Por Martín Kobse*
Oscar Caballero presentará el 8 de julio una novela en la que cuenta la historia que, desde que tiene 7 años, jamás pudo olvidar: la del naufragio del pesquero Pionero, en el que navegaba su padre.
El 6 de julio de 1969 Oscar escuchó por radio la final del torneo Metropolitano: Chacarita se consagró campeón al golear 4 a 1 a River. No lo podía creer; su equipo, el millonario, uno de los grandes del fútbol argentino, había sido humillado por un cuadro que nunca había ganado un título y que jamás volvería a hacerlo. Le dolía, porque igual que su hermano mayor, era muy fanático del fútbol y de River. Pero lo que más le molestaba era que al día siguiente su padre regresaría del mar y, como era hincha de Boca, lo cargaría durante días. Horas después, Oscar se olvidó de ese resultado deportivo y sólo tuvo capacidad para repetir palabras que poco entendía: naufragio, rastreos, expectativas, fe, plegarias.
“No sé cuánto de lo que recuerdo es absolutamente cierto. Nunca se me borró una imagen de mi casa llena de gente, algo que no era común. Tampoco puedo olvidar, durante los días siguientes a la noticia del naufragio, el patio de la escuela Sagrada Familia con todos –alumnos y maestras- rezando por mi papá”, evoca el autor.
Oscar creció sin que en su casa volviera a hablarse de aquel 7 de julio de 1969, como si así fuera menos doloroso o como si de esa forma resultara más sencillo continuar con la vida. Hoy recuerda con una sonrisa el dibujo que hizo, dos años después de la desaparición de Pionero, para un día del padre: “Era habitual que la maestra pidiera algo así para la fecha. Yo dibujé un árbol y un pájaro, vaya uno a saber por qué. Pero lo que más recuerdo no es ese dibujo con el que quizá estaba diciendo mucho de lo que sentía, sino la devolución de mi maestra. Un visto, sí, una V, lo peor que podías recibir de devolución. Quizá no supo cómo reaccionar o recordó tarde lo que había pasado con mi viejo”.
Terminada la escuela, Oscar estudió periodismo en La Plata. De vuelta en Mar del Plata, comenzó a trabajar en el El Atlántico. En el archivo de ese diario encontró la tapa con la noticia del naufragio y una cantidad de notas vinculadas al caso. Hasta el recuadro, destacado, con la decisión de Prefectura de dar por terminada la búsqueda. “No deja de sorprender la similitud de todos los casos de naufragio en el puerto de Mar del Plata: la pérdida de contacto, la búsqueda, la angustia de los familiares, el paso de los días y el aviso final de Prefectura”, destaca el autor, pensando en todas las veces que debió cubrir esas tragedias para el diario.
Durante los tres años que le llevó escribir Augurios de una tarde feliz, Caballero entrevistó a pescadores que navegaban en aquella época. También se encontró con una mujer que en la novela es presentada como Lena. “Ella se enteró de que yo andaba investigando el caso y me buscó. Evidentemente no se había podido borrar la historia de la cabeza. Me contó que por esos años tenía una relación con el capitán de Pionero, al que le había recomendado contratar a un pescador con experiencia. Ese pescador era mi viejo, a quien conocía de venderle elementos de pesca en un comercio del puerto. Finalmente, tras alguna reticencia, el capitán accedió. Esta mujer, desde que se enteró del hundimiento del Pionero, cargó con la culpa de haber recomendado a mi viejo”, cuenta Oscar, quien reconoce haberse emocionado, más de una vez, mientras escribía el libro y pensaba en ese chico de siete años que, una tarde de julio, escuchaba el partido por la radio pensando en su papá.
Augurios de una tarde feliz será presentada el lunes 8 de julio en el Centro Gallego, ubicado en 20 de septiembre 1946, a las 17.
*Martín Kobse es marplatense, periodista y locutor. Actualmente, se desempeña en Radio Universidad y conduce el Ciclo Los otros libros por el canal de televisión de la Universidad Nacional de Mar del Plata, que va por su segunda temporada.