Dicen Stephen King, el autor de El resplandor, Carrie, y tantas otras, que los adverbios “que acaban en –mente… parecen hechos a la medida del escritor tímido… Mediante los adverbios, lo habitual es que el escritor nos diga que tiene miedo de no expresarse con claridad y de no transmitir el argumento o imagen que tenía en la cabeza”.
Si tuvieron una buena profesora de Lengua, recordarán que el adverbio es una palabra que modifica un verbo, un adjetivo u otro adverbio. Los más nocivos, sin duda, son los que acaban en mente (tremendamente, sabrosamente, estúpidamente, y no me hagan decir más, ¡por favor!)
Don Stephen, autor de cerca de cien títulos, entre ellos Cementerio de animales, y que de esto sabe, tiene un método que usamos muchos escritores. Pero viniendo de él tiene más autoridad. Sobre el texto terminado, o en corrección, se busca la palabra “mente” y se reemplaza con la misma palabra en color, luego uno se agarra la cabeza y e inmediatamente se pone a corregir de nuevo (el mismo método se puede aplicar a los gerundios, o a construcciones viciosas, como “argumentó”, “es decir”, “por otra parte”, y otras pestes de la escritura).
Es cierto que estos adverbios pueden usarse, y no es un error; el tema es que su abuso torna la lectura abigarrada, atropellada podríamos decir, y en consecuencia, confusa. ¡Confusamente barroca!
Esto no lo dice King, que dice otras cosas interesantes en Mientras escribo, un magnífico libro sobre el proceso de escritura, o sobre su proceso de escritura. Las nuevas corrientes evitan estas construcciones que muchas veces denotan inseguridad por parte del escriba (Evitan muchas cosas, a veces hasta comas necesarias, pero eso no viene al caso).
Si escribimos: “El hombre me insultó cerrando violentamente la puerta”, sin duda tenemos desconfianza en la idea, porque si nos acaba de insultar es más que lógico que cierre violentamente. Esta frase suma además un gerundio, del que ha hemos hablado, creo. Solución para tímidos: “El hombre me insultó y cerró con violencia la puerta”. Solución de escritor: “El hombre me insultó y cerró la puerta”. Creo que el lector, con su infinita sabiduría, sabrá ponerle violencia al cierre de la puerta.