“La historia es el lenguaje con el que escribo sobre el amor” define Gabriela Margall, la historiadora y escritora de novela romántica histórica que, en cada libro “experimenta” corriendo los límites del género, buscando su propia marca, su propia voz, aunque sea “arriesgado”.
La novelista oriunda de La Matanza estará este viernes en Mar del Plata para abrir el ciclo con escritores “De amor, de locura y de muerte” que organiza Revista Leemos, junto con la revista Aula Abierta y con la Fundación OSDE.
Palpitando este encuentro, mantuvo un rico diálogo sobre la forma en que construye a sus personajes, su fascinación por el siglo XIX y sobre la “urgencia” de abordar, desde la ficción, la temática de la violencia de género y las relaciones del poder del “patriarcado”.
Ese ancho río entre nosotros es la décima novela publicada de Gabriela Margall y apareció a fines del año pasado. Antes tuvo gran éxito con Si encuentro tu nombre en el fuego, Con solo nombrarte, Lo que no se nombra, Los que esperan la lluvia, Ojos color pampa, La princesa de las pampas, La hija del tirano, La Dama de los Espejos, novela histórica sobre Mariquita Sánchez de Thompson y Mendeville y El Secreto de Jane Austen, la única novela contemporánea, hasta ahora.
Con “Ese ancho río entre nosotros” volvés al inicio del siglo XIX ¿qué es lo que más te atrae de esa época, en la que situás la mayoría de tus novelas?
-Me gusta mucho el período que antecede a la Revolución de Mayo. Es una época en la que cada detalle que parece menor se convierte en algo importante o cada movimiento de un personaje puede tener un significado distinto según se lo observe. Incluso historias de amor pueden reinterpretarse en ese contexto. Es una época que, vista desde la actualidad, parece un globo a punto de estallar a partir de las contradicciones entre lo viejo y lo nuevo, y eso me gusta mucho.
¿Creés que el amor es una buena vía de acercarse a la historia?
-En mi caso, por ser historiadora, escribir sobre temas históricos era casi natural. La historia es mi tema, todo el tiempo. Amor e historia fue una combinación que se fue dando con los años hasta llegar a un punto en el que era difícil dejar de asociarlos. Y buscar en cada nota al pie de página una historia de amor era un juego divertido mientras estudiaba y aún hoy lo sigue siendo. Pero nunca estuvo en mi mente la posibilidad del amor como acercamiento a la historia. En mi caso, la historia es el lenguaje con el que escribo sobre el amor.
El amor -las relaciones de amor- se construían y vivían de forma distinta que en la actualidad ¿Usás alguna fórmula particular para contar el amor desde la perspectiva histórica?
-Fórmulas no tengo porque creo que cada pareja (antes y ahora) tiene una historia de amor particular e irrepetible. Siempre trabajo desde esa idea para construir la historia de amor entre los personajes. Por supuesto, había costumbres, modos de amar, de expresar el amor, de entender qué era una pareja, que tuve que investigar y traducir a un lenguaje narrativo. Es fascinante el estudio del amor y saber qué se consideraba amor en cada época histórica.
La construcción que hacés de los personajes se da más a través de sus ideas, de lo que piensan/sienten y de lo que dicen, más que desde las descripciones físicas ¿Es adrede, como una marca personal?
-No sé si es una marca personal pero sí es a propósito. Siempre digo que mis personajes nacen hablando y eso es porque, generalmente, lo primero que escribo sobre ellos es un diálogo. Así que lo primero que nace de ellos son sus palabras y después elijo si tienen ojos verdes o marrones o si tendrán tal o cual aspecto.
Sos escritora del género romántico histórico pero dentro de él no te atás a la fórmula clásica, sino que jugás, te arriesgás, movés los límites ¿te gusta experimentar? ¿buscás no repetirte? Por ejemplo, tus protagonistas masculinos no suelen ser el prototipo del género. O escapás de la idea de la mujer de la época que no trabajaba o no hacía prácticamente nada fuera de la casa…
-Me encanta experimentar, lo cual a veces es un juego arriesgado. La novela romántica tiene una forma clásica, con características propias que la convierten en un género específico. Cuando empecé a escribir y publicar, sabía que quería tener una voz propia y empecé a jugar con los elementos constitutivos de la novela romántica clásica. ¿Cuál podía sacar? ¿Cuál debía permanecer para siguiera interesando al lector? En cada una de mis novelas hay un experimento, un ensayo y, por qué no, un error. Mi idea siempre fue tener una voz propia. Creo que esa capacidad de eludir los lugares comunes de la novela romántica, jugar un poco con ellos, o directamente omitirlos, permaneciendo dentro del perímetro del género es lo que caracteriza mi voz y mi escritura.
Probablemente el género romántico sea en el que más se evidencia una relación/intercambio, muy estrecho entre autores y público. ¿Cómo te sentís en ese sentido?
-Es un privilegio del género romántico esa relación tan frecuente entre lector y escritor. Pero no fue fácil adaptarme a ese privilegio. Suelo decir que soy una tímida en recuperación, así que soy poco sociable y me cuesta mucho estar en lugares donde estoy expuesta. Fue un aprendizaje, sin dudas. Por supuesto que estar en contacto con tus lectores es hermoso y no puedo dejar de agradecer los comentarios, el cariño y los regalos que he recibido a lo largo de estas diez novelas.
Violencia de género: “Era un tema urgente”
¿Cómo decidiste el abordaje de la violencia de género en tu último libro, en el marco de una época en el que el tema está justo en el ojo del huracán?
-Sabía que quería hablar sobre violencia de género porque era un tema que se me hacía cercano. Era un tema urgente. Y también quería hablar de la violencia de una sociedad patriarcal donde las mujeres -y los hombres- estaban subordinados a un hombre en particular, el jefe de la familia. Así nació Ese ancho río entre nosotros.
¿Creés que las y los escritores tienen una responsabilidad de llegar con un determinado mensaje al respecto?
-Creo que cada escritor es responsable de sus palabras (y eso incluye lo que los personajes hacen y no hacen). Si cada escritor elige o no escribir sobre un tema en particular de la sociedad, ya depende de su decisión. A veces hay temas urgentes que es imposible dejar de lado.
Definís la problemática como “urgente”, ¿desde la novela se puede contribuir a profundizar el debate y la concientización? De hecho en la Feria del Libro, este año entre las actividades para jóvenes se armó una mesa sobre violencia sexual y de género.
-Es una cuestión difícil de responder y diferentes corrientes artísticas se han preguntado lo mismo ¿cuál es el lugar del artista en el “ahora”? La respuesta es no lo sé. Sé que quise escribir una novela que tuviera que ver con ese tema, entre otros, y lo hice. Después qué pasa con eso es tarea del lector.
¿Creés que conociendo y comparando como fue la violencia familiar en el pasado, se puede reflexionar e intentar cambiar la situación actual?
-Sí, absolutamente. Creo que no hay otra manera de entender los fenómenos que mirar hacia atrás y historizar cómo se llegó a una situación social determinada. No conocer la historia de un fenómeno social es no comprenderlo del todo.
Es interesante lo que decís de la sociedad patriarcal, en la que tanto hombres como mujeres, tenían esa subordinación. ¿Creés que “avanzaron” más los hombres que las mujeres con respecto a la independencia del patriarcado o, el patriarcado, con los varones se maneja de manera más sutil o velada?
-Creo que en los hombres el dominio patriarcal es menos perceptible porque ellos han ocupado el lugar del que ejerce el poder. Pero no todos los hombres ocupan el poder, hay otros hombres subordinados ellos y que son receptores de esa violencia patriarcal. Y hay costumbres patriarcales, asociadas a cierto tipo de masculinidad que también subordinan a los hombres. El alejamiento de la crianza de los propios hijos o la obligación de ocultar de las emociones son algunas costumbres que estamos viendo ahora entrar en cuestionamiento. Pero, por ejemplo, asociar “lo masculino” a la violencia física es algo normal (en todos lados ves chicos peléandose constantemente, como si fuera normal) y me parece que no es cuestionado y hasta es visto como un signo de fortaleza.
La cita en Mar del Plata
Margall compartirá panel con Kike Ferrari y Mauro de Ángelis en este primer encuentro del ciclo “De amor, de locura y de muerte”, que se desarrollará a las 18.30, en el auditorio de OSDE de Colón 2911, con entrada gratuita hasta agotar la capacida de la sala, y que estará coordinada por el periodista Bernabé Tolosa.