por cárceles, hospitales y hoteles baratos. Muere en París, el 8 de enero de 1896, a los 52 años.

Y nosotros que la derrota nos ha hecho, ay, sobrevivir, / los pies magullados, los ojos turbios, la cabeza pesada, / sangrantes, flojos, deshonrados, cansados, / vamos, penosamente ahogando un lamento sordo.” Escribió Verlaine a la manera de testamento.