El dibujante e historietista Fernando Sendra recorrió la Muestra Ideas en el Museo Castagnino y en Leemos aprovechamos la ocasión para conocerlo y divertirnos un rato.
La casa de los Ortíz Basualdo, el espacio en el que funciona el Museo Municipal de Arte Juan Carlos Castagnino es un espacio mítico para Mar del Plata. Su construcción imponente en la esquina de Colón y Alvear se erige como una enorme casa de muñecas que se destaca en la zona plagada de edificios, donde la escena se completa con autos que trepan la loma a toda velocidad y el viento incesante de la costa agitando las pocas palmeras cercanas.
Adentro, la armonía del diseño conversa en diferentes dialectos con los dibujos de Fernando Sendra y la Muestra Ideas que se exhibe en el Museo durante este mes. En una habitación de la planta baja puede verse al protagonista de la tira Yo, Matías, dándose una ducha, mientras que dos pasos más arriba siguen estoicos los muebles pensados por el artista belga Gustave Serrurier, padre del art nouveau.
En ese contexto ecléctico, donde conviven la historia reciente de Mar del Plata y sus clases altas y los trazos originales de cientos de dibujos y globos de diálogos aparentemente desordenados, Sendra me explica que él es marplatense circunstancial: “Yo fui gestado en Buenos Aires, mi mamá era marplatense y su familia vivía acá. Cuando llegó el momento del parto mi viejo laburaba mucho y decidieron que ella se iba a sentir mejor atendida estando con su familia. Así que nunca viví en esta ciudad, pero si vacacioné durante toda mi infancia”, dice y parece recordar el verano que el frío de este marzo nos hace sentir tan lejano.
-“Mis veraneos eran de diciembre a marzo. Y además eran siempre en el mismo lugar, la misma casa, los mismos amigos… amigos que tengo hasta el día de hoy”.
-Sendra y Matías son habitués del Museo Castagnino…
-Por suerte.
– ¿Qué encuentra en esta casa?
–“Sólo entrar en esta casa me emociona, porque es maravillosa y tiene lo mejor de la arquitectura de la belle epoque y todo eso y poder estar acá y circular dentro de la casa es un lujo. Es una belleza”.
-Su debut profesional en el dibujo se remonta a los inicios de la década del 70… ¿Cómo es que una persona decide dedicarse al dibujo en tiempos tan agitados para el país?
-“Hay una frase que dice `hay gente que fracasa por culpa de su éxito´. A veces lo identifico con gente que tiene tantos talentos que no se termina dedicando a nada en específico. Bueno, a mí me pasa todo lo contrario: Como no sé hacer nada más que esto, me quedé acá”.
Sendra se ríe seguido. Mientras hablamos en un rincón de la primera sala del Museo la gente que espera para participar de la actividad le saca fotos, cuchichea alrededor y se queda cerca de nuestra charla… como parando la oreja. Le pregunto si le interesa explorar otras funciones del humor gráfico que vayan más allá de la crítica social. Él se pone serio.
–“El humor se basa en sobreentendidos y eso hace que, por ejemplo, cuando un hombre le guiña el ojo a un chico que está frente a una torta significa una cosa y si se lo guiña a una chica en un boliche de noche significa otra. Eso es porque hay un sobreentendido. Entonces, el humor muchas veces no dice más de lo que ya se sabe, pero lo que pasa es que lo devela, lo pone al descubierto. Dice algo que las dos personas saben pero que ninguna de las dos dijo. Pero, por otro lado, y que es lo que yo más valoro es que, a fuerza de escuchar una noticia repetidamente, dejamos de interesarnos por la noticia. Y el humor nos permite poner eso en un lugar diferente”.
“Si yo tengo un amigo que todos los días viene a las cinco, me toca el timbre, le abro, pasa y se toma un café conmigo, yo siempre voy a tener presente eso. Pero si un día en vez de tocar el timbre entra por la venta, ese día yo no me lo voy a olvidar más. Yo creo que la función del humor es meter la información por un lugar diferente al que es común”.
En las últimas vacaciones de invierno, Sendra trajo a la ciudad su muestra Vacaciones con Matías, donde los chicos eran, por supuesto, el centro de la escena. En esta oportunidad, lo que el autor viene a hacer al Museo no es una charla tradicional. No va a sentarse y hablar a un público inmóvil, sino que viene a recorrer la muestra de sus dibujos y compartir con quienes quieran escucharlo –que son muchos- cómo es qué le surgen las ideas y qué hace él mismo con eso. Está rodeado de gente adulta, pero él dirá que la exhibición está pensada para los chicos: “Una vez tuve una idea. Era una pelotudez, pero era una idea. Con esta muestra quiero generar el concepto de que las ideas no son ocurrencias deslumbrantes, sino que se van construyendo. Yo pensé esto para los chicos, principalmente, porque nosotros ya estamos jugados”.
-En el humor gráfico se apela mucho al personaje infantil… La inocencia de los chicos nos permite también meternos desde otro lado en esa información de la que hablábamos, ¿no?
-“Si, yo creo que la figura del chico tiene esa cosa de mirada nueva que nos permite cierta crueldad inocente”.
-¿Va a volver en vacaciones de invierno? ¿Qué nuevos proyectos o expectativas tiene para este año?
Sendra piensa por un momento y sonríe:
-“Llegar a fin de año”.