Que hable ella, la mujer históricamente relegada por la literatura gauchesca. Que cuente su historia. Y si una parte de esa historia fue extremadamente triste, como se deduce de los populares versos de José Hernández, que pase la página, que se libere y que se sume de manera atemporal a la revolución feminista. Que logre salir de la sombra. Y ser feliz.

Ese parece haber sido el propósito que se planteó Gabriela Cabezón Cámara al escribir “Las aventuras de la China Iron”, libro que elige centrarse en ese personaje olvidado por la literatura clásica como es la “China” de Martín Fierro para hablar de feminismo, indigenismo y hasta de los derechos de las familias diversas.

Como se deduce de lo anterior, lejos de ser un homenaje al clásico poema gauchesco el libro es una denuncia sobre la discriminación, la violencia y el silenciamiento que sufrieron las mujeres en los albores de la Patria. Pero al mismo tiempo es un libro reinvindicativo, que se permite reescribir la historia y darle a la famosa China no solo un nombre sino también la oportunidad de liberarse, reinvertarse e insertarse en un mundo que no por utópico deja de ser menos deseable.

Para ello, Cabezón Cámara hace uso de una pluma desprejuiciada, extremadamente cuidada desde lo literario pero también desafiante, en la que de la misma manera se permite intercalar frases en inglés -sin traducción- como llamar a Martín Fierro como “la bestia”.

La autora también se da el lujo de hacer convivir a la China devenida en “Josephine Star Iron y Tararira” con otros personajes deliciosos, como Liz, la joven inglesa que atraviesa el desierto en búsqueda -ella sí- de su marido llevado por la leva, el gaucho Rosario, y Kauka, la india que la introducirá en la comunidad indígena.

Aparecido recientemente, “Las aventuras de la China Iron” forma parte de la colección Literatura Random House. Se trata de un libro ideal para regalar a personas de mente abierta, que dejen volar su imaginación y que disfruten de imaginar un mundo donde tanto mujeres como hombres pueden amarse libremente y disfrutar de los placeres -materiales y espirituales- de la vida sin importar su “cuna” ni su género.

Es una aventura breve -el libro tiene apenas 185 páginas- pero que vale la pena.

@limayameztoy