Desde hace décadas, entre las últimas semanas de abril y las primeras del mes de mayo, se realiza en la ciudad de Buenos Aires la Feria Internacional del Libro, que este año debería llegar a su 46° edición.
Sin embargo, como es sabido, todas las actividades están suspendidas y no está previsto un plazo de apertura especialmente para aquellas que implican un número importante de público, como suele ser el caso de este evento cultural, el más importante de Latinoamérica, de hecho.
Por ahora no habrá noticias sobre el millón de visitantes, visitas de referentes de la literatura de cualquier parte del mundo, los temas de las charlas más variadas, así como tampoco las largas colas al ingreso del predio ferial o tras las cajas de los stands para adquirir el libro exitoso de turno.
Estaba previsto, de acuerdo al calendario que había anunciado a principios de año la Fundación El Libro -entidad que organiza el evento- que la 46° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires comenzaría el ingreso y organización en el predio el 21 de abril, el inicio de las Jornadas Profesionales para el 28 y la Feria abierta a todo público a partir del 30 de este mes.
Cabe recordar que sólo durante los tres días que suele extenderse la convocatoria a profesionales, circulan año a año alrededor de diez mil personas, de manera que nada de todo eso sería posible en el contexto actual.
De acuerdo a las previsiones de las autoridades sanitarias, no hay fecha probable de reinicio de actividades masivas y, de hecho, las presunciones indican que serán claramente las últimas acciones en reiniciarse ante el peligro de contagio de Coronavirus – CoVid19 que implica la permanencia durante un tiempo prolongado de una gran cantidad de personas en un mismo espacio, sin posibilidades de respetar las medidas de distanciamiento social.
Un contexto adverso y sin visibilidad
En la mayoría de los medios de comunicación, y de acuerdo a su increíble capacidad de lobby y el negocio inconmensurable que implica, lo que más se debate en torno a esta cuestión es el regreso de los campeonatos de fútbol con público en los estadios, pero prácticamente no hay noticias -y ni siquiera menciones- sobre las ferias de libros del país u otros espectáculos o eventos culturales que no solamente implican un disfrute y una necesidad, sino también embargan miles de puestos de trabajo.
Al mismo tiempo, se espera que las medidas de apoyo que se están organizando desde los distintos niveles estatales lleguen también a quienes trabajan en la industria editorial y son parte de la cadena de valor que tiene al libro en su centro.
Incluso en la Ciudad de Buenos Aires, la Unión Argentina de Escritoras y Escritores reclamó hace algunos días por el retraso del pago de la “Pensión del escritor”, que se había implementado para personas mayores de 60 años y que es un beneficio que alcanza a 68 escritores de la ciudad, a través de una partida de Proescritores. Actualmente, esa partida presupuestaria quedó en manos del Ministerio de Hacienda de CABA y aun no se ha distribuido. Puede leerse el comunicado completo, acá.
Mientras tanto, muchas empresas gráficas y editoriales continúan sin poder reabrir sus centros de distribución, las novedades editoriales que estaban previstas para el mes de abril no se han publicado y las librerías trabajan a puertas cerradas y solamente con envíos a domicilio en todo el territorio nacional.
La industria editorial, que ya acarrea varios años de caída en sus números concretos, requiere de una revigorización urgente, visibilizar la situación en la que está y encontrar alternativas que hagan viable la continuidad de su producción cultural.
@trianakossmann