Hace unos días, una amiga con hijas adolescentes clamaba por un listado de libros que pudiera interesar/entusiasmar/agradar/no ofender a las muchachas a quienes intentaba introducir en el mundo de la lectura y alejarla un rato de las redes y los vínculos virtuales. Menudo problema me dije, y le dije. Luego me puse a pensar en algunos textos posibles. Pero mis sugerencias son antiguas, hace mucho que no tengo hijos adolescentes. Cuando los tuve se sumergieron primero en el mundo de Elsa Bornemann, la niña, y en el de Hermann Hesse, el varón; continuar fue más fácil.

Como la cosa no es acordarse de todo sino saber dónde podemos encontrar la información, recurrí a un libro reciente de Ella Berthoud, una pintora inglesa y Susan Elderkin, novelista de la misma nacionalidad, que escribieron un sugestivo y útil Manual de Remedios literarios (2013).  El título lleva una bajada que aclara todas las dudas: Cómo curarnos con libros. Es caro, como el precio de los remedios, pero es bastante efectivo y no tiene contraindicaciones.

Seguramente cada lector ha vivido experiencias similares a la que relaté al comienzo de esta nota. Otra es la intención de Carlos María Domínguez, cuando cuenta que “los libros cambian el destino de las personas. Unos leyeron El tigre de la Malasia y se convirtieron en profesores de literatura” dice en La casa de papel. “Demian llevó al hinduismo a decenas de miles de jóvenes, Hemingway los convirtió en deportistas y Dumas trastornó la vida de miles de mujeres”, afirma.

A mi amiga con niñas adolescentes podría sumarle a la lista (y acordando con las autores inglesas): El guardián entre el centeno, la mítica novela de  J.D. Salinger. También se puede probar con En la juventud está el placer, un sugestivo título de Denton Welch.

Entre los remedios sugeridos, para aquellos que padecen el problema de no tener casa, se pueden internar en un libro muy recomendable de V. S. Naipaul (Premio Nobel además): Una casa para el señor Biswas. El protagonista se esfuerza por tener éxito; se casa con la familia Tulsi sólo para verse dominado por ella, y se fija la meta de ser dueño de su propia casa. Para los que buscan soluciones más drásticas al mismo problema, pueden probar con A cualquier otro lugar de Mona Simpson.  Para huir del aburrimiento de su pequeña ciudad, Adele pone rumbo al Hollywood de los cazatalentos y de las mágicas metamorfosis. Quiere convertir a su hija de 12 años en una “star”. Susan Sarandon y Natalie Portman protagonizaron un film sobre este texto.

A los calvos acomplejados las autoras inglesas recetan La mosca de la muerte, novela de Patricia Cornwell. Y para los que temen volar se prescribe La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón o, para casos graves, Vuelo nocturno de Antoine de Saint-Exupéry.

A un hipocondríaco se lo puede curar con Medicina Peligrosa de Arthur Hailey, y  los decepcionados de la vida pueden acudir a diez gotas de Remedio para melancólicos de Ray Bradbury, que nos alecciona: “Cuando no se puede tener la realidad, bastan los sueños”.

@neriotello

*Nerio Tello  es periodista, escritor, editor y docente universitario. Autor del blog Letra Creativa.