La autora cordobesa acaba de publicar La boca roja del Riachuelo,  y este sábado estará en Mar del Plata para participar del ciclo “De Amor, de Locura y de Muerte”, que organizan Revista Leemos y Aula Abierta. En esta entrevista, adelanta algunos conceptos sobre su narrativa.

Graciela Ramos es una escritora de tiempo completo. Vive en Villa Allende, provincia de Córdoba, y desde allí maneja también una apretada agenda de actividades que en general tienen que ver directamente con el encuentro cara a cara con sus lectores y lectoras. En las redes sociales se la puede ver constantemente en presentaciones, charlas, visitas, tés y todo tipo de reuniones.

Esa proximidad con las y los lectores  se replicará este sábado en la ciudad de Mar del Plata cuando la autora, que publicó hace pocos meses su quinta novela, La boca roja del Riachuelo, sea parte de una nueva charla del Ciclo De amor, de Locura y de Muerte que organiza Revista Leemos, junto a la Revista Aula Abierta.

La cita será a las 18 en el Espacio Cultural El Balcón -3 de febrero 2538-, con entrada gratuita hasta agotar la capacidad de la sala, y la autora compartirá mesa con sus colegas Sergio Olguín y Sebastián Chilano. La charla estará coordinada por la periodista Claudia Roldos, y que cuenta con el apoyo de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

La obra de Graciela Ramos, que publica el sello Suma de Letras, se destaca en general por mezclar situaciones de la vida cotidiana con historias apasionadas, ambientadas en diferentes épocas de la historia argentina.

Entre sus novelas, la primera fue Malón de amor y muerte que apareció en 2011 y a la que siguieron Lágrimas de la Revolución, La capitana, Los amantes de San Telmo: Tres culturas, un solo amor y, la última, La boca roja del Riachuelo, que salió hace pocos meses y ya va por su segunda edición.

Me gusta mucho recorrer la historia desde el lugar de las costumbres, las tradiciones, -dice Graciela- siento que camino en el tiempo y me parece que es la forma que tengo de poner al lector en situación. Mis novelas tienen un factor común que es la inclusión y lo que no figura mucho en los libros de historia. Me gusta contar que pasaba con las personas comunes, aquellas mujeres, hombres y niños de todas las razas y clases sociales que también estuvieron presentes en los momentos históricos que novelo, pero,  luego no quedaron sus nombres escritos en los libros”.

¿Las costumbres, las tradiciones son tu vía de acceso a la historia que querés contar?

-Es una forma de humanizar la historia, con las costumbres del momento. Por ejemplo, en La boca roja del Riachuelo, cuando los personajes se instalan muy empobrecidos a vivir en el barrio porteño de La Boca, conté que comían, como se divertían, como se vestían. Eso me permite meter al lector en la historia, adentro del libro, hacerlo bailar un tango con el personaje principal, sentir el gusto del mate cocido con pan del día anterior o compartir un par de zapatos para salir, sentir un nudo en la garganta o llorar desconsoladamente, como también me sucede a mí cuando lo escribo.

Probablemente seas una de las pocas autoras referentes de este género que plantea relaciones amorosas entre personas del mismo sexo. ¿Siguen operando tabúes antiguos en este sentido?

-Sí, en todos los aspectos de la vida humana creo que siguen disfrazados muchos tabúes. Particularmente me gusta mostrar que existen, poner sobre la mesa la realidad escondida, la que da vergüenza y que también es parte de la vida. Disfruto mucho de la libertad que tengo para escribir, no me detengo.

El engaño, la homosexualidad, la prostitución, la perversión, la pobreza, la enfermedad, existen desde que existe la vida, es parte. Es la forma que encontré para poner un “más”, un “sí”, un “esto también existe”. El personaje principal de Los Amantes de San Telmo es un enano, ¿Y porque no?

Parece que el segmento romántico – histórico es uno de los pocos que permite a las y los escritores dedicarse de lleno a la literatura y no tener que repartir el tiempo con otros trabajos para llegar a fin de mes, por decirlo de algún modo. ¿Por qué te parece que es?

-Es mi opinión que el segmento histórico romántico transita mucho las manos de los lectores y creo (por lo que me dicen en las charlas) que es porque les gusta mucho recorrer la historia novelada, es menos aburrida, es más humana y en algunos casos pueden conocer sucesos históricos que no están tan conversados en los libros de historia.

¿Cómo es tu experiencia, en lo cotidiano, en esto de trabajar de escritora?

-En lo personal me dedico a escribir tiempo completo. Cuando tomé la decisión hace varios años y dejé de trabajar en empresas, fue gracias a la ayuda de mi esposo.  Pero vivir de la literatura es una tarea pendiente para la mayoría de los escritores de todos los géneros. Las editoriales pueden vivir de la literatura, pagar sueldos y sostener estructuras, pero los escritores no gozamos de sueldo, ni de pagos mensuales,  ni de obra social… Es una materia pendiente, creo que le falta una buena vuelta de rosca a este asunto.

¿Cómo te proyectás de acá a 10 años, en la literatura? ¿te ponés metas al respecto?

-Escribiendo mucho y disfrutando del proceso, hoy me falta un poco eso.  Soy de marcarme el camino, es lo que aprendí en mi carrera de grado en la Universidad y creo que así funciona, al menos para mí. Saber qué es lo que quiero, cómo voy a lograrlo, qué herramientas tengo a mi alcance, bueno y todo lo que sigue, que no es poco.

¿Por qué te parece que se puede seguir escribiendo historias de amor después de siglos y bibliotecas enteras? ¿Qué tienen estas historias que nos siguen convocando?

-Porque el amor es parte de la vida. Sin amor no hay vida. Y fundamentalmente a los que nos apasiona leer, nunca nos alcanzan los libros. Así que… ¡a seguir leyendo!