Nada le hizo pensar que Mujeres que compran flores sería el título por el cual su nombre ocuparía un espacio destacado en librerías de tres continentes. Absolutamente nada. “La estaba escribiendo para mí”, cuenta Vanessa Montfort, la periodista y escritora española que pasó por Mar del Plata en el marco de la promoción de su nueva novela, El sueño de la crisálida, editada por Plaza y Janés.
En su nuevo libro, la autora desarrolla una idea que ya había sugerido en la historia que lleva más de 20 ediciones y fue traducida a 11 idiomas: las transformaciones. “Todos tenemos nuestras obsesiones, pero las del escritor quedan impresas. Y las mías son el cambio y la libertad: en mis historias siempre hay un cambio del que surge algo más libre”.
En El sueño de la crisálida, Monfort pone en escena a dos mujeres, una de ellas es una monja expulsada de su trabajo, su vocación y su forma de estar en el mundo. La otra es una periodista que no ejerce, claramente reñida con su profesión. Una le cuenta a la otra la historia de su vida, ésta decide publicar esa historia para ayudarla, pero de esa relación resulta un descubrimiento, un re-conocimiento y un auto-conocimiento que lo cambia todo para ambas.
En el prólogo del libro la autora cuenta que la historia de la monja –que en el libro se llama Greta- es verídica, que la persona existe realmente y que mucho de lo que se narra en la novela es parte de la vida de alguien que accedió a que se cuente así, bajo el velo de la ficción.
“Durante mucho tiempo me pregunté qué tengo yo que ver con la historia de una ex religiosa– dice Montfort en diálogo con Revista Leemos-, pero había algo ahí que escocía. La investigación me fue llevando a temas como el Mobby y el acoso laboral, que yo también sufrí y entendí que por eso me tocó mucho la historia de ella. Y muchas personas que conozco también lo vivieron. Es una pandemia. ¿Qué es? ¿De dónde viene y por qué no se le da el trato que merece cuando es un tipo de maltrato que termina en muerte o en depresión profunda? No estamos hablado de una tontería”, explica.
Con su marcado acento, cuenta que necesita escribir sobre lo que la perturba, lo que no entiende: “Yo escribo hasta cuando no escribo. Es una forma de ver el mundo y es mi forma de vivir desde pequeña: A mí me regalaban diarios y yo escribía cuentos; nunca le ponía candados porque quería que los leyeran. Eran cuentos de cosas que me habían pasado o que yo había observado, pero salían de una forma metafórica, como historias. Y sigue pasándome lo mismo”.
Un antecedente que abre puertas
Ante la pregunta de si el éxito de Mujeres que compran flores significó un impulso para seguir escribiendo o si, por el contrario, resultó un condicionamiento, Vanessa Montfort dice sin dudar que lo considera “un regalo”, y destaca: “Creo que te presiona más lo contrario. De hecho, a mí me ha dado mucha tranquilidad y mucha libertad para escribir. Pero igual sigo con la autoexigencia enfermiza”.
La novela que le abrió las puertas del “gran público” es aquella donde relata la amistad de cinco mujeres completamente diferentes entre sí. “No nos imaginábamos esos resultados. Fue un `boca-oreja´ muy curioso, porque se dio seis meses después de la salida de la novela, no fue un proceso inmediato. A mí se me consideraba uno de esos autores que llaman `muy literarios´, curiosamente, con lo cual siempre te relegan a tener una bolsa de lectores y que no vas a crecer”.
“Nunca pensé que me fuera a pasar algo así”, dice como si confesara un secreto indecible. Sentada en los sillones del lobby del hotel en Mar del Plata, recuerda: “El regalo fue que un día veo se me empieza a etiquetar en las redes sociales, y más y más y hablo con la editorial y pregunto `¿qué está pasando?´ Me dijeron: `no lo sabemos, pero estamos reimprimiendo y dos ediciones a la vez porque no llegamos´. Y no para. Lo kafkiano de todo esto es que ocurre en otros países también. ¿Eso se puede provocar? Lo dudo, yo no sé provocarlo. ¿Lo puedes reproducir?, también lo dudo. Lo bueno es que abre las puertas de tus historias”.
Las herramientas que el periodismo no le dejó usar
“A mí me cuentan algo así y yo necesito darle voz”, dice Montfort sobre la vida de Greta, dejando en completa evidencia su perfil y su formación como periodista, una profesión que ya no ejerce y que, por lo que trae a la charla, le ha resultado más un corset que una oportunidad para contar.
Como Patricia, el personaje de la periodista que se propone escribir la historia de la monja, la escritora cuestiona las estructuras del periodismo, se pelea con las rutinas de producción de las noticias y discute con los modos establecidos de narrar “la realidad”.
Ahora, en el salón vidriado del hotel con vista al viento marplatense, recuerda que su propia experiencia en los medios le resultó plagada de estructuras que no la contenían: “Nunca me sentí identificada con esa rigidez en la forma de contar. Esto era una ficción, no era una crónica periodística o un reportaje. Y este era mi momento, mi revancha, porque ahora soy escritora”, dice y sonríe con picardía.
“Esta mujer no me contó su historia para que yo escribiera una novela, la tuve que convencer”. Se detiene como asimilando las últimas palabras. “Yo escuchaba y pensaba que esta historia no se ha contado antes, no con estos ribetes. Tiene ecos en la sociedad porque es como ver en un micromundo, el de la mujer dentro de la iglesia, que no importa. Las mujeres ahí dentro son piezas de recambio, viven en un panal, son un número. Hay muchas mujeres muy valiosas que están muchas veces en situación de maltrato, hay abusos de poder, hay casos de una relación muy perversa con la sexualidad y muchas cosas de las que no se hablan”, explica Montfort.
“Y creo que además de ser la novela más personal que he escrito, es donde se da la mano mi yo literario y mi yo periodístico por primera vez”, concluye.
@trianakossmann