En los tiempos modernos (por decirlo de alguna manera) los editores son quienes “intervienen” las novelas, para bien o para mal. Es famoso el caso de Gordon Lish el ¿genial? editor de Raymond Carver (del que nos ocuparemos en otro momento). Antes de la irrupción del editor, esa tarea se delegaba en amigos, amantes o esposas, con toda la dificultad que ello implicaba.

Como se sabe la novela Guerra y paz de León Tólstoi es una de las más extensas que se conocen: 1.300 páginas. Hay otras más largas, pero esta es la célebre.

El escritor ruso invirtió cinco años en escribir su gran novela (1863-69). Un año antes de comenzar a escribirla, cuando tenía 34, se casó con Sofía una agraciada joven de 18 años quien se convirtió en su secretaria y copista. En este tiempo, además de escribir, el matrimonio engendró cuatro niños; luego darían vida a otros nueve.

Se sabe que Sofía reescribió el texto en su totalidad de principio a fin al menos ocho veces, por exigencia de su marido. Pero algunos episodios se reescribieron hasta 26 veces.

Además de transcribir, Sofía comenzó a tener cierto “poder” sobre la obra, que muchas veces consideraba como propia. Por ejemplo, eliminó –previa discusión con el tozudo autor- algunas “partes” donde él mostraba un entusiasmo excesivo por describir la noche de bodas entre el protagonista de la novela, Pierre Bezújov, y de su primera mujer Elena. El argumento de Sofía Andréievna era que no pasaría la censura de la Iglesia. Mas otros piensan que estaba arrebatada de celos. Don León era un individuo no muy apegado a la vida hogareña.

Lo que muchos lectores se preguntan es qué quedó de esas “intervenciones” de la esposa-editora. Algo se puede rastrear en un libro que la propia Sofía Tólstoi llamó Diarios (Alba Editorial), de modestas 700 páginas.

*Nerio Tello  es periodista, escritor, editor y docente universitario. Autor del blog Letra Creativa.