Como se sabe, todo texto literario implica una metáfora. Si no es metáfora, es periodismo o algo que se le parece. Esas metáforas a veces son herméticas y otras surgen claramente. Los críticos las buscan entre el follaje de la vida del autor hasta que logran explicar al gran mundo, de qué viene la cosa.
Cuando Shirley Jackson publicó “La lotería” por primera vez (el 26 de Junio de 1948 en la revista The New Yorker) provocó una gran controversia; a tal punto que muchos lectores de la revista cancelaron su suscripción. “La lotería” es la historia de un pueblo que a través de un “juego” devora a uno de sus miembros, en un derrotero que pasa de la inocencia al terror en escasas líneas.
Casualmente, o no tanto, Shirley Jackson vivía en North Bennington, Vermont, un pueblo bastante chico como el del cuento. En esa historia se pone en evidencia la brutalidad que esconden ciertos rituales y valores en una pequeña urbe americana que bien podría ser todo Estados Unidos, o quizás el mundo. No casualmente un inteligente censor de la Republica Sudafricana prohibió el libro, lo que alegró mucho a Jackson. El cuento puede leerse aquí: (https://ciudadseva.com/texto/la-loteria/)
A Shirley Jackson (1916-1965) se la considera una cuentista y novelista que cultiva el género del terror. Si bien popular en su tiempo, su fama le vino después de su muerte y ahora se la considera una de las grandes escritoras estadounidenses. Contribuyen a eso los elogiosos comentarios de Stephen King, Nigel Kneale, Neil Gaiman y sobretodo Joyce Carol Oates.
Si bien se podría afirmar que ese texto y otros, construyen una gran metáfora sobre una sociedad que a la Jackson se le aparecía como inquietante, algunos vieron en “La lotería” también una metáfora sobre su propia vida y la de millones de mujeres norteamericanas de mediados de siglo pasado.
Casada con el crítico literario Stanley Edgar Hyman, Jackson se vio obligada a atender a sus vasta familia (cuatro hijos), encargarse de las tareas hogareñas y soportar las infidelidades de su marido. “Vivimos en Vermont, una tranquila comunidad rural con bellos paisajes y confortablemente lejos de la vida de la ciudad. Nuestras principales exportaciones son libros y niños, las cuales producimos en abundancia”, ironizó.
Su marido controlaba todos los aspectos de su vida, aun el dinero, que ella producía con generosidad. En este marco comenzó a beber y a fumar en exceso y luego padeció de obesidad. En un intento por sacarla de “ese estado”, intentaron curarla con barbitúricos, muy en boga en ese momento. Las anfetaminas le ayudaron a perder peso pero la hundieron en un estado de ansiedad permanente. Shirley Jackson murió de un ataque al corazón a los 48 años. Como en “La lotería”, todo el mundo parecía empeñado en “dale el premio” a la protagonista y como en el mismo relato, una mujer –esta vez la malograda Shirley- ganó el “premio”.
@NerioTello
*Nerio Tello es periodista, escritor, editor y docente universitario. Autor del blog Letra Creativa.