Doña Flor y sus dos maridos es una pintura colorida, pero a la vez realista de la vida en los sectores populares de la Bahía de los años sesenta. La novela de Jorge Amado es imprescindible para todos aquellos a quienes les guste explorar la literatura brasilera del Siglo XX.
Personajes alegres, pícaros, sinvergüenzas, chismosos, dignos y recatados, retratados con gran precisión, se combinan en esta historia que gira en torno de la vida de la joven Florípedes Paiva Madureira (Doña Flor) y sus aventuras y desventuras. Primero, con el holgazán, jugador, simpático y seductor Valdomiro Santos Guimaraes (Vadinho), su primer marido, luego con el doctor Teodoro Madureira, el serio y atildado farmacéutico con quién se casa en segundas nupcias y, también, conviviendo con el fantasma de su querido Vadinho, cuando comienza a aparecérsele a los pocos años de su segundo matrimonio.
Las costumbres pacatas de la época, la influencia de la opinión de los “vecinos notables” en la formación de las opiniones sobre las personas, el anhelo del ascenso social, el machismo, el choque entre las diversas formas de enfrentar la escasez de recursos –dignamente versus engaños, seducciones, pequeñas maldades y trampas- y las contradicciones del sincretismo característico de la zona, enriquecen un relato que tiene en Doña Flor su hilo conductor.
Tanto durante la imprevisible y agitada etapa de su vida con Vadinho, como durante el período de luto y viudez y, luego, transitando la apacible y ordenada vida con Teodoro, doña Flor mantiene una rutina ineludible: Sus charlas con las amigas y vecinas, sus incursiones semanales al cine y sus clases de cocina en la escuela “Sabor y Arte”.
Es a través de las descripciones de las clases y las convocatorias que recibe doña Flor para preparar sus manjares en distintos eventos, como el autor profundiza en los auténticos sabores bahianos, ricos en pescados, mariscos y aceite de dendé. No faltan los vatapas, carurus, xinxins, acarajés, abarás, cocadas, pés- de- moleque, bolinhos de bacalhau, queijadinhas ni la moqueca. También hace especial referencia a un guiso de tortuga pero, la verdad, de esa parte prefiero no acordarme.
La moqueca es una especie de guiso de pescado con leche de coco y uno de mis platos brasileros preferidos.
Tuve la suerte de probarla en algún que otro restaurante, pero, las más ricas fueron las preparadas por una experimentada cocinera en Niteroi y por Ana Paula, una querida amiga paulista, con la que compartimos el gusto por la literatura y la gastronomía.
La receta es bastante simple y el resultado muy sabroso. Puede realizarse solo con pescado, solo con camarones, o mixta. Lleva aceite de dendé (o de palma), un ingrediente que a algunas personas le resulta fuerte o invasivo y puede dejarse de lado, pero que le da el toque distintivo, por ello, mi manera de resolver el dilema es utilizar aceite neutro y agregarle unas cuantas gotas del aceite de dendé de un frasquito que aún conservo, regalo de mi hermano y su esposa.
Una moqueca para cuatro personas lleva: 1 kilo de pescado (ya limpio y sin espinas), generalmente uso merluaza / medio kilo de camarones ya pelados / dos limones / cuatro dientes de ajo / cuatro tomates maduros / medio morrón verde / medio morrón rojo / medio morrón amarillo / dos cebollas medianas / un pocillo de aceite neutro / unas gotas de aceite de dendé / 50 centímetros cúbicos de leche de coco / unas hojas de perejil.
Para prepararla, primero cortar los filetes de pescado de manera que queden en porciones parejas. Condimentar con sal, limón y los dientes de ajo bien picados.
En una cacerola profunda (mejor de fondo grueso) disponer el aceite y una capa de las verduras –cebollas, morrones y tomates- cortadas en juliana.
Encima acomodar los trozos de pescado y cubrir con otra capa de verduras. Salpimentar, agregar las gotas de aceite de dendé y llevar a fuego bajo.
Las verduras desprenderán sus jugos y en un rato, el líquido comenzará a hervir, es el momento de agregar los camarones, contar cinco minutos y, a último minuto, incorporar la leche de coco. Dejar a fuego muy bajo solo un minuto para que ésta tome temperatura y retirar del fuego.
Disponer en una fuente y decorar con perejil finamente picado.
Como muchas de las comidas brasileras, la moqueca se acompaña con arroz blanco.