Muchos escritores, no sé si la mayoría, tienen la costumbre de apuntar en cuadernos, servilletas de bares o márgenes de libros, palabras o párrafos, disparados a partir de cualquier estimulo: un viaje en colectivo o tren, el mirar la vida detrás del vidrio de un bar, la soledad del campo o la lectura de un texto. Algunos de estos autores han publicado algo que parecen “diarios íntimos” pero que son indagaciones acerca del arte de escribir u ocurrencias momentáneas, o borradores. Hace más de 20 años anoté en una agenda, que por suerte no tiré: “El eterno silencio de un rítmico sollozo.” Y entre paréntesis, Baudelaire. No recuerdo en qué libro ni en qué circunstancia lo leí, pero se me ocurrió un verso muy potente, que me disparó otras cosas que iba a escribir y abandoné. Albert Camus (1913-1960) en 1935 comenzó con un irregular diario de trabajo en el que daba lugar a apuntes muy diversos: proyectos de novelas y piezas teatrales, reflexiones filosóficas y morales, notas de viajes y de lectura, ocurrencias momentáneas, paisajes, alguna cita retenida, conversaciones escamoteadas en la calle, esbozos de diálogos, palabras sueltas, borradores de argumentos. Publicados luego como Carnets muestra la génesis de parte de la obra del luego Premio Nobel de Literatura (1957). Camus –resume mi amigo y escritor Juan Carlos Kreimer–, llama Carnets a este tipo de escritos “disparados hacia adentro…. Lo crudo, la franqueza, la libertad para percibir es el hilo conductor. No importa adónde lleve…” (Esto pertenece a un texto inédito de JCK que me tomo la libertad de violentar).
Entre esos Carnets, Camus escribió: “Cielo gris, pero la luz se infiltra. Algunas gotas de agua cayeron hace un rato. Allá abajo la bahía comenzaba a esfumarse. Luces que se animan. La felicidad y los que son felices. No tienen sino lo que se merecen”.
Sin pretender asomar siquiera a la creatividad y cultura del gran autor de El extranjero, intentaré en esta nueva sección que bautizamos Carnets desgranar pensamientos sueltos, o no, vinculados con esta curiosa pasión de la escritura. Ideas que buscan (muchas veces sin lograrlo, en mi caso), “el placer en el impacto de un sonido sobre otro, en la firmeza de la buena prosa o el ritmo de un buen relato.” (George Orwel: Por qué escribo)
*Nerio Tello es periodista, escritor, editor y docente universitario. Autor del blog Letra Creativa.