Club5 es una editorial independiente dedicada a reeditar narrativa argentina: la idea de publicar  Tennessee de Luis Guzmán es algo que se agradece. Originariamente escrita en 1997, reelaboración de un cuento y corregida para la reedición de 2016, como señala el propio autor en el posfacio, la novela se asienta (un modo de decir) sobre un vaivén que cumple la propuesta de Joyce que actúa como epígrafe: “subordinar las palabras al ritmo del agua”.

Desde el agua sucia del Riachuelo, en el club Regatas de Avellaneda, Walenski empieza a buscar a Smith, su compañero pesista que alguna vez fue campeón olímpico de la disciplina en los juegos de Tennessee. La irrupción de un abogado y la sospecha de algo turbio como el agua del Riachuelo empujan al protagonista a remover el pasado e iniciar la búsqueda. Una búsqueda que transcurre en los márgenes, porque parte de ese borde que significa el río contaminado –la primera línea de la novela es “puteríos y chatarra”- y circula hasta los suburbios de Tennessee pasando por pensiones porteñas o Pehuajó. Un viaje que implica, por supuesto, reconstruir el pasado porque los enigmas del presente se solucionan buscando hacia atrás. Un movimiento de vaivén –otro más- que implica un retroceso grande desde el presente y un avance leve de la ola hacia adelante.

El eje de la historia es el de la amistad y sus altibajos entre estos dos hombres que fueron pesistas y dobles de riesgo en películas norteamericanas que se filmaron en la Argentina y que compartieron tanto la gloria como la caída posterior, incluso una  mujer.

El flujo de la narración se pone en marcha bajo la estrategia del desequilibrio. El barco quieto que es Walenski en el presente del club de Regatas de Avellaneda se pone en movimiento con la aparición de Dagonis, un abogado que ingresa a escena tapándose la boca con un pañuelo por el olor del Riachuelo. Ajeno, desacostumbrado, desacomodado, el requerimiento del extraño empuja a Walenski y con él, al lector.

Guzmán define a Walenski como representante “de ese heroísmo que a veces está dado por un hábito, ser un solitario, o por un estado civil, ser un solterón.” Y más adelante “Walenski no es un marginal como tampoco lo es Smith. Se mueven en los intersticios del poder, de la sociedad, incluso hasta de su mismo oficio”. Por afuera, por debajo, por donde apenas se nota, fluye la historia. Como fluye el destino. Como fluye el agua en los desniveles de los patios, en las canaletas viejas, en las veredas rotas, en las calles de tierra.

*Gabriela Urrutibehety es escritora, periodista y profesora. Autora de Con la muerte a cuestasLa banda de los seguros: discreta geografía criminal y Tres tipos ¿difíciles? Sigue el blog Diario de lector