Sentir palpitaciones. No querer moverte de dónde estás. Mirar por encima del libro con miedo. Aguantar la respiración. Reaccionar con terror al menor ruido. Y a pesar de todo ello, disfrutar muchísimo. Estos son sólo algunos de los efectos -singularmente emocionales y hasta físico, si se los compara con otros género literarios- que producen los libros de terror: un género que cuenta con millones de fans en todo el mundo y es capaz de volverse adictivo.2
En esta nueva edición de Qué libro regalo (o me autoregalo) elegimos, junto a Libros de la Arena, tres libros que no pueden faltar en ninguna biblioteca, porque además de producir muchísimo miedo, son verdaderas joyitas del género:
Cementerio de animales, de Stephen King (Plaza & Janés)
Stephen King es, sin lugar a dudas, una de las figuras más prominentes de la literatura de terror contemporánea. Pero no solo eso: autor de más de sesenta libros -la gran mayoría, best sellers-, logró pasar de ser calificado despectivamente como “escritor popular” a ser considerado una de las figuras más prominentes de la literatura contemporánea. Prueba de ello son los premios que se le otorgaron en lo últimos tiempos: PEN American Literary Service Award -2018-, National Medal of Arts -2014- y National Book Foundation Medal for Distinguished Contribution to American Letters -2003-.
Aunque su extensa bibliografía incluye varios clásicos, como Carrie -primera ficción que publicó sin pseudónimo-, El Resplandor, La Niebla o Misery, el libro que hoy les recomendamos es Cementario de Animales, publicado originalmente en 1983 y convertido en un clásico del género de terror.
King narra la historia del doctor Louis Creed, quien un día queda a cargo de Church, el gato de su hijita Ellie. Pero un accidente de tránsito impide que Louis cumpla con su promesa: tras comprobar que el animal ha muerto, el hombre decide enterrarlo en un cementerio de animales que existe a escasa distancia de su casa. Aún no sabe cómo le comunicará a su hija la noticia cuando Church reaparece. Y lo que en principio parece una buena noticia, pronto se va revelando como una verdadera historia e terror.
La historia es tan intensa que el propio autor se negó durante años a publicarla, por considerar que excedía los límites de su literatura. Aceptar su publicación fue evidentemente una buena decisión: el libro estuvo 33 semanas en la lista de The New York Times y lo consolidó como uno de los autores más vendidos de los últimos tiempos.
Cementerio de animales es una de las 60 películas (sí, leyeron bien: sesenta) basadas en libros de King, explicando en gran parte por qué es considerado “el Rey del Terror”.
El reloj de sol, de Shirley Jackson (Editorial De Bolsillo)
Nacida en San Francisco en 1916 y fallecida en 1965, esta autora estadounidense fascinó a grandes novelistas como Joyce Carol Oates o el propio Stephen King. La crítica se fijó en ella en 1949 a raíz de la publicación de su relato La lotería, publicado en The New Yorker. A éste le siguieron novelas como The Road Through the Wall (1948), Hangsaman (1951), The Bird’s Nest (1954), La maldición de Hill House (1959) y Siempre hemos vivido en el castillo (1962).
En El reloj de sol -aparecido en 1958- Jackson relata la historia de los Halloran: han pasado apenas unas horas desde el funeral del único hijo cuando la madre, nueva heredera de la majestuosa casa familiar, anuncia que está lista para apoderarse de todo y desterrar al resto de los ocupantes. Pero antes de que logre imponer su deseo, la tía Fanny recibe un mensaje sobrenatural de su padre, el dueño original de la propiedad: ella y los otros inquilinos sólo podrán sobrevivir a un inminente fin de los tiempos si permanecen confinados en la mansión.
Mientras se preparan para ser los últimos sobrevivientes de la Tierra, los ocupantes de la casa no pueden evitar sucumbir a las intrigas, la paranoia y la convicción de que la profecía es real y de que ellos son los elegidos para heredar un mundo nuevo. La gran pregunta es si llegarán al día del juicio sin destruirse unos a otros.
En este libro Jackson hace gala de su maestría para la creación de ambientes enrarecidos por la sospecha y el presentimiento de un horror sin nombre, agregándole un sentido del humor ácido y gran agudeza para la crítica social.
Agujas doradas, de de Michael McDowell (La Bestia Equilátera)
Editado en castellano por La Bestia Equilátera en plena pandemia, Agujas Doradas constituyó uno de los fenómenos literarios de los últimos meses.
Publicado originalmente en 1980, el libro narra, sin escatimar detalles, el enfrentamiento de dos familias sociales opuestas en los Estados Unidos de 1880.
Les damos algunos detalles más: todo comienza en el denominado Triángulo Negro de Nueva York, donde existe un decadente reino caracterizado por los fumaderos de opio, la lucha libre femenina, los garitos ruinosos, los coloridos burdeles, los abortos clandestinos, el crimen y la miseria. La emperatriz de este desapacible lugar es la temible Black Lena Shanks, quien, junto a su familia, lidera un clan de delincuentes, una pandilla de mujeres expertas en el arte de la crueldad. A unos pocos metros de distancia, en el elegante vecindario de Gramercy Park y Washington Square, el despiadado juez James Stallworth inicia una cruzada para aplastar el imperio de Black Lena, condenando a muerte a varios de los Shanks. Se genera entonces una despiadada guerra de la que nadie (mucho menos lectoras y lectores) saldrá inmune.
Michael McDowell nació en 1950 en el sureste de Alabama y falleció en 1999. Su libro Los Elementales lo ubicó como uno de los autores de culto del género. También es reconocido por los guiones que escribió para Tim Burton, Beetlejuice y El extraño mundo de Jack. Es considerado uno de los grandes maestros del horror.