Habiendo recibido los premios más importantes de su país, y alabada por autores de la talla de Kenzaburo Oe, resulta extraño pensar que Taeko Kono (1926-2015) haya permanecido durante tanto tiempo alejada de los ojos de los lectores latinoamericanos. Es gracias a la reciente edición de Cacería de niños, de la mano de La Bestia Equilátera, que la figura de Kono comienza a tomar cada vez más fuerza en nuestro territorio.

Con una visión particularmente cruda del periodo de posguerra, y una mirada sobre la idea de mujer que, si no va en contra, al menos problematiza las visiones canónicas de la mujer oriental tal como la pinta el ojo de occidente, la prosa de esta interesantísima autora japonesa se introduce en campos casi inexplorados al momento de su publicación original.

La escritura de Kono llama de inmediato la atención no solo por su posicionamiento en el campo de lo femenino y por las formas que adoptan personajes como Akiko, la protagonista de Cacería de niños, o Matsuda, de Una colonia de hormigas, sino también por el imparable desfile de imágenes relacionadas a la sexualidad, al fetichismo o a la violencia física. Imágenes que invocan no solo el lugar del deseo, sino también las formas en que esto tópicos se introducen en la cotidianeidad de una serie de vidas aparentemente perfectas.

La vida de Taeko Kono atravesó una serie de ámbitos completamente dispares. Empleada de una fábrica de municiones durante la guerra, logró licenciarse en Economía, para luego dar un salto hacia el mundo de las letras de la mano del escritor Fumio Niwa. Ya hacia el año 1996 recibe la atención de la crítica especializada por la publicación del volumen Cacería de niños al inglés, que incluye varias historias escritas con anterioridad en un único tomo. Es esta compilación la que, bajo el mismo título, nos trae La Bestia Equilátera, en una bellísima edición con traducción de Hugo Salas.

Un mundo ominoso

Compuesto por nueve cuentos, Cacería de niños enfrenta al lector a un mundo en esencia ominoso, signado por aquello que se esconde a la vista de todos, y que pone en contacto el mundo de la familia con toda una serie de prácticas sadomasoquistas que discurren en la privacidad del hogar japonés tradicional.

De este modo, la protagonista de Una colonia de hormigas se preocupa no solo por la insistencia de su esposo en tener un hijo, sino por el futuro de sus prácticas sexuales en un hogar marcado por la presencia de un infante: “El dolor acaso me haga gritar y resistirme. Entonces tendrás que atarme. Tal vez no deje de gritar; en ese caso, ¿podrías pegarme, por favor?”.

Este tema es fundamental para la prosa de Kono, en donde la práctica sexual no aceptada socialmente se convierte en un aspecto cardinal en la constitución identitaria de sus personajes. La fijación erótica por un personaje deforme, o bien el intercambio de parejas entre grupos de amigos, son ejemplos que apuntalan esta característica de su narrativa.

Otro tema que se transforma en un pilar de la prosa de Taeko Kono es la maternidad y la relación de lo femenino con la niñez. En una cultura por tradición marcada por la mentalidad patriarcal, y con pensamientos fuertemente arraigados en torno al lugar que debe ocupar la mujer en el entramado social, la problematización – y en algunos casos la inversión – del mandato maternal era un tópico complicado de abordar.

Kono nos presenta con maestría toda una serie de personajes cuya relación con lo infantil roza con lo perverso y lo patológico. Tal es el caso del cuento que da nombre al volumen, en donde la protagonista, que declara su aversión por las niñas, tiene una obsesión con los niños pequeños. Akiko, personaje inquietante sin igual, llega al punto de comprarle ropa al hijo de una conocida solo para verlo desnudarse, y hasta tiene una serie de visiones en las cuales un padre tortura salvajemente a su hijo de unos ocho años.

Lo que oculta la cotidianeidad

El deseo y el no deseo, la búsqueda del dolor sexual y el movimiento de repulsión-atracción hacia las infancias son los motores que impulsan los centros narrativos de Kono y que le permiten desplegar su prosa con maestría.

Es en esta serie de temáticas que su narrativa se aleja del tradicionalismo que idealiza y pone en un único sitio a la mujer en la cultura japonesa para ingresar en un universo de feminidades perversas, sadomasoquistas y obsesionadas, que se desenvuelven como protagonistas de una cotidianidad familiar que descoloca al lector y le hace pensar en todo aquello que se esconde bajo la superficie.

Lejos de la búsqueda de efectismo final, de desenlaces frenéticos o inesperados, es el trascurso de la vida en su devenir cotidiano aquello que tiene el potencial de descolocar completamente al lector y de ofrecernos una lectura inquietante y sumamente recomendable.

* Matías Pardini es librero, estudiante de Letras en la UNMdP. Escribe reseñas y artículos para varias revistas literarias especializadas.