Bianca es una joven que tiene, en su dulce voz, una herramienta que la puede convertir en una cantante de ópera profesional. Tiene también, a pesar de las dificultades de su vida, la voluntad y determinación suficientes para prepararse y atravesar el difícil proceso de formación para lograr ingresar en la academia del Colón. Además de ir al colegio, cuidar a sus hermanos, consentirlos sin que se entere su severo padre, trabajar en el negocio de su tía para tener su propio dinero y ponerse al hombro prácticamente sola la organización familiar, Bianca también cocina y, en la novela, tiene tiempo para cantar a escondidas en un pub y descubrir y vivir su primer y apasionado gran amor.
Nacida bajo el sol de acuario es una de las novelas de Florencia Bonelli orientada al público Juvenil, segunda de la serie “Nacidas” que tiene a la astrología como denominador común y punto central de referencia para la construcción del carácter de los protagonistas de cada una de las historias.
En este caso, la novela gira en torno a dos personajes secundarios de Nacida bajo el signo del toro, Bianca y Sebastián. En la primera novela, Bianca era la “amiga” de la protagonista y Sebastián, el “chico malo” de la escuela y la acción giraba en torno a Camila y Lautaro.
En esta segunda entrega de la serie, Bonelli profundiza en estos dos personajes que tienen, como punto en común con los anteriores, la Escuela Pública N° 2 del barrio de Almagro, donde se conocen y comienzan su intenso romance.
La cocina es un lugar muy familiar para esta adolescente con sueños de cantante. Con un padre ausente gran parte del tiempo pero que mantiene una especie de presencia autoritaria, una madre agobiada por la crianza de varios hijos y un nuevo embarazo, la abuela compinche de viaje y la hermana mayor solo ocupada en su trabajo como “modelo” y sumergida en un problema de bulimia, se hace cargo de cuidar a sus hermanos pequeños y darles de comer. Entre milanesas, churrascos, ensaladas, escapadas para tomar un helado y numerosas situaciones domésticas, prepara unos postres, según el relato, riquísimos. Entre ellos un lemon-pie que lleva a un encuentro con la familia del padre de Sebastián y los panqueques con dulce de leche, el postre preferido de su querido Sebastián y, por eso, la receta de hoy.
Reconozco que me encantan los panqueques, tanto para recetas saladas como para disfrutarlos con dulce de leche o con azúcar y limón. La receta que uso hace años lleva: medio litro de leche entera / 1 huevo / 250 g de harina común / un chorrito de aceite neutro / una pizca de sal.
Para prepararlos, en un recipiente alto (lechera o hervidor) disponer la leche, el huevo y batir con batidora eléctrica o batidor de alambre mientras se va agregando la harina, de a poco. La pizca de sal es opcional y, algunos en la mezcla para los panqueques dulces, le agregan unas gotas de esencia de vainilla (yo no le pongo).
Se obtiene una mezcla ligera, bien lisa, que debe descansar en heladera, por lo menos media hora.
Para preparar los panqueques se requiere más paciencia que técnica y, si contamos con esa sartén viejita pero fiel, mejor.
Para comenzar, calentar la sartén en la hornalla, humectarla con unas gotas de aceite y, con un cucharón, disponer una capa delgada de la masa de panqueques. Cocinar de un lado a fuego bajo, despegar suavemente con una espátula, dar vuelta, cocinar del otro lado y disponer sobre un plato. Repetir la operación con el resto de la masa, reponiendo unas gotitas de aceite cada dos o tres panqueques.
Las cantidades de la receta rinden entre 14 y 15 panqueques, pero va a depender mucho de la mano a la hora de distribuir la mezcla para cada panqueque.
Untar con dulce de leche cada disco de masa de panqueque y formar pequeños cilindros. También pueden doblarlos por la mitad y otra vez por la mitad, formando una especie de pañuelitos. Si los preparan cuando la masa aún está tibia, mucho mejor. Para presentar, espolvorear por encima con un poco de azúcar, azúcar impalpable o coco rallado.