Leí gran parte de la obra de Isabel Allende pero no tenía idea de la existencia de Afrodita (Sudamericana / Plaza y Janes) hasta que me topé con el título buscando material para esta columna. Fue un hallazgo. Pasé momentos muy entretenidos con este relato en el que la autora explora, como en una charla de amigas, los temas de la sensualidad, deseo, erotismo y el rol que un buen banquete o determinados aromas y sabores pueden jugar a la hora del sexo y/o el amor.
El libro tiene un estilo fresco y desenfadado, es como si Allende hubiese estado jugando un rato, no “trabajando en su próxima novela” o en esa suerte de pensamientos, anécdotas, sugerencias y detalles provenientes de sus “investigaciones” para esa obra.
Así se van desgranando curiosidades sobre una gran gama de recursos gastronómicos de los que, desde la antigüedad, tanto hombres como mujeres, se han valido para conquistar, conservar o reconquistar a sus parejas –y también aquellos que han fallado o son de dudosa eficacia-. Incluso comparte, en un guiño de complicidad con los lectores, algunas de las estrategias que ella misma o alguna amiga han puesto en práctica a la hora de conquistar a algún señor.
Los relatos se intercalan con ilustraciones de Robert Shekter y una gran variedad de recetas de Panchita Llona hacia el final y organizadas en entradas, platos principales y postres. Obviamente todas, según la investigación de la autora, son afrodisíacas. Variadas ensaladas, ceviche, peras al roquefort, cóctel de camarones, papas serranas, corvina a la crema, mole de pollo, cordero con espinacas y damascos, lomo al champignon, ciervo al romero, peras “borrachas”, manzanas “hechiceras”, crema catalana, mouse de chocolate y crepes. Estos y otros platos están debidamente explicados en la última parte del libro, pero, a la vez Allende menciona otros que no enseña a preparar: entre ellos algunas sopas “infalibles”, ostras, opciones con hongos y trufas, ratatouille y omelettes.
La omelette y el ratatouille están entre mis platos favoritos y, por eso, manos a la obra con ellos.
Ratatouille
Dicen que es una receta originaria de Francia, específicamente de Niza (Provenza) y se trata de un plato ideal para vegetarianos (puede comerse solo o con arroz) y también sirve como acompañamiento de alguna carne. La original lleva berenjena, zucchini, pimientos rojo y verde, cebolla y ajos, pero mi versión agrega algunos otros vegetales, para sumar variedad de colores y sabores.
Como se cocina en una sartén profunda, las cantidades de vegetales que se necesitan son pequeñas y también puede depender de lo que tengan a mano (no dejen de hacerlo si les falta una de las verduras).
Vamos a usar: media berenjena mediana / medio zucchini grande (también puede ser un zapallito verde) / media cebolla blanca / media cebolla colorada / un cuarto de morrón rojo / un cuarto de Morrón verde (puede ser, también un cuarto de morrón amarillo) / media zanahoria / una rodaja de zapallo anco / dos dientes de ajo / una cebolla de verdeo (las partes blanca y verde) sal, pimienta, comino, pimentón ahumado, cúrcuma a gusto.
Primero se lavan bien todos los vegetales, se pelan las cebollas, los ajos, la zanahoria y el zapallo.
Me gusta cortar todas las verduras en cubitos pequeños y los ajos bien chiquitos, pero hay quienes los dejan en rodajas, tiritas o láminas. Disponer todas las verduras en diferentes cuencos.
Calentar bien una sartén profunda, incorporar aceite y echar la cebolla blanca, rehogar unos segundos, agregar la zanahoria y dejar otro minuto. Luego incorporar los ajos y la berenjena, dejar otro minuto, los cubitos de morrones rojo y verde, el zapallo anco, dejar otro minuto y, por último, incorporar el zucchini, el morrón amarillo y la cebolla de verdeo. El fuego siempre debe estar fuerte y mientras se incorporan las verduras hay que ir revolviendo con cuchara de madera o con el movimiento circular desde el mango de la sartén, haciendo que éstas salten y se reacomoden en el recipiente.
Hay quienes las prefieren bien cocidas, a mi me gustan más al dente o un poco crujientes por dentro, por eso, el tiempo de cocción depende de cada paladar. Eso sí, el secreto es condimentar casi al final, para que la sal no haga que las verduras desprendan sus jugos.
Agregar los condimentos (los de esta receta o los que más les gusten), revolver y, listo para servir. No se lo pierdan es fácil, rico y una excelente manera de incorporar verduras variadas en las comidas.
Omelette
La más común de las omelettes es la de jamón y queso o jamón, queso y tomate. Pero a mi me encanta con espinacas y queso o champignones, queso y tomates secos.
Para cada omelette se necesitan: 2 huevos / una feta de queso / dos o tres champignones / dos o tres tomates secos / sal / pimienta / ciboulette o perejil picados. Para el de espinaca, otros dos huevos / un puñado de espinacas / una feta de queso / sal / pimienta.
Si van a probar hacerlas con tomates secos, deben ponerlos a hidratar antes (al menos 3 o 4 horas). Se pueden hidratar con agua, té, caldo o vino blanco. Filetear los champignones y reservar. Escurrir los tomates secos y cortar en tiritas. Cortar el queso en tiritas. Picar finamente el ciboulette o el perjil.
Para el de espinacas, cortarlas en tiras finitas, saltearlas, condimentarlas con sal y pimienta y reservar.
En un cuenco batir ligeramente los dos huevos con un poco de sal y pimienta.
Calentar una sartén (la preferida, esa que no dejan que nadie toque, que tiene algunas heridas de guerra pero que nunca falla), ponerle un chorrito de aceite, dejar que se caliente y mover por el mango para que se desparrame bien. Con cuidado distribuir la mezcla de huevos por toda la sartén, dejar que comience a coagular y con una espátula controlar que no se pegue, mientras se va formando una especie de tortilla flexible por encima y crujiente por debajo. Antes que se coagule en su totalidad, en un costado, agregar los champignones, los tomates secos y encima el queso y el ciboulette o el perejil. Con la espátula, doblar la mezcla de huevo por la mitad cubriendo el relleno y formando un semicírculo. Dejar que el relleno se caliente de un lado, girar con cuidado para que termine de calentarse del otro lado y servir.
Proceder igual con la omelette, rellena de espinacas salteadas y el queso.