“El crimen perfecto, queremos creer, no existe. Pero todo asesino lo ambiciona. Como todo escritor ambiciona escribir un cuento perfecto”. Así comienza diciendo esta interesante selección de 13 thrillers argentinos, que llevó adelante Álvaro Abós.
En El crimen perfecto, Alfaguara 2017, el juego es permanente y la selección maravillosa. Uno encuentra allí a muchos escritores que cultivaron el género a lo largo de la historia de la literatura nacional y otros que no, pero que alguna vez cayeron en esa fascinación de contar un crimen.
El policial o las historias de crímenes fundan nuestra historia literaria. O al menos una gran mayoría lo cree así. El propio Álvaro Abós sostiene que “la literatura argentina se funda con un cuento policial. Un cuento sobre un crimen. Hablamos de El matadero de Esteban Echeverría del año 1835”.
Así Echeverría impuso una nueva forma de contar historias en nuestro país, pero además le dio lugar a una narración negra y a la denuncia social a través de la literatura. Podemos decir que lo fundó “casi” todo.
¿Acaso el género policial, hoy, es la nueva novela social? Abós se toma su tiempo para responder y sostiene, “La literatura tiene esto de iluminar un poco la realidad y ayudarnos a comprender algo más lo que nos pasa. Creo que sí. Particularmente en algunas épocas de nuestro país, y quizás esta sea una de ellas, cuando vivimos inmersos pareciera, en capítulos de una infinita novela policial”. Inmediatamente pone ejemplos, “Hemos estado muchos meses hurgando y pendientes del crimen de un fiscal y ahora venimos de estar pendientes de la desaparición de un muchacho por el sur. Así, para los escritores locales es muy difícil competir con semejante realidad, esta realidad que se ve reflejada en los medios de comunicación permanentemente”.
No hay dudas de que el policial tiene tradición en la vida cultural y política de la argentina. Y este volumen busca homenajear a esa literatura llamada popular en su momento. A esa literatura de las novelas policiales que aparecían una vez por semana en los quioscos y que formó a tantos lectores y escritores de hoy. Así, el proyecto fue pensado como la posibilidad de contar la historia del género policial argentino. La obra conllevaba cerca de mil páginas y muchos más autores. Un mega-libro para contar la historia del policial, que quizás también fuese nuestra historia. Pero era una propuesta imposible de concretar y surgió como alternativa esta selección de 13 cuentos menos conocidos del género, pero los más personales de sus autores.
“En dicha historia hay tres cuentos que no pueden faltar” dice Abós. Enseguida enumera: “Emma Zunz de Jorge Luis Borges, Los amigos de Julio Cortázar y Naipe Marcado de Walsh”.
Quién resuelve los crímenes es todo un apartado en la literatura nacional. La policía o los detectives en nuestra historia no han tenido una buena tradición para ganarse ese lugar. Por eso siempre los autores debieron tener que ingeniárselas. Uno que pone de por medio a un policía, sino es el único, en la narración es Rodolfo Walsh. Quien en Variaciones en rojo ubica al Comisario Jiménez como protagonista. En nuestro país, la figura del policía debía enfrentarse a la realidad de una fuerza corrupta y torturadora, por lo cual no generaba las garantías de resolver el caso en cuestión de la mejor forma. Con mucha maestría Walsh lo logra, debido a que ubica al Comisario Jiménez como un comisario que estaba de vuelta y al estar retirado sólo recordaba los casos.
La selección de El crimen perfecto no es simplemente ineludible. Es una selección de aquellas donde uno, ya lector gastado, no encuentra parecidos. Está por ejemplo Chicho Grande de David Viñas. Un cuento que el autor vendió, con seudónimo, de muy joven para poder estudiar, pero donde ya se encuentran las huellas del escritor y pensador que será. O el maravilloso cuento de Germán Rozenmacher, El misterioso señor Q, que escribió para la revista Siete Días. Así como a una asombrosa Beatriz Guido incursionando en el género.
Los cuentos aquí reunidos dicen mucho más. Estos cuentos hablan de nosotros también. Transitarlos no solo nos muestran, sino que también desnudan que la mayoría de los escritores argentinos cultivan una interesante y productiva relación con el relato del crimen. Queda demostrado que muchos de ellos entran y salen libremente del género policial, sabiendo lo que están haciendo y sabiendo también lo que esto significa para nuestra literatura.
@bernabetolosa