El actual parecería ser el momento de “cosechar lo sembrado” para la escritora argentina Ariana Harwicz, autora de novelas como Matate, amor, Precoz o La débil mental -editorial Mardulce- donde las “maternidades otras” (como ella misma las define) ocupan un lugar central, lo que las convierte en lecturas casi obligadas en estas épocas de revoluciones feministas, “olas verdes” y procesos individuales y colectivos de deconstrucción y construcción.

Harwicz es conciente de este contexto y no reniega de él. De hecho, lo celebra y, en la medida de sus posibilidades, lo alienta: aprovechando su presencia en el país el  pasado 8 de agosto le puso el cuerpo al pedido masivo de aprobación de la Ley Interrupción Voluntaria del Embarazo en la Argentina.

Sin embargo, en lo relacionado con su producción literaria, la autora nacida en 1977 en Argentina y radicada en Francia no toma el momento actual como una conquista sino como un desafío: de hecho, su próximo libro ya no estará habitado por esas mujeres a las que, según ella misma reconoció, le resulta relativamente fácil “ponerles voz”, sino por un hombre, con todo lo desconocido que ello implica.

Y es que para la autora el acto de escribir trae implícito un afán de correr límites.  “Si la maternidad vista desde un ángulo difícil, peligroso, complejo y doloroso ya es algo conquistado, entonces hay que ir hacia otros lados de incomodidad, de dificultad y de miedo” afirma en diálogo con Revista Leemos, en un alto de su recorrida por la Feria de Editores –FED- que el fin de semana se realizó en el Centro Cultural Konex de CABA.

A continuación comparto los principales fragmentos de la interesante conversación que mantuve a la distancia con la autora que en 2017 figuró -paradoja lingüística aparte- entre los y las escritores finalistas para el premio Man Booker Internacional:

-Esa especie de “trilogía involuntaria” que forman Matate, amor  (2012), La débil mental (2014) y Precoz (2015) tuvieron una impronta disruptiva al aparecer en un momento socio cultural en el que el feminismo no tenía el rol que tiene en la actualidad. ¿Creés que este cambio de contexto influye en la forma en que se lee y aborda hoy tu literatura?

El libro “Matate, amor” fue llevado al teatro y se encuentra actualmente en cartelera

-Cada época, sus mandatos, sus leyes, sus modas y sus corrientes, sus olas, operan en el lector y en ese otro texto que es el que lector lee. Creo que no se lee igual Matate, amor en 2012 que en 2018. En esos cinco o seis años que transcurrieron entre la aparición del libro en España y Argentina hubo un cambio. Antes había más resistencia, el tópico de la ‘maternidad otra’, el de la violencia y la sexualidad en la maternidad, era un tema si se quiere tabú. Por supuesto siempre hubo obras que se refirieron a eso, daba vergüenza, pudor y miedo. No estaba generalizado ni masificado. Hoy hay muchísimos libros que trabajan esa temática, afloraron muchísimas obras, también de teatro. Se hace un efecto catártico de liberación, donde ya está liberada la palabra, no da más miedo leer, el lector se predispone de otro modo. Así que yo creo que sí, que la incomodidad perdura, sigue siendo una experiencia dolorosa, pero es más aceptada, y en ese sentido hay como una operación, una intervención sobre el texto.

-Continuando con la pregunta anterior, ¿cómo funcionan esos cambios en vos y en tu proceso de escritura? ¿Te plantean nuevos desafíos?

-Me plantean nuevos desafíos en el sentido de que me parece que siempre que se escribe, y que algo está conquistado, hay que volver a darlo todo, hay que volver a ponerlo en riesgo, volver a barajar y dar de nuevo. En ese sentido si la maternidad vista desde un ángulo difícil, peligroso, complejo, doloroso, entonces al escribir habrá que ir hacia otros lados de incomodidad, de dificultad, de miedo. Volver a escribir otra vez lo que da pudor, vergüenza, poner en riesgo todo otra vez. Esa es mi meta.

-Tu próxima novela es la primera protagonizada por un hombre. ¿Cómo surgió y cómo lo estás trabajando?

-La verdad es que fue  muy difícil, casi imposible. Yo puedo encarnar la voz de la mujer, la locura de las mujeres y su sensibilidad. La puedo sentir, la puedo inventar, le puedo dar voz a eso. En cambio fue muy difícil lograr que no fuera artificial, que no fuera un constructo y que no se le vieran los hilos. Pero como te decía antes, me planteé volver a poner todo en riesgo. Tal vez sea un hombre/mujer, una mujer/hombre… Tal vez no sea del todo realista. Pero ahí está. No sé qué pasará, porque hasta que un texto no aparece en el mundo y no tiene lectores y lecturas críticas no se sabe, es un misterio

“Cuando algo ya está conquistado hay que barajar y dar de nuevo”

-En tus textos está muy trabajado el lenguaje, importa tanto el qué se dice como el cómo se dice. Incluso la crítica ha dicho que tus obras tienen mucho de poesía. ¿Cómo es ese proceso de producción literaria? ¿Escribís y reescribís mucho?

-Nunca escribí poesía en términos puros, pero mi modo de trabajar las novelas quizás se aproxima a la poesía. Escribo cada oración y cada párrafo una y otra vez, casi en trance, hasta que casi ahogo la frase, la dejo sin respiro, sin posibilidad de tocarse, esculpirse en nada, ni una palabra. Y así una y otra vez. Leo en voz alta, veo como vibra en la lengua, cómo suena, como si estuviera aprendiendo un idioma, una lengua.

-Tu libro, “Matate, amor” fue recomendado por Claudia Piñeiro durante su discurso de apertura de la Feria Internacional del Libro, junto a otros en los que se aborda, directa o indirectamente, el tema de las maternidades no deseadas y el aborto. ¿Qué significó para vos esa mención?

-Me alegré mucho de la mención de Claudia Piñeiro, que además es una amiga. Siempre que te nombran y que un libro es convocado o citado, leído, puesto en relación o diálogo con otros libros da cuenta de que está vivo.

-Estás en Argentina en pleno debate por el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.¿Cómo vivís este proceso?

-Fui a la marcha del 8A y fue una gran emoción poder estar presente, como fue toda mi adolescencia y juventud, en la lucha, en la calle. Ir por lo que a una le indigna y le duele. Después que no haya salido la ley fue una gran desilusión, aunque sabida, pero me hizo pensar y me conectó con todo lo que fue mi adolescencia y mi juventud en Argentina. Fue muy emocionante estar acá, en la literatura y en la lucha por la despenalización del aborto.

@limayameztoy