Sin estridencias, elegante, sutil y con un fino sentido del humor. Así es Prohibido morir aquí, la novela de la británica Elizabeth Taylor que a fines de 2018 fue traducida y publicada en Argentina por el sello La bestia equilátera y que en pocos meses se convirtió en un fenómeno editorial tan gratificante como sorprendente.
La novela -que llega a nuestro mercado traducida por Ernesto Montequin- describe los días que Laura Palfrey vive en el Hotel Claremont, establecimiento que para la rígida sociedad londinense es sinónimo de anteúltima parada en el inexorable viaje hacia la muerte: quienes allí residen saben que, en cuanto su capacidad de autonomía se vea limitada, deberán abandonar el hotel para trasladarse a un geriátrico. Y que de allí a la tumba habrá solo un paso.
Es de la mano de Laura, que tras convertirse en viuda trata de adaptarse lo mejor que puede a su nueva realidad, y de un grupo de viejos tanto o más desesperados que ella por retrasar la decadencia de sus vidas, que Taylor nos hace reflexionar sobre la vejez, la soledad y la muerte.
Contrario a lo que podría deducirse del título –que, dicho sea de paso, no fue el que pensó originalmente Taylor, quien se había inclinado por un escueto Mrs. Palfrey at the Claremont- Prohibido morir aquí no es un libro que festeje el milagro de estar vivos.
Más bien todo lo contrario: con un lenguaje sencillo pero no por ello menos mordaz, la autora describe tanto a sus personajes como las situaciones que atraviesan sin concesiones, diseccionando sus personalidades con precisión de cirujana, desapego y hasta con un toque de crueldad.
Ni siquiera Laura se salva de la mirada sagaz de la autora, quien la describe como una mujer un tanto masculina, pendiente al extremo de las normas sociales y necesitada de un afecto que, pareciera, ella misma no supo otorgar ni a su hija ni a su nieto.
Pero la soledad y la incapacidad de conectar emocionalmente con otros no serán características exclusivas de la protagonista de la novela sino que parecen marcar a cada uno de los personajes que la rodean, incluido Ludo, el joven y novel escritor al que conoce accidentalmente en la calle y con el que entablará una relación tierna, aunque no exenta de cierto patetismo.
Muy probablemente sean esos aspectos tan humanos de cada uno de los personajes lo que hace que Prohibido morir aquí sea una novela que conmueve profundamente, aun cuando todo en ella es esencialmente británico, lo que hace que muchas situaciones parezcan estar en las antípodas de las que se producirían en estas pampas.
Publicada por primera vez en 1971, Prohibido morir aquí fue candidata al Booker Prize y fue elegida por “The Guardian” como “una de las mejores novelas de todos los tiempos”.
Para los y las lectores argentinos, se trata de una bellísima manera de conocer a “la otra” Elizabeth Taylor -1912/1975-, esa que –según ella misma supo relatar- pensaba sus historias mientras planchaba. Y desde allí, desde ese lugar aparentemente tan aislado y doméstico, logró escribir una de esas historias pequeñas que, de tan humanas, se vuelven universales.
@limayameztoy