Pheobe Waller Bridge tiene la mano mágica. Escribió Fleabag casi como un juego. El guión está disponible en formato libro pero el premio se lo llevó la serie, donde una “mala feminista” nos hace empatizar hasta con una de sus miradas.
Si parte del éxito de Fleabag tuviera que ser explicado, podría decirse que reside en una historia que se presenta con más realidad que ficción al romper con la cuarta pared. Este recurso nos conecta directamente con Dios (o con ella) y nos mira a los ojos en todo momento mientras nos interpela. Nos habla desde el borde de su cama mientras experimenta un encuentro casual con un hombre que conoció en el colectivo. Y nos habla desde el deseo de lo imposible, al enamorarse de un sacerdote con el que tiene una experiencia religiosa, en el que el morbo y el anhelo, caminan de la mano.
Las malas feministas
Fleabag tiene apenas 12 capítulos divididos en dos temporadas. Todas las secuencias deberían ser puestas en el cuadrito de las situaciones típicas de la vida de una mujer que vive el feminismo pero no lo milita desde la “jurisprudencia”. Algunas escenas simplemente nos dicen todo lo que siempre quisimos expresar y no pudimos hacerlo.
Una, sucede en el primer episodio en la que Fleabag asiste junto a Claire, su hermana, a una charla aparentemente feminista. “Antes de empezar – dice la conferencista- me gustaría hacerles una pregunta. No sé nada de ustedes pero necesito confirmarlo. Por favor levanten la mano si cambiarían 5 años de su vida por el llamado cuerpo perfecto”. Allí, solo Fleabag y Claire levantan la mano, y acaparan la mirada del resto de las mujeres en la sala.
“Muchas mujeres, y algunos hombres también, sienten que podrían caer en la trampa de ser malos feministas. Un mal feminista es quien siente que no cumple con todos los requisitos para ser una feminista perfecta o una buena portavoz para la causa”, detalló Waller Bridge en una entrevista.
Otra de las grandes escenas la protagonizan Pheobe y Kristin Scott Thomas. Mientras toman un trago en la barra del bar de un hotel, pronuncian un discurso que tendrá tanta resonancia como duración de la era Waller Bridge: “Las mujeres nacemos con el dolor incrustado dentro. Es nuestro destino físico: dolores de regla, de pechos, dar a luz. Lo llevamos dentro durante toda nuestra vida, y lo hombres no. Ellos tienen que buscarlo, inventan todos estos dioses y demonios, solo para poder sentirse culpables sobre las cosas, que es algo que hacemos muy bien por nosotras mismas. Luego crean guerras para poder sentir algo y tocar a otros y cuando ya no hay guerras, pueden jugar al rugby”.
Pheobe Waller Bridge repensó el feminismo desde la escritura. Y no solo eso, sino que dio un paso más y desenmascaró situaciones micromachistas instaladas en la norma patriarcal. ¿Fleabag es una mala feminista por desear el cuerpo perfecto? ¿O Fleabag es una mujer que cuenta su historia atravesada por estereotipos y nos incomoda al ver que no logra saciar las expectativas ajenas?
La escritora logró construir un personaje tan sólido que nos hace quererla como una hermana, porque podemos sentirnos identificadas en cada uno de sus pasos en falso. Fleabag es una ficción, pero de culto. Dice tanto en tan poco tiempo, que nos sigue dejando con ganas de más.