Este domingo Patricia Coria presentará su tercera novela, De lágrimas y de rosas, acompañada por su editora Mariana Boh y su colega escritora Sara Bonfante. Será a las 17 en Villa Victoria –Matheu 1851.

Antes de la charla, la autora de Sinfonía para mis heridas y Como clavel del aire, contó a Revista Leemos que su inclinación por escribir novelas comenzó hace pocos años, motivada por el encuentro casual con la escritora marplatense Gabriela Exilart, quien la introdujo en el mundo de los grupos de lectura y los talleres de escritura.

Yo había escrito algunos poemas en la adolescencia. Cosas que después tiré porque eran cursis y me daban vergüenza. Pero siempre leía mucho, desde muy chiquita. Cuando empecé la facultad no tuve más tiempo y dejé de escribir. Hasta que se dio ese encuentro completamente descabellado con Gaby”, cuenta Patricia en una mesa de café frente al mar… pegada al calefactor.

¿Cómo se dio?

-Justo había terminado de leer un libro y me quedé sin lecturas. En la librería elegí uno de Gaby: Por la sangre derramada. Y lo estaba leyendo fascinada. Un día fui a la peluquería, estaba esperando mi turno y cuando se va la mujer a la que estaban atendiendo, la peluquera me dice: “esa es mi escritora preferida: Gabriela Exilart”. Y yo le dije que estaba terminando de leer su libro. La peluquera me dijo: “esperá que la llamo”. ¡Yo no quería! Me parecía re cholulo (risas). Y, viste como es Gaby, nos pusimos a charlar, nos sacamos una foto, me agregó al Facebook y esa misma tarde me preguntó si me gustaría participar de un grupo de lectura: Lectoras Marplatenses.

¿Habías compartido alguna vez tus lecturas así?

-No, para mí la lectura era algo muy solitario. Ni sabía qué hacía un grupo de lectura, pero fui igual. Me dijeron qué libro había que leer para el siguiente encuentro, lo compré y me encantó todo. Ya somos amigas con todas. Y a los poquitos días Gaby publicó que daba cursos de escritura creativa y me interesó. Le dije que yo nunca había escrito nada, nada más que en la adolescencia esas pavadas que hasta las tiré. Ella me motivó: siempre me sentí muy estructurada, pensaba que no se me iba a ocurrir nada de ficción y la primera consigna era escribir algo de lo que nos había pasado en esos días. Empecé a escribir… Y me fascinó la experiencia. Ese mismo año participé del concurso Valijas con Historias –que organiza la Dirección de Promoción y Protección de los Derechos Humanos de la Municipalidad- con un cuento que se llamó “El mar como testigo”, sobre inmigrantes italianos y españoles, y saqué el Segundo Premio.

Rodeada de escritores

Patricia cuenta que al finalizar el curso de escritura creativa que dictaba Gabriela Exilart, sintió que le iba a dar “un síndrome de abstinencia: ‘algo tengo que hacer’, me dije, y vi que Silvina Ruffa, una escritora de Córdoba daba talleres de novela online”.

¿Vos a esa altura ya tenías pensado escribir una novela? ¿Tenías el tema o la historia dándote vueltas?

-No, para nada. Solamente quería seguir. Era diciembre y no podía esperar hasta marzo o abril que Gaby empezara con su taller de novela. Entonces empecé con Silvina y con la que después fue mi primera novela, Sinfonía para mis heridas. Y al año siguiente, cuando empezó el curso de Gaby también arranqué en la clínica de novela con Sara Bonfante de La Plata, mientras iba escribiendo Como clavel del aire.

¿Qué cosas sentís que cambiaste o que dejaste atrás desde que empezaste hasta hoy?

-A mí me gusta mucho ir cambiando la estructura. En Sinfonía para mis heridas hice saltos de tiempo, en Como clavel del aire son tres historias paralelas y en De lágrimas y de rosas es lineal pero hay dos voces: la voz del narrador y la voz en primera persona de la protagonista, que se manifiesta a través de su monólogo interior.

Yo creo que evolucioné en cuidarme más, no caer en lugares comunes, buscar la expresión de una emoción de una manera que no sea tan común, buscar otros recursos, otra forma de decir las cosas, ir investigando otras estructuras también me sirvió mucho. Y los clásicos te abren mucho la cabeza. Para De lágrimas y de rosas me ayudó leer el libro de Mercé Rodoreda, La plaza del diamante.

Todas tus novelas las editaste con Mariana Boh, ¿cómo la conociste?

-Me la recomendó Carlos Pérez de Villarreal cuando estábamos haciendo el taller de novela.

Súper productivo ese taller…

-Si, compartimos mucho con Carlos, con Marcela Chiquilito que en el taller trabajó su segunda novela, Semillas de Mandarina; también está Oscar Caballero, que hace poco publicó Augurios de una tarde feliz, que escribe muy lindo… muy emotivo. También está Lidia Urdinez, que tiene un libro de relatos con viajes exóticos, Destinos con misterio, que ella además es artista plástica. Y cada uno tiene su propia voz.

El proceso creativo

Cuando escribís una historia ¿Sabés desde el principio como querés que termine?

-No. En Como clavel del aire hasta casi el final no sabía cómo iba a terminar. Pero sí la historia, la trama, la problemática. Y en base a eso voy creando los personajes para que la historia sea coherente. Y con los personajes, no los delineo al detalle. No me pasa como a muchos escritores que ponen “se parece a tal” o la foto directamente de una persona real, pero si algunas cosas físicas. Digamos que va fluyendo.

¿Cómo te llegó la historia de De lágrimas y de rosas?

-No sé. Vino. Debe ser lo que una ve cada día. No es algo que alguien me haya contado. A mí lo que me inspira es ver las cosas que le pasan a la gente, o a mí misma, más que nada las relaciones humanas y lo que provocan en las personas.

¿Estas son las historias que a vos te gustaría leer?

-Son las que me gusta escribir. Yo escribo para mí, no te podría decir “voy a escribir para que le guste a tal sector, o a tal persona”, porque si no me gusta a mí no podría hacerlo. Una cosa que sí me encantaría es escribir suspenso, pero no lo intenté porque me imagino que me tendría que capacitar mucho sobre métodos de investigación, conocer la vía investigativa… eso me imagino. No debe ser un género fácil.

¿Y en qué estás trabajando ahora?

-En otra novela donde también hay una mujer que se va a tener que enfrentar a una situación complicada, pero quiero que esta vez el hombre también tenga mucha fuerza. Cómo viven el mismo suceso cada uno de ellos, como la enfrentan, cómo se ayudan mutuamente y cómo lo resuelven.

Me gusta que lo contás en tiempo futuro…

-Es porque solo escribí una parte del capítulo uno. Pero la tengo en la cabeza.

¿Escribís del capítulo uno en adelante? ¿No vas armando el texto por escenas o de alguna otra manera?

-No. Empiezo con el capítulo uno y sigo con el dos y así. Estructurada como buena contadora, pero me funciona. Todos los libros los escribí así. En Sinfonía para mis heridas lo escribí con los saltos de tiempo y todo de manera consecutiva.

¿Y lo títulos?

Como clavel del aire se iba a llamar “Lo que la sangre no calla”, pero mi marido me trajo un clavel del aire y yo no sabía qué tipo de planta era, pensaba que era una planta parásita, pero fui a google y cuando entendí de qué se trataba me dije que era el título de la novela que estaba escribiendo. Y en Sinfonía para mis heridas la estaba terminado y no tenía título. Se llamaba “Mi novela” (risas). Probé un montón y con mis hijas surgió este, porque la protagonista es música.

¿Qué cosas te gustan de tu última novela, la que presentás este domingo?

-En De lágrimas y de rosas hay una mujer que frente a una situación se va dando cuenta de que está siendo manipulada. Tiene una vocación muy fuerte, desde chica, y pasa algo que la desestabiliza totalmente y tiene que seguir otro camino. Cuando alguien la quiere ayudar a encauzarse hacia lo que ella desea, se tiene que plantear como mujer hasta dónde cede. Me gusta la fuerza y la evolución de ella, que voy mostrando en los monólogos interiores.

@trianakossmann