La primera semana de julio, visitando la Feria del Libro de La Rioja, vi en la plaza principal, una escena curiosa. Atravesaba en diagonal Darío Sztajnszrajber, el filosofo de nombre raro que popularizó la filosofía no solo en programas de televisión sino en espectáculos como Desencajados y Salir de la Caverna. Un grupo de jóvenes lo detuvo y se sacó varias fotos ante la paciente actitud de Darío, convertido en estrella de rock. Su presencia en la Feria despertó gran expectativa y costó hacerse de una butaca en el salón mayor de la feria riojana que cerró el lunes 9 de julio.

Su último libro, Filosofía en 11 frases, ya es un éxito de ventas. Allí Sztajnszrajber reflexiona a partir de frases de grandes filósofos, como “Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río” (Heráclito), “Pienso, luego existo” (Descartes) y “Donde hay poder, hay resistencia” (Foucault). Sin embargo lo curioso es el auge que tomó la disciplina.

Pero creo que fue el programa Mentira la verdad por Canal Encuentro el que abrió mucho el prisma. Por cierto, no es de extrañar el éxito de la serie Merlí, donde un provocador profesor catalán utiliza la técnica de Sócrates para ayudar a reflexionar a sus alumnos.

Quizás esto explique la resonancia de autores tan particulares como el pensador surcoreano Byung-Chul Han, un experto en estudios culturales y profesor de la Universidad de las Artes de Berlín. Su obra Psicopolítica: neoliberalismo y nuevas técnicas de poder despliega su atractiva crítica a la sociedad del hiperconsumo.

En otra línea, es destacado el aporte de Judith Butler, una filósofa centrada en feminismo, la Teoría Queer, la filosofía política y la ética. Sus libros El Género en disputa. Feminismo y la subversión de la identidad (1990) y Cuerpos que importan. El límite discursivo del sexo (1993), fueron una avanzada a la Teoría Queer, por lo que se reeditaron y se colocaron en el centro de la escena socioculturual.

Sin duda que el carismático Slavoj Zizek, el filósofo esloveno que formuló su tesis de que la realidad no puede escindirse de las ficciones ideológicas que la sostienen, tuvo su penetración a partir de los singulares programas televisivos que difundió en los últimos años el canal Encuentro. Zizek apela a ejemplos de la cultura popular, como la obra de Alfred Hitchcock y David Lynch, y de la literatura de Kafka o Shakespeare, para desandar sus filosas teorías. Sin hesitar se sumerge en el fundamentalismo, el anticapitalismo, la tolerancia, la subjetividad y lo políticamente correcto en la filosofía posmoderna. Su último libro, La nueva lucha de clases. Los refugiados y el terror, da cuenta de sus postulados políticamente incorrectos.

No llama la atención por lo tanto ver a jóvenes lectores tratando de desentrañar el nihilismo de Friedrich Nietzsche y hasta luchar con ahínco con los textos admirables de Roland Barthes, Jacques Derrida y Gilles Deleuze, a quienes tutean como al propio filosofo del apellido raro.